Capítulo 38

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EDA MARSHALL

No consigo concentrarme demasiado en el entrenamiento de Alanna. Mi mente esta en lo que estará pasando con Kaleb y en estos días donde dijo que solo había fingido.

Alanna y yo estamos en el jardín, su madre y la de Kaleb están dentro con los nervios a flor de piel, y no es para menos.

Le enseño a Alanna varias llaves, golpes y a como esquivar lo suficiente para ganar tiempo con un demonio como Ethan. Ella no lo hace nada mal, solo necesitaba que alguien confiara en su potencial. Para empezar a practicar con su poder para darle mucha más fuerza a sus golpes, tenemos que tener mucho cuidado. Nunca me he encontrado con un ángel y mucho menos conozco su poder.

— No funciona. —murmulla con desespero. Hasta ahora nada de lo que hemos intentado funciona. — ¿Por qué soy la que puede matar a Ethan si ni siquiera tengo poder?

— ¿No tienes poder? —pregunto sorprendida. — Alanna, no hace mucho que has frito a  unos demonios desprendiendo una luz cegadora.

— No sé como lo hice. No puedo controlar como y cuando ese poder sale de mi cuerpo.

— Quizás solo tienes miedo de herir a los demonios equivocados. —digo y me mira con tristeza.— Tú estas reprimiendo tu potencial porque temes hacerle daño a los que te importan. Estás asustada, piensas que muy probablemente no serás capaz de controlarte.

— Tú lo haces tan fácil. —alzo la ceja. — Pudiste pelear contra mi primo de una manera tan fácil.

— ¿Fácil? Casi muero intentando detenerlo. No es fácil, se necesita mucha practica y lo más importante, necesitas confianza en ti misma. —ríe. — Vamos, eres un ángel, puedes ser más poderosa que un demonio y piensa que de no serlo Ethan no se tomaría la molestia de intentar matarte. Él sabe que puedes aprender a controlarlo y que lo matarás.

— A penas sé como hacerlo. Solo recuerdo que me enfadé, quería salvar a mi familia y me sentí poderosa.

— Mi madre me dijo que las brujas solos más poderosas cuando nos enfadamos porque perdemos el control y podemos convertirlo todo en cenizas.  —le sujeto las manos y las pongo boca arriba. Agarro una de las flores del jardín y se la pongo en la palma. — ¿Qué es lo que más te enfurece?

— Que mis padres me hayan ocultado la verdad por tanto tiempo y que ahora ni siquiera sepa defenderme. —dice muy seria. — Me enfurece ser tratada como un frágil cristal.

Una luz cegadora sale de sus manos. La flor arde en medio de la luz y desaparece. Desde que la conocí supe que no era una chica frágil, que poseía un poder capaz de vencerlo todo y no me equivoqué. Ella puede llegar a ser un peligro para cualquier ser maligno y aunque se equivocaron privándola por tanto tiempo de su verdadero destino, no le será muy difícil aprender a controlar y usar su poder.

KALEB ® {03}Where stories live. Discover now