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Lauren J.

Todo a mí alrededor fue a hiper velocidad. Tan pronto como Shae llegó a la puerta y gritó que una de las chicas había sido golpeada, antes de que pudiera tomar mi teléfono de mi bolsillo, Camila estaba fuera de mis brazos y corriendo hacia el lago tan rápido como podía. Marqué el 911 y salí corriendo de la casa pasando a Shae, que se quedó paralizada en el umbral.

—¿Fue una de las hijas de Camila? —gritó en estado de pánico.

—¡Creo que sí! —grité mientras le daba al operador la dirección de Camila.

Cuando llegué a la parte inferior de la colina, el pequeño cuerpo de Piper estaba en la orilla con una enorme herida en su cabeza. Solo verla tendida allí me puso mareada. Camila estaba de rodillas sobre ella, tratando de mantenerla despierta.

—¡Piper! ¡Piper! Quédate conmigo, bebé. Habla con mamá. ¡Piper! —Su voz se quebró cuando golpeó la cara de Piper, tratando de mantenerla despierta.

No había nada que pudiera hacer. Los ojos de Piper se cerraron mientras Camila seguía golpeando su pequeña mejilla, tratando de despertarla.

—¿Tiene pulso? —me preguntó la operadora. Le transmití la pregunta a Camila.

—Sí —respondió Camila.

—Ok, manténganla quieta, no la muevan. La ambulancia está en camino. Me quedaré en el teléfono con usted hasta que lleguen allí —dijo la operadora.

Nunca había estado tan conmocionada en mi vida; apenas podía mantenerme al teléfono.

—Aquí, sostén esto, escucha lo que ella diga —le dije a Shae mientras le daba mi teléfono.

Me acerqué y me agaché junto a Piper y frente a Camila. Sabía que estaba casi terminando la escuela de enfermería por lo que el pánico en su cara me ponía en pánico también. Rápidamente miró a su alrededor.

—¿Puede alguien correr y conseguir una toalla? ¡Rápido!

La pequeña multitud que se había congregado miró de una persona a otra, mientras que me paré y tiré de mi camiseta.

—Usa esta.

La hizo una bola y la puso sobre la cabeza herida de Piper que se veía muy mal. Mi corazón se rompió por el charco de sangre bajo su cabecita.

—Sostenla firme contra su cabeza —me ordenó.

Una vez que puse la mano en mi camiseta, abrió cada uno de los ojos de Piper, uno a la vez y se encogió.

—¿Qué? —le pregunté.

—Sus pupilas, están de diferentes tamaños.

Negué.

—¿Qué significa eso?

—Es un signo de lesión cerebral.

Mi mente fue en mil direcciones diferentes ante el sonido de eso. Lesión cerebral, ¿qué significaba eso? Sonaba terrible. El rostro de Camila estaba contorsionado en tal desesperación mientras miraba a su hija, comprobando constantemente su pulso. Eso casi me mata. Los paramédicos se apresuraron por el lado de la casa y trajeron hasta el lago una camilla. Después de examinar a Piper rápidamente, la sacaron de la tierra lo
suficiente como para deslizar la tabla de madera debajo de ella. Después de atarla de forma segura en la camilla, ella y Camila fueron llevadas fuera.

—¡Espera! —gritó Sophia en estado de pánico.

—Aquí, me quedo con ella. Vete. —Me acerqué y tomé a Lucy de los brazos de Sophia y ella se giró y corrió hacia la colina.

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