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                                                                                                                                   Lunes, 4 de septiembre de 2023


Me di la vuelta en la cama y sentí un bulto a mi lado. Me levanté de golpe y suspiré cuando vi a mi prima durmiendo. No me acordaba de que estaba aquí.

Tuve la sensación de haber soñado todo lo sucedido ayer, pero no, era cierto. Ella estaba aquí.

Sonreí de felicidad.

Recuerdo a mi madre cuando me vio llegar con Zaida. No se lo creía. Supongo que pensaba que no podríamos conseguirlo. Lo cierto, es que si no fuera por Álvaro, la aventura no hubiera terminado bien.

—¿Dónde estoy? —preguntó mi prima, incorporándose de golpe.

—Tranquila, Zaida. Estás en España.

—¿Te vas?

—Sí, tengo que trabajar.

—¿Y a qué hora vuelves?

—Sobre las cuatro y media.

—¿Y tu madre?

—Mi madre también va a trabajar. Entramos y salimos a la misma hora —le expliqué.

—¿Me vais a dejar tantas horas sola?

—No te preocupes. Aquí estarás bien —traté de tranquilizarla.

—¿Segura?

—Sí, claro. En la cocina hay de todo para comer y puedes usar mi ropa. Por cierto, voy a pedir días en el trabajo para ayudarte a mirar lo de tus estudios.

—No sé cómo te voy a pagar todo lo que has hecho.

—No necesitas pagarme nada. —Esbocé una sonrisa y me puse en pie.

Mi madre tocó la puerta y asomó la cabeza.

—¡Buenos días, chicas!

—¡Buenos días! —contestamos Zaida y yo al unísono.

—Ya está el desayuno preparado —informó.

—Mmm... Huele genial, mamá. Me doy una ducha rápida y voy.

Cuando fui a la cocina, mi madre y Zaida ya estaban desayunando. Me senté y lo primero que hice fue verter un poco de té en la taza.

Comimos hablando de la hazaña de ayer. Menos mal que le dije a Zaida que no le contase nada a mi madre acerca de Álvaro, sé que pondría el grito en el cielo.

—Bueno, Zaida. Nosotras nos vamos ya. Tú haz como si estuvieras en tu casa.

—Yo voy a tratar de venir a la hora de comer, ¿vale? —añadió mi madre.

—No, mamá. No creo que puedas, es lunes y suele haber mucho trabajo.

Necesitaba habla con ella hoy, en eso había quedado con Álvaro y tampoco quería alargar más la situación que estaba viviendo.

—Bueno, hija. Pues eso, Zaida. Hay comida en un túper en la nevera. La puedes calentar en el microondas.

—No te preocupes, tía. Estaré bien. Por cierto, ¿no te pones el hiyab? —pregunto mi prima con los ojos como platos al ver que mi madre salía al rellano con su melena al viento.

—Pregúntale a tu prima. —Me señaló con la mirada.

—Me costó mucho convencerla y hasta vamos a la playa con bañador y todo. —Levanté las dos cejas al mismo tiempo, mientras enseñaba mi mejor sonrisa—. Si necesitas cualquier cosa, no dudes en llamarme. Y si alguien timbra y no te sientes cómoda abriendo la puerta, no lo hagas. ¿Vale?

AishaWhere stories live. Discover now