Jueves, 25 de mayo de 2023

Llegué temprano a la Universidad. Hoy tenía los exámenes finales y estaba muerta de miedo. Creo que aprobaría todo, pero siempre había dudas.

Desde la entrada del edificio busqué a María y la vi llegar a lo lejos. Me saludó con la mano mientras llegaba hasta mí.

—Buenos días, Aisha. —Me dio un abrazo seguido de dos besos.

—Buenos días, ¿preparada?

—¡Qué va! Muerta de miedo es lo que estoy.

—No menos que yo, te lo aseguro.

Entramos y nos dirigimos al gran salón donde vimos a Patricia y a Alba. Ya estaban sentadas y lo hicimos junto a ellas. Poco después llegó Martina, respirando de forma agitada.

—Perdí el autobús —explicó.

Se sentó a continuación de María.

Enseguida llegaron los examinadores y explicaron el procedimiento. Debíamos sentarnos por grados y nos tocó separarnos. Repartieron los exámenes y pusieron el tiempo en una gran pantalla digital.

Estaba casi segura de que todo me había salido bien y por eso salí sonriendo del salón. Alba ya estaba esperando fuera, sentada en unas sillas de plástico que había ancladas al suelo.

—¿Qué tal? —preguntó.

—Creo que bien. ¿Y tú?

—Yo también. Ahora solo falta que nos den las notas.

—Lo estoy deseando. Necesito quitarme este peso de encima, encontrar un buen trabajo y que mi madre pueda dejar el suyo.

—Su jefa la tiene explotada, ¿no?

—Efectivamente, trabaja de sol a sol, sin descanso.

—Vaya...

La puerta se abrió y salió María. La miramos interesadas por saber.

—¿Y? —preguntamos las dos al unísono.

—Creo que bien.

—Pues ya somos tres —dije.

—Espero que no tarden mucho en salir Martina y Patricia.

Alba miró el reloj de su pulsera.

—En quince minutos se acaba el tiempo, así que no pueden tardar mucho.

Fueron de las últimas en salir, nos reunimos las cinco y fuimos hacia la cafetería. Necesitábamos tomar algo y distraernos. Al fin se habían terminado las clases, los proyectos, los exámenes... y, con un poco de suerte, no tendría que recuperar ninguna asignatura.

—Nos merecemos unas buenas vacaciones, ¿no creéis? —Alba estaba bastante animada.

—Yo creo que sí —secundó María.

—Por supuesto. —Fue el turno de Martina.

—Deberíamos mirar algún sitio al que ir —se pronunció Patri.

—Ya sabéis que yo trabajo —dije apenada.

—¿Pero no tienes vacaciones? —Martina levantó la mano para llamar la atención de la camarera.

—¿Ahora? ¿En verano? Ni de broma. ¡Es imposible!

—¿Ni unos días...? —María se puso en pie—. Bueno, voy al baño. Pedidme una Fanta de naranja, bien fría. Vuelvo enseguida.

—Habla con tu jefe y miramos para irnos de vacaciones unos días después de la graduación.

—Ya no es solo porque no me den días libres, Martina, sino también porque no tengo dinero.

—A ver, yo creo que entre las cuatro, podremos afrontar tu parte, ¿a qué sí? —Patri miró a todas.

—Por mí no hay problema, poco más será —comentó Alba sonriente—. Le preguntaremos a María, aunque casi seguro que dirá que sí.

La camarera vino y pedimos nuestras bebidas. Detrás de ella, llegó María.

—¿Y? ¿En qué quedó la conversación? —Quiso saber.

—Te comento —empezó diciendo Patricia—, estábamos hablando de ir unos días de vacaciones, y entre las cuatro, afrontar el gasto de Aisha para que pueda venir. Yo creo que poco más será.

—Ya sabéis que por mí no hay problema. Que no haría yo por mi mejor amiga... —Alargó el brazo y posó su mano encima de la mía.

Tuve que contener las ganas de llorar, porque yo era así, bastante sensible y sentimental. Y tenía unas amigas que valían su peso en oro.




AishaWhere stories live. Discover now