Epílogo

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Epílogo

15 de junio del año siguiente.

Sandra cerró la puerta tras despedirse por última vez de sus padres. Después se dio la vuelta, componiendo un gesto de desesperación. Todo estaba terriblemente desordenado: la mesa llena de platos y vasos por doquier, el suelo recubierto de papel de regalo y cajas, las decoraciones que había colgado en la pared esa mañana se encontraban en el suelo, en su mayoría, después de que el huracán Taylor y su manía de agarrarlo todo pasara por ellas.

—¡Krystian! —gritó con una nota de pánico en la voz.

Él no respondió y Sandra supo, por el sonido del grifo abierto en la cocina, que su chico estaba fregando los destrozos que la cena festiva había dejado.

—¡Krystiaaaaan! —Probó de nuevo.

Esta vez él sí la escuchó, pues el grifo se cerró y acto seguido él apareció en el salón, donde Sandra contemplaba la ingente cantidad de desorden que se abría ante sus ojos.

—¿Qué pasa? —preguntó él, algo asustado.

—¡Que esto está hecho un desastre! Menudo caos, y ahora nos toca limpiarlo todo.

Krystian no pudo evitar reírse de la expresión desolada de ella y se acercó con confianza a su cuerpo. La estrechó entre sus brazos, besándola suavemente en la mejilla.

—La próxima vez no invites a tanta gente a tu cumpleaños y obtendrás menos desorden.

—Tampoco eran tantos...

—¿Cómo que no? Tus padres, Klaudia, Nando, Tania, Óscar, Minerva, Poncho, Taylor, Gracia y ese novio tan rarito que tiene... —Krystian contó a todos con los dedos—, y tus compañeros de la universidad que han pasado a saludar. ¡Si ha habido un momento en el que ni cabíamos todos dentro del piso!

Tenía toda la razón, pues el piso en el que Sandra vivía con sus amigos no era lo suficientemente grande para albergar a tanta gente. Aun así, ella se había empeñado en celebrar su veintidós cumpleaños allí y tanto Poncho como ella se habían pasado toooodo el día cocinando para conseguir tener un menú digno del mejor restaurante. Pero, evidentemente, todo eso había desembocado en el desastre que ahora tenían delante.

—Bueno, al menos lo hemos pasado muy bien, ¿no? —Sandra trató de verle el lado bueno.

—Claro que sí. Además, esto en tres o cuatro días lo tendremos recogido de nuevo —bromeó Krystian.

Sandra puso los ojos en blanco.

—Tendría que haber hecho una fiesta en la casa de Nando y ya, como hace un par de años.

—Bueno... yo creo que esa fiesta generó consecuencias mucho más grandes que unos platos sucios. ¿No?

Sandra levantó la cabeza hacia él y tomó aire, respirando ese aroma que tanto le gustaba. El olor de Krystian era y había sido desde hacía mucho tiempo ya, lo que ella relacionaba con la palabra «hogar».

—Fue un poco movidita, sí.

Con un movimiento, Sandra lo estrechó entre sus brazos, sintiendo su calor. Después, con manos traviesas, coló sus dedos por debajo de la camisa de él.

—Oye, ¿y si en vez de recoger esto nos vamos a la habitación y...? —propuso.

Krystian soltó una carcajada.

—No me líes, que como vuelvan Poncho y Minerva y encuentren la casa así nos matan.

—Bueno, Krystian, pero... ¿un poquito? —Le guiñó un ojo.

Él se quedó mirándola, hechizado.

—Ya me estás convenciendo otra vez...

Bajó la cabeza un poco y la besó una vez más en los labios, tratando de controlarse para no caer en la tentación de nuevo y levantarla en el aire para llevarla a la habitación en volandas.

—Venga, déjate llevar, Krystian... Si luego nunca te arrepientes.

Y cuando volvió a besarla, Krystian supo que estaba perdido. Que Sandra se lo había llevado a su terreno una vez más. Porque si algo conseguía ella era hacerle caer presa de sus impulsos de forma constante.

Krystian alzó a Sandra entre sus brazos y ella ahogó una carcajada contra el hombro de él. Después, solamente caminó hasta la habitación de ella, apretándola contra su pecho como si fuera lo más preciado que había portado nunca.

Cuando la puerta de la habitación se cerró, los susurros y las risas quedaron silenciados. Sandra y Krystian volvían a estar solos.

Fin.
Edimburgo. 30/12/19. 3:16 am.


Muchas gracias por haber llegado hasta aquí y por leerme ♡ Habéis tenido muchísima paciencia

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Muchas gracias por haber llegado hasta aquí y por leermeHabéis tenido muchísima paciencia. Ha sido un placer leer vuestros comentarios y sentir vuestro apoyo. Si ya no tenéis qué leer, os recomiendo mucho correr a mi perfil para leer «Una luz en la distancia» y la segunda parte de «Lo llaman Karma», que llegará dentro de muy poco.

Mil besos y nos vemos pronto

Mil besos y nos vemos pronto ♡

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