Capítulo 26

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Capítulo 27


Krystian aparcó frente a la casa de Sandra y se quedó dentro del coche. Sabía que no tendría necesidad de llamarla, pues ella era muy puntual. Apenas unos segundos después, la puerta de la bonita casa construida en ladrillo se abrió y ella cruzó el pequeño jardín hasta llegar a la acera donde él se había estacionado.

El coche de Krystian era un Audi negro, Sandra lo reconocería en cualquier lugar. La joven entró al coche como un torbellino, como siempre, y se lanzó a abrazarlo antes siquiera de que él pudiera reaccionar. No lo besó, hecho que dejó a Krystian ligeramente decepcionado durante unos segundos.

—¡Menudo calorazo hace! —exclamó la joven.

Sandra vestía unos pantalones cortos azules y una camiseta con el símbolo de Coca-cola. Krystian, alejado de su aspecto formal habitual, también se había decidido por una camiseta de manga corta y unos pantalones piratas oscuros. Ella se quedó observando la curva de sus hombros durante unos segundos, con muda admiración. Krystian estaba bastante fuerte, algo que ella no había percibido hasta ese momento. Su piel era muy blanca y estaba convencida de que, si pensaban pasar el día bajo ese fuerte sol de principios de julio, se acabaría quemando.

—Estás muy guapa.

—Y tú estás buenísimo —contestó ella, dándose cuenta al instante de lo que acababa de decir, como si se hubiera sorprendido ella misma.

Krystian enarcó una ceja, pero no pudo hacer más que soltar una sonora carcajada y arrancar el coche en ese momento. Sandra trató de desviar la atención de su último comentario.

—¿Cuál es ese plan tan misterioso que has preparado? —preguntó—, me muero de hambre, espero que tu plan comience por parar a comer en algún sitio.

Krystian negó con la cabeza mientras se incorporaba a la carretera.

—Me temo que si paramos, no llegaríamos a nuestro destino a tiempo. Pero mira en los asientos de atrás.

Sandra descubrió una bolsa grande reposando en la parte trasera del coche. La abrió con dificultad, sin poder moverse del asiento, y descubrió dentro de la bolsa un par de bocadillos envueltos cuidadosamente en papel de aluminio. Junto a ellos encontró un sinfín de frutas: manzanas, plátanos, melocotones... y varias latas de refrescos.

—No sabía qué te gustaría para comer.

—¿Así que has traído de todo? —preguntó Sandra, sorprendida—. Ahora no puedo aguantarme las ganas de saber a dónde vamos. ¿No piensas decírmelo?

Krystian negó con la cabeza.

—Por eso se llama sorpresa.

—De acuerdo. —Con fingida desilusión, Sandra se resignó, sentándose correctamente en el coche de nuevo y abrochándose el cinturón. Después lo miró, quedándose hechizada por unos segundos por esa mandíbula fuerte y angulosa, los ojos azules y esos labios carnosos. —¡Por cierto!

—¿Qué pasa?

—Se me ha olvidado algo.

Se acercó a él y lo besó en la mejilla tiernamente. Krystian quiso aparentar tranquilidad absoluta, y, de hecho, lo habría conseguido ante cualquiera, pero no ante ella. Sandra vio que apretaba el volante con cierto nerviosismo y que una sonrisa pugnaba por dibujarse en sus labios.

En ese momento lo quiso más que nunca.

***

Cuando el coche se detuvo, Sandra estuvo a punto de salir corriendo del automóvil. Tuvo que controlarse bastante para desabrocharse el cinturón y abrir la puerta con cuidado.

Cada centímetro de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora