41

29 4 0
                                    

                                                                                                                            Domingo, 3 de septiembre de 2023


Mi prima estaba esperándonos donde habíamos acordado. Se subió al coche con rapidez y nos indicó que saliéramos de allí lo antes posible.

—¡Hija! ¡Zaida! ¿A dónde vas?

—Mierda, mi padre.

Miré por el retrovisor y divisé a lo lejos a mi tío, que venía corriendo hacia nosotros.

—¡Álvaro, arranca ya! —exclamé casi gritando.

Eso hizo. Salió tan rápido que las ruedas derraparon sobre el asfalto.

La pobre miraba hacia atrás, viendo como nos alejábamos de su padre, que había dejado de correr, y de la ciudad que la vio nacer.

—Tranquila, Zaida. Estás a salvo. A partir de ahora, tendrás la vida que tú quieras tener y no la que otros te impongan.

—No sé, me da miedo mi padre.

—Tu padre ya no podrá hacerte nada en España. Y además, hoy es tu cumpleaños. Ya eres mayor de edad. Por cierto, ¡muchas felicidades!

—Gracias, prima. —Alargó el brazo y lo posó encima de mi hombro.

—Por favor, Aisha. ¿Me puedes ir traduciendo? —preguntó Álvaro con cautela.

—Sí, sí, claro que sí, perdón. —Puse mi mano encima de la suya y le traduje lo que acabábamos de hablar mi prima y yo.

—¡Muchas felicidades, Zaida! —afirmó él, mirando por el retrovisor a la cumpleañera.

El teléfono de mi prima empezó a sonar.

—Es él —informó con la voz temblorosa.

—¿Por qué no apagas el móvil? —sugerí.

—Sí, será lo mejor —contestó dudosa.

Pude ver por el retrovisor como le daba al botón de apagado y la pantalla se quedaba de color negro.


Llevábamos más de una hora y medio de camino y Zaida dormía plácidamente. Se había quedado traspuesta hacía ya un buen rato.

—Pobrecilla, seguro que no habrá dormido en toda la noche.

—Yo tampoco, estaba muy nerviosa por el viaje —confesé.

—¿Y por qué no tratas de descansar?

—No, aguanto bien. Además, ya estamos llegando a la frontera.

—Sí, ya queda poco.

Ávaro y yo hablamos durante el poco trayecto que nos quedaba.

—Y tu prima, ¿qué va a hacer cuando llegue a Málaga?

—Supongo, que lo primero será aprender español, aunque con su edad, no creo que sea ningún problema. Mi madre lo aprendió y era más mayor cuando fue.

—¿Pero tu madre no hablaba español cuando estuvo en Melilla?

—Ahora que me lo peguntas... —Me quedé un momento pensativa—. Sí, sé que lo hablaba un poco. Lo cierto, es que nunca me contó mucho sobre esa etapa de su vida. Seguramente, para ocultarte quién era mi padre.

—¿Sabes una cosa, Aisha?

—Dime. —Fruncí el ceño.

—Todavía me sorprende que tu madre y mi padre, bueno, mi padrastro, hayan estado juntos.

AishaWhere stories live. Discover now