Capítulo 18

257 35 3
                                    


—Hacía un montón de tiempo que no venía a una fiesta así —comentó Krystian, apoyado sobre el respaldo de ese sofá de cuero—, aunque tu hermano y yo las organizábamos todo el tiempo mientras estábamos en la universidad.

Sandra sonrió, mirándolo. Se llevó a los labios un vaso de zumo de piña, aunque Krystian bebía una cerveza, a apenas unos centímetros de distancia.

—Yo... prefiero una película y palomitas. O algún plan un poco menos... —señaló a su alrededor—, concurrido. Pero esto está bien de vez en cuando. Además, Sophie vuelve a Francia la semana que viene y me imagino que Poncho quería despedirse de ella.

—¿Sophie? —preguntó Krystian.

—El «rollo» de Poncho. Es francesa y estaba de intercambio durante este curso.

Krystian asintió con la cabeza, aunque algo confundido.

—Pensé que Poncho y Minerva estaban saliendo.

Ante sus palabras, Sandra soltó una carcajada. ¿Cómo iba a existir algo así entre sus dos mejores amigos?

—¿Qué dices? ¿Poncho y Minerva? —se rio al pensarlo—, no se me ocurren dos personas más diferentes.

—¿Y qué tiene de malo que sean diferentes? Eso está bien. Además, yo creo que se gustan... aunque no los conozco mucho. Me ha dado la sensación por cómo se miran.

—¿Estás hablando de romances, gustarse, salir...? Dios mío, ¿quién eres tú y qué has hecho con el Krystian que yo conozco?

Él soltó una carcajada y siguió bebiendo de su vaso. La parte más racional de su cerebro le estaba preguntando qué demonios hacía en esa fiesta acompañado de Sandra, pero si tenía que ser sincero, llevaba semanas obligando a esa vocecita a que se callara para poder seguir sus impulsos, por primera vez en su vida. Para Krystian, para quien todo debía ser calculado al milímetro, estar esa noche ahí era como saltar por un puente dejando la cuerda atada a la barandilla: una puta locura.

—Yo también tengo sentimientos.

—Pues no los muestras.

—Pero no estaba hablando de mis sentimientos, sino de los de tus amigos.

—Touché.

Una muchacha pelirroja se acercó a ellos con aire algo tímido y saludó a Sandra con una sonrisa. Ella le devolvió el sonido de forma animada y le presentó a Krystian a algunas personas que se encontraban en la fiesta y que podían considerarse sus amigos. Antes de darse cuenta, estaban rodeados de sus compañeros, que se dirigían a Krystian con curiosidad y le preguntaban cosas como: ¿de dónde eres? ¿cuántos años tienes? ¿por qué nunca te habíamos visto en clase antes?

Todo el mundo parecía interesado en Krystian y, aunque al principio le pareció gracioso, Sandra no tardó en darse cuenta de que probablemente él se estaría agobiando. Al fin y al cabo, era bastante introvertido. Haciéndole un gesto, Sandra se movió, caminando hacia la cocina. Krystian tardó unos segundos en librarse de las conversaciones que estaba manteniendo, pero al final la siguió en su recorrido por la casa, estrechando su mano para no perderla en ese tumulto de gente.

—¿A dónde vamos? —preguntó Krystian.

—Ni idea, es la primera vez que vengo a esta casa.

—Perfecto —su voz fue un susurro divertido.

Sandra lo guio por la casa hasta encontrar la cocina, situada al otro lado de la entrada. Allí, algunos jóvenes charlaban animadamente mientras comían pizza y bebían. Sandra saludó a algunos de sus compañeros de clase, que la observaron, curiosos al ver que de su mano caminaba un hombre bastante mayor que ellos. Sandra fingió no percatarse de su escrutinio y llegó hasta la puerta de cristal que conducía al inmenso jardín.

Cada centímetro de ti.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum