Capítulo 6

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Hola amores :) Sigo por aquí, aunque parezca que no. Ahora mismo, de hecho, confinada en casa porque tengo covid :(
Espero que os guste el capítulo, es uno de mis favoritos.


Capítulo 6

Eran las tres de la mañana cuando Krystian decidió que era hora de volver a casa. No tenía ni idea de si la fiesta de Sandra aún seguiría en marcha, pero ya no había nada más que pudiera hacer en la calle a esas horas. Se había tomado dos copas completamente solo y comenzaba a encontrarse peligrosamente cerca de ponerse a beber chupitos y a ahogar sus penas de esquina en esquina. No. Prefería no tener que soportar humillaciones públicas.

Subió las escaleras del portal lentamente, sintiendo vergüenza. No querría molestar si la hermana de su amigo aún seguía con su fiesta de cumpleaños. Se encerraría en su habitación y no saldría más hasta la mañana siguiente. Esperaba que la fiesta de esa joven no fuera como las que él organizaba con su edad, pues en ese caso era muy probable que encontrara en su habitación a alguna pareja divirtiéndose sobre su cama. Rezó porque no fuera así; Sandra era una niña aún, no creía que su fiesta fuera una de esas. Seguramente ya había acabado, sí, y todos se encontrarían ya en su propia casa...

Pero la música que oyó en cuanto se encontró subiendo las escaleras para llegar al piso de Nando le advirtió de que se estaba equivocando. Oyó gritos y estuvo tentado de darse la vuelta, volver a algún bar y quedarse toda la noche fuera como si fuera un gilipollas y un llorica. Pero no. Prefería entrar en la casa, quizás ponerse a ver una película hasta que los chavales se fueran de la casa. Tampoco podrían quedarse mucho más, ¿verdad?

Abrió la puerta de la entrada, no sin cierto temor.
Música hip-hop llenó sus oídos de pronto y lo que vio dentro de su nueva casa no era para nada una reunión de amigos, en absoluto. Los jóvenes bailaban unos con otros al ritmo de 3005, de Childish Gambino y las luces estaban apagadas, pero Sandra había colocado algunas lámparas de colores en lugares estratégicos, haciendo que el salón de la casa se iluminara casi por completo en azul, rojo, verde... Sólo faltaba una bola de discoteca.

«Estás viejo para estas cosas, seguro que ya no se hacen bolas de discoteca», se dijo Krystian a sí mismo. Nadie reparó en su presencia. Esa nube de jóvenes estaba demasiado inmersa en sus bebidas, en su música y en restregarse los unos con los otros. Sobre la mesa que antes había ayudado a montar junto a Sandra encontró decenas de botellas de alcohol de todos los tipos y marcas. Joder, cómo se lo montaban esos chicos... estaba seguro de que los vecinos ya se habrían quejado en algún momento por el escándalo que estaban montando, pero algo le dijo que ellos ni siquiera habrían oído la puerta si alguien había llamado.

—Ey, ¡hola! —dijo una voz a su espalda.

Tardó varios segundos en reconocerla y ni siquiera después de asumir de quién se trataba, estuvo seguro de su identidad. Creía que era la amiga de Sandra que había acudido a la casa de Nando unos días antes, pero, para ser sincero, solo la había visto un par de minutos y no se había fijado mucho en ella.

—Hola —saludó Krystian con cierta timidez—, buena fiesta.

—Yo soy Minerva. —La joven se adelantó sin ningún tipo de pudor y le dio dos besos sin borrar de su bonito rostro una enorme sonrisa. Tenía el cabello tan negro como el ébano, contrastando con una piel totalmente blanca y sus labios pintados de rojo—. Le diré a Sandra que estás aquí.

—La verdad es que me voy a la cama. Estoy muy cansado. —Tuvo que alzar la voz, pues era difícil hacerse oír por encima de todas esas voces y la música.

—¿No quieres felicitarla? Ya es oficialmente su cumpleaños.

Minerva volvió a sonreír, sus dientes eran tan blancos y perfectos que parecía recién salida de un anuncio de televisión juvenil. Krystian se sintió incómodo; si tenía que ser sincero... no, no quería felicitarla. Prácticamente, le daba igual que fuera el cumpleaños de Sandra, él sólo quería meterse en su cama y estar solo de nuevo.

Cada centímetro de ti.Where stories live. Discover now