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La puerta del salón de historia se cerró fuerte tras mi espalda. Me apretó contra la madera mientras me besaba sin querer nada más.

Apreté su cintura en mis brazos y ella rodeó mi cuello con sus manos. La manera en la que acariciaba mi piel y tironeaba los pelos de mi nuca me causaban escalofríos.

Toda su boca era mía, el placer en mi cuerpo se asimilaba al sabor de la miel. Demasiado dulce.

Y el calor, el calor es divino. No puedo parar.

Sonrió y negó  — Eres tan hermosa — mis piernas temblaron al escucharla decirme algo como eso.

Sonreí también pero mordí y estiré su labio. Comenzando otro beso fogoso. Esta vez yo la empujé en pasos hacia atrás hasta tocar la pizarra. Levanté nuevamente su pierna a la altura de mi cadera porque quería volver a sentir  ese roce y tocar su piel bajo su falda. Ella gimió en mis besos, de hecho ambas lo hacíamos en cada movimiento nuevo, cada suspiro incluso era para morirse de amor.

Nos besamos por varios minutos.

— Deberíamos irnos.  — murmuró. Sus labios hinchados.

— Solo quiero besarte  — ella sonrió entre ruborizada y encantada.

— Lo sé pero deje mi mochila en clase y probablemente Gemma me está buscando.

Suspiré con mi frente sobre la suya con los ojos cerrados .

— Está bien. — apreté sus mejillas y chupé su labio. — Por ahora — resopló cansada y agitada.

Nuestros corazones todavía corrían apresurados.

Acomodó mi corbata y prendió un botón que se había suelto. Luego arremangó y ordenó el cuello de mi camisa. Hice lo mismo con ella. Arreglando su falda. Colocando la tela de su ropa dentro de esta, ajustada como a ella le gusta.

La besé otra vez.

Me empujó hacia afuera.

Al salir miramos a ambos lados. Los chicos comenzaban a pasar por los pasillos nuevamente.

Nos miramos rápidamente con un rubor y nerviosismo. Sonrisas y mariposas. Recordando aquellos toques y besos deliciosos.

Con muchas ganas de más.

— ¡ Hanna ! ¿ Dónde te metiste ? — Gemma tironeó su brazo. Me miró a mi un segundo , permanecí quieta mirando al suelo con una sonrisa de labios apretados que me delataba.

— Bueno, ni importa. Vamos que tenemos que ir con Drew. — se alejaron algunos pasos y luego volteó. — Hey , Marion. ¿ No vienes ?

Reaccioné.

— Ya las alcanzo, iré por mis cosas.

Se giró nuevamente y continuó llevando a su amiga del cuello.

Cuando se alejaron lo suficiente me cubrí el rostro ruborizada y completamente feliz con una sonrisa gigante. Di un saltito aguantando las ganas de gritar. Con la cara roja, es probable, y fui a buscar mi mochila.

En el camino devuelta divisé a Michelle y Peter charlando en la puerta de salida, intuyo que esperan por mi.

Me acerqué y sonrieron en saludo. Hice lo mismo.

— ¿ Y a ti que te pasa ? — se burló Peter. Tal parece que no puedo evitar estar tan feliz.

— Nada ¿ Por qué ? — reí. Me miró con una sonrisa extraña.

— Bueno. Si tú dices — movió la mano con desdén y luego empujó la puerta para que salgamos.

El se adelantó un poco cuando vio a los demás. Corrió a decirle algo a Jackson en manera de juego y este lo golpeó. Se rieron. Michelle volteó hacia mi y me frenó.

Mi Dulce HannaМесто, где живут истории. Откройте их для себя