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Camila C.

—¡Ay! —Me froté la mancha en mi frente ahora adolorida por ser pinchada una y otra vez por un pequeño dedo.

—¡Mamá! ¡Mamá! ¡Despiértate! ¡Mira toda la lluvia! —Lucy y Piper saltaban de arriba a abajo en mi cama como si fuera la mañana de Navidad.

Desearía compartir su entusiasmo. Estaba acurrucada en mi cálido edredón, soñando con palmeras, playas de arena y las bebidas con sabor a fruta con pequeñas sombrillas en ellas. No tenía ganas de levantarme de la cama y comenzar el día, la lluvia, o mi madre. Sin
embargo, el deber llama y mis niñas estaban pidiendo el desayuno. Me senté en la cama, me puse mis zapatillas y bata, y miré a mis dos ángeles mirando por la ventana de mi dormitorio, riendo sobre toda la lluvia.

—Vamos, ustedes dos, me muero de hambre.

Mientras me ocupé haciendo pan de mono, la comida favorita de las chicas, Fred las mantenía ocupadas jugando Candyland en la habitación familiar. Los ojos de mamá estaban pegados al televisor, no quería perderse la actualización más reciente de la tormenta. Un fuego ardía en la chimenea y aparte de que la casa estaba vacía de invitados, se sentía como un día normal.
Estaba de pie en el mostrador, mezclando la mantequilla derretida y la canela en un bol, cuando mi mamá vino a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro.

—Te quiero, lo sabes, ¿verdad? —preguntó.

—Lo hago. Yo también te quiero, mamá.

Me incliné y le besé la mejilla, sabiendo que era su manera de disculparse por lo de anoche. No discutíamos a menudo, y no puedo recordar un momento en que ella me hiciera llorar. En realidad no fue ella la que me hizo llorar, sin embargo; fueron más los recuerdos dolorosos de mi relación con Zach y la duda de si alguna
vez encontraría a la persona perfecta para mí y las niñas.

De repente, se produjo un fuerte golpe en la puerta. Nos miramos la una a la otra, preguntándonos quién estaría fuera con este tiempo. Antes de que mamá pudiera incluso hacer un movimiento hacia la puerta... sonó otro fuerte golpe. Ella se apresuró a salir de la cocina, con Fred justo detrás de ella. Las chicas y yo nos quedamos atrás. Oí una conversación y unos minutos más tarde, mamá reapareció en la cocina con una bella pelirroja que parecía estar en sus primeros cuarenta años y una niña que supuse era aproximadamente de la misma edad que Piper y Lucy.

—Camila, esta es Catherine. Catherine, esta es mi hija, Camila. Esas son sus niñas, Piper y Lucy —dijo ella, volviéndose hacia las chicas que ya estaban a su lado, ansiosas por conocer a su nueva amiga.

Me limpié las manos en un paño de cocina y fui a darme la mano con ella.

—Hola Catherine, encantada de conocerte. —Le sonreí cálidamente.

—Encantada de conocerte también, Camila. Esta es mi hija, Jenna —Envolvió su brazo alrededor de la niña tímida que se escondía detrás de ella—. Siento irrumpir aquí de esta manera. Conduje hasta donde pude, pero los caminos están empeorando por momentos, y el puente al final de la carretera está cerrado. No sabía qué otra cosa hacer.

Su voz se quebró mientras contenía las lágrimas.

—Oh, no hay problema. —Mi madre corrió y puso su brazo alrededor de los hombros de Catherine—. Todos nuestros huéspedes se fueron temprano, así que hay mucho espacio. Además, Piper y Lucy estarán encantadas de tener a alguien más con quien jugar.

Con eso, Piper y Lucy tomaron de la mano a Jenna y la jalaron para unirse a su juego Candyland. Hubo tres golpes más en la puerta ese día, todo el mundo diciendo lo mismo.
Que los caminos estaban muy mal como para continuar y que estaban desesperados por un lugar para alojarse. Henry y Melissa, una pareja mayor dulce, fueron los primeros. La siguiente fue una valiente, linda chica recién salida de la universidad llamada Ashley, con la que pensé que podría llevarme bien por los próximos días, y por último llegó un grupo de hermanas de mediana edad llamadas Pat y Sue que estaban en su camino a un espectáculo de antigüedades en Wisconsin. Mamá estaba encantada cuando entró en modo de anfitriona. Estaba en su
gloria cuando la posada se llenaba. Vivía para ello. La casa estuvo llena de charla toda la tarde; personas que comparan sus encuentros de autos atascados y carreteras inundadas. Caía la tarde y yo estaba tomando un enorme lote de mi fabuloso chile de la estufa para la cena, cuando escuché otro golpe en la puerta. Mamá estaba en la terraza de atrás agarrando más leña para el fuego. Con el nivel de ruido en la casa, no
me sorprendió que Fred no lo oyera, así que me limpié las manos en mi camisa y me dirigí al frente. Abrí la puerta y se me cortó la respiración, no estaba segura de si era por el
trueno ensordecedor que entró en la casa con el vaivén de la puerta, o la mujer de pie en el porche. La figura alta y húmeda estaba en una sudadera negra de North Face con la capucha en la cara y una gorra de béisbol. Tenía las manos metidas en los bolsillos de su jean. El viento azotaba a su alrededor y sus mejillas estaban de color rojo brillante, pero ella me miró por debajo de sus pestañas largas y gruesas, y esbozó una gran sonrisa sexy. Juro que las comisuras de sus dientes perfectos brillaban, como lo hacen en las películas. Di un paso atrás, haciendo un gesto para que entrara. Una vez que estaba en la puerta, se me secó la boca. Era grande, mucho más grande de lo que parecía cuando estaba en el porche. Supuse que era casi treinta centímetros más alta que mi corta
estatura de metro sesenta. Tiró de su gorro, revelando su cabello oscuro que era un desastre húmedo de largos rizos sueltos. Me dio esa sonrisa de estrella de cine de nuevo. Esta vez me di cuenta de los dos grandes hoyuelos a ambos lados de su boca. Mi corazón latía tan fuerte, muy segura de que estaba a punto de saltar fuera de mi pecho y a la tierra en el suelo del vestíbulo a sus pies.

—¡Uf! Está brutal allá fuera. —Sacudió el exceso de agua de su chaqueta y pasó sus manos de atrás hacia adelante a través de su cabello, mezclándolo de la forma más adorable.

—Hola, soy Lauren Jauregui. —Me tendió la mano para estrecharla.

—Hola, soy... —Mi mente se quedó en blanco. Cuando hice una pausa, levantó una curiosa ceja y me sonrió. Mierda, me iba a desmayar.

Contrólate, Camila.

—Camila. Camila Cabello.

En el momento en que su mano envolvió la mía, sentí todo mi cuerpo despertarse de la hibernación. Su cálida fuerte, mano actuó como un acelerador que prendió todas las células y los nervios de mi cuerpo en llamas. Me sentí como una idiota cuando me di cuenta de que habíamos terminado de estrechar la mano, pero no me había molestado en alejar la mía todavía. Rápidamente, la arranqué de nuevo y envolví mis brazos alrededor de mí instintivamente.

—Tomé un giro equivocado y pensé que estaba en el buen camino. Difícil de ver que era un camino de entrada. De todos modos, mi camioneta se ha quedado atascada en el barro que hay. ¿Alguna posibilidad de que pueda tomar una habitación para la noche?

Mis hombros se hundieron, junto con mi corazón.

—Uh-oh. —Leyó la decepción en la cara—. ¿No tienes ninguna habitación disponible?

—No, están todas ocupadas —respondí en un tono tranquilo, casi inaudible.

—Oh. —Ellarespiró hondo y lo obligó a salir—. No hay problema, voy a encontrar una manera de sacar mi camioneta y seguir adelante. Estoy segura de que hay algo más por el camino.

—Quédate aquí. —Me di la vuelta para ir a buscar a mi mamá, pero ella ya estaba entrando en la esquina de la cocina.

—¡Hola! —dijo mi mamá en su característico tono de bienvenida.

—Hola, soy Lauren Jauregui. —Ofreció su mano de nuevo.

—Hola Lauren, soy Sophia Cabello.

—Tiene un lugar muy agradable aquí —dijo, mostrando su hermosa sonrisa a mi mamá.

Si había una línea directa hacia el corazón de mi madre, era felicitar a su posada. Este lugar era su otro bebé.

—Estaba en realidad yendo a buscarte. Sé que estamos llenos, pero está horrible allá fuera. No podemos hacerla regresar con este tiempo, mamá —le espeté, sonando más desesperada de lo que pretendía.

—Por supuesto que no, querida. —Ella me sonrió con curiosidad, antes de volver su atención a Lauren—. No tengo ninguna habitación disponible, Lauren, pero tengo un sofá muy cómodo en la habitación familiar. No es privado en absoluto, pero es mucho más caliente que tu vehículo. Nos encantaría que te quedaras con nosotros.

—Uh, hay un problema. Tengo un perro también. Él es súper amable y domesticado, pero probablemente estaría bastante enojado conmigo si le digo que tiene que dormir en la camioneta. ¿Hay alguna posibilidad de que pudiera dormir en el suelo en un cuarto de lavado, tal vez?

—¡Por supuesto que no! —dijo mamá—. Ningún lavadero para él, puede acurrucarse junto al fuego.

—¿Está segura? No quiero incomodar.

Estaba hablando con mi mamá, pero me miraba, haciendo que mi corazón acelerara.

—Tonterías. Te vas a quedar aquí, y también tu perro, eso es definitivo. Ven y sácate tu chaqueta mojada y caliéntate durante unos minutos antes de traer a tu perro. Vas a coger una neumonía.

Ella puso su brazo alrededor de ella y la condujo hacia la parte posterior de la casa mientras yo las seguía por detrás.

—Llegas justo a tiempo, en realidad. Mi hermosa soltera hija acaba de hacer un gran lote de su delicioso chili.

Mamá me miró y guiñó un ojo. Mi cara se enrojeció mientras rodé los ojos, justo a tiempo para mirar hacia arriba y captar a Lauren girarse, sonriéndome. De repente, arrastrarme hacia los cojines del sofá y ocultarme durante los próximos días sonaba como una idea maravillosa.

Room For YouWhere stories live. Discover now