Capítulo 35

202 25 5
                                    


Capítulo 35


—Una y me voy —dijo Sandra—, tengo que estudiar un montón y vosotros también. ¡No sé por qué insistís tanto en querer salir esta noche!

—¿Y por qué no? —replicó Poncho—, nos pasamos la vida en clase. También nosotros nos merecemos un descanso de vez en cuando.

Sandra suspiró, siguiendo a su amigo hacia la puerta del Palmeras. Minerva, a su lado, permanecía en silencio, como expectante por algo. Sandra se preguntó qué demonios le pasaba a su amiga, que llevaba muy rara todo el día.

Mil cosas habían cambiado en ese año para ellos, empezando por la principal: ahora los tres vivían juntos. Habían alquilado un piso cerca del campus universitario y un apartamento de solo dos habitaciones les era suficiente, pues Minerva y Poncho eran pareja ahora. Sandra se sorprendía cada vez que lo pensaba, pero reconocía que, desde esa fiesta en la que Krystian le había dicho que creía que sus dos amigos se gustaban y el mismo día siguiente, cuando Minerva le había contado que se habían acostado, Sandra ya había sabido que, por mucho que lo negaran, ellos dos iban a terminar juntos. Y se alegraba, sin ninguna duda. Pocho y Minerva eran dos personas muy importantes en su vida y, a decir verdad, no pegaban nada. Pero se querían, y eso era lo importante.

—¿De verdad me habéis traído al Palmeras? —preguntó Sandra, frunciendo el ceño—. Este lugar me trae unos recuerdos rarísimos.

—¿Buenos o malos? —le preguntó Minerva, rompiendo su silencio.

—Pues mira, a estas alturas ya no tengo ni idea.

Abrió la puerta del bar y el familiar aroma a licores de sabores junto al olor del café recién molido llegó hasta ella. La sensación que eso le provocó fue como si alguien estrujara su vientre, trayéndole a la mente demasiados pensamientos a la vez. Sandra se dirigió a la barra, aún hablando con sus amigos.

—Os lo he dicho ya, eh. Me tomo un zumo y me voy a casa, que es martes y no tengo ganas de fiesta.

—Bueno, pero deja que tus amigos se tomen una cerveza tranquilamente, ¿no? Estás muy tensa, Sandra...

—Por supuesto que vosotros podéis beber lo que os ape...

Ni siquiera terminó de pronunciar esa palabra cuando su corazón se quedó parado, mirando hacia el otro lado del bar. Lo vio sentado junto a una mujer de unos treinta y cinco años y de pronto la sensación la abrumó. Perdió por completo el hilo de la conversación que estaba teniendo, así como el concepto de espacio y tiempo. Porque ahí estaba Krystian, a apenas unos metros de ella.

Él levantó la cabeza en ese instante, interrumpiendo su conversación con la mujer como si hubiera sentido su presencia. Se miraron durante lo que parecieron horas.

—No puede ser —susurró.

Y ni Minerva ni Poncho estaban sorprendidos en lo más mínimo, al fin y al cabo habían tenido que renunciar a estudiar esa tarde porque Nando les había pedido que, por favor, se encargaran de llevar a Sandra al Palmeras a las diez de la noche. Sabían que, después de meses manteniendo una relación bastante mala con Nando, el intento de éste por hacer las paces con su hermana solo podía pasar por un requisito indispensable: Krystian.

—¿Qué hago? —preguntó Sandra—. ¿Me acerco? —Había una nota de desesperación en su voz.

Pero no fue capaz de moverse, sino que se quedó ahí como una estatua, mirando a Krystian. Y fue él quien, finalmente, se puso en pie y se acercó a ella, con pasos inseguros.


Gracias por leer :) El capítulo es cortito, así que tendréis el siguiente mañana <3

Gracias por leer :) El capítulo es cortito, así que tendréis el siguiente mañana <3

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cada centímetro de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora