Capítulo 9.

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YULIMA TYLER

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YULIMA TYLER.

Descontrol.

Hemos criado a nuestro hijo hablándole sobre el bien y lo poderoso que es el mal. Sabe que es como el oro para un ladrón: tentador e irresistible. Finalmente el ladrón siempre opta por hacerse con el oro. La oscuridad siempre querrá llevarse a mi hijo y yo era consciente de que tendríamos que luchar contra eso.

Ahora ha sido Ethan, que de alguna manera ha logrado contactar con él, pero mañanau podría ser Lucifer. Lo peor es qué nosotros no podemos hacer nada para mantenerlo en el camino correcto, es él quien debe elegir su destino.

Eso es lo que más miedo nos da.

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Todos lo están atacando, y eso hace que mi hijo enfurezca mucho más.
Sabe que puedo morir en algún momento. Que una simple enfermedad o un accidente puede acabar conmigo y eso lo está derrotando.

Kendo ha sido herido pero se cura de inmediato gracias a que su hija esta cerca, aunque él puede hacerlo, con la presencia de su pequeña lo puede hacer con mucha más rapidez.

Llega hasta él la única persona capaz de romper cualquier barrera mágica, da igual que esa barrera la esté imponiendo Kaleb, él puede hacerlo y enfurecido, muchísimo más. En todo momento he tenido claro que Myke no dejaría que su hijo se convirtiera en el nuevo demonio que masacre este pueblo. Aunque claro, también he sabido desde el primer momento que dejaría a su hijo desahogarse con quienes él quisiera antes de detenerlo.

— ¡Myke! —Exclamo enfadada. No puede darle el la opción a nuestro hijo de asesinar a quien le plazca.

Él me mira, sonríe y mira a Kendo. Siempre se han dicho todo con los ojos y ahora no será la primera excepción.
De repente agarra a nuestro hijo y se marcha con él. Todos quedan perplejos y no saben muy bien como reaccionar a todo esto ¿Dónde se lo ha llevado? Aunque verdaderamente es la mejor opción.

— ¡Queremos su cabeza! —Grita un señor.

— Puedo arrancarte la tuya y ponerla encima de una estaca. —Le digo acercándome—. ¿Quieres eso?

— ¿Proteges a un demonio?

— ¡Es su hijo, imbécil!  —Grita Kendo, golpeándole. Lo hace con furia, avergonzado de que toda esta gente esté hablando tantas cosas de su ahijado. Realmente no pudimos elegir un padrino mejor para nuestro hijo.

Agarro al señor del cuello. Como si aún esa oscuridad de hace dieciocho años siguiera en mí. — ¿Piensas qué te tenemos miedo o qué mi hijo se detendrá por ti? Lárgate de aquí si no quieres pertenecer al montón de muerte.

KALEB ® {03}Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora