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¡Plam! Se cierra mi casillero y volteo preocupada.

— ¿Qué tal?

— Oh, hola Vanesa. Deberías tener más cuidado al cerrar eso. Podría romperlo. Recuerda que estás dañando a la escuela si lo haces.

Su dedo se coloca en mi pecho y me empuja contra estos.

— ¿Hanna? ¿Es en serio? — levanté la comisura de mi labio burlona al escucharla.

— ¿Hanna Andersson o Hanna Montana? Ambas son hermosas

Su mirada echa fuego intensamente.

— Tu sabes bien de quién te hablo.

— Pues no. — me hago la tonta.

— Sabes que ella jamás te querrá.

— Ella me adora. — Sonrió y abrazo mis libros sobreactuando.

— Todo el colegio sabe que ellos dos ya concretaron.

¿Concretaron? ¿A qué demonios se refiere con eso? Me reí.

Aguarden un momento.

¿Sexo? No, por favor. No me digas eso.

— Y pronto te alejará. Además. Ya sabe que eres una maldita pervertida irrespetuosa. Y solo lastimas a las chicas. Jamás tendrás una oportunidad con ella ni nadie más en este colegio.

Claro. En toda nuestra relación, tú me usaste, me celaste como un objeto,  me reprimiste, me heriste, me escondiste, me trataste como un trapo , y yo por fijarme en alguien más, soy la basura.

No gastaré mis saliva para decirle eso.

— Vanesa. Déjame preguntar... ¿Tu día hoy comenzó con la necesidad de venir a darme este sermón de pacotilla?

Suspiró y se alejó.

— Solo venía a decirte tus verdades... — acomodó su cabello. — Que tengas un bonito día, mi amor. — se acerca a dejar un beso en mi mejilla y se va.

Esa chica está loca.

— ¿Todavía sigues con esa? — volteo a mi derecha. Estaba Gemma. Mi vecina de casilleros. Mejor amiga de Hanna.

— No. Ni loca

— Tus gustos son tan raros. — Busca sus libros.

— ¿Raros? Solo mírala. Es tan ardiente. Pero está loca. — dije observando el vaiven de cadera de Vanesa que se alejaba por el pasillo.

Me apoyo de costado.

— ¿Es verdad que vendrás a mi cumpleaños?

— Ah... Si.

Comenzamos a caminar.

— Es muy raro. No sueles juntarte con nuestros amigos.

— Bueno pero tu amiga lo pidió tan amablemente. Gracias por hacerlo tú en persona, de hecho.

Me tiró mirada sospechosa.

— Claro. Ya conozco cuál es tu "amablemente"

Reí porque me ignoró.

— Sigues con eso. — niego lentamente — Por cierto, a qué se refiere la loca con que Alex y Hanna ya concretaron? ¿Acaso ellos dos ya?

Se detuvo para dar media vuelta justo en la puerta de su curso donde la había acompañado.

— No lo sé. Averígualo. — se rió de mi y se fue sin decir más.

Ah, pero por la manera en que lo dijo me dejó preocupada.

Mi Dulce HannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora