35

8 1 0
                                    

—¡Sophie!
Con los brazos extendidos, las dos chicas corrieron por el puente, gritando sus nombres...
Se estrellaron con una barrera invisible y rebotaron contra el piso.
Aturdida por el dolor, Agatha, horrorizada, vio cómo una pareja de lobos arrastraba a Sophie de los pelos, de regreso a la Escuela del Mal.
—¡Ustedes no entienden! —chilló Sophie, viendo cómo las hadas atrapaban a Agatha —. ¡Esto es un error!
—No hay ningún error —gruñó uno de los lobos. Sabían hablar después de todo.

Sophie no veía cuál era la necesidad de que la castigaran seis lobos en vez de uno, pero pensó que sería para darle una lección. La ataron a un asador, le metieron una manzana en la boca y la hicieron desfilar como un cerdo de banquete por los seis pisos de la Torre de Maldad. Amontonados contra las paredes, los nuevos alumnos la señalaban y se reían, pero las risas se convirtieron en miedo cuando se dieron cuenta de que este fenómeno vestido de rosa podía ser su compañera de cuarto. Los lobos, remolcando a la llorosa Sophie, pasaron por las habitaciones 63, 64 y 65. Luego abrieron de una patada la puerta de la habitación 66 y la empujaron dentro. Sophie se deslizó por el piso hasta que su cara chocó contra un pie verrugoso.
—Te dije que la traerían aquí —se quejó una voz áspera.
Todavía atada al asador, Sophie levantó la mirada y vio a una muchacha alta, de pelo negro y grasoso con mechas rojizas y labios pintados de negro, con un aterrador tatuaje que le rodeaba el cuello: un demonio con cuernos de ciervo y cráneo rojo. La chica miró con odio a Sophie; sus ojos negros echaban llamas.

La escuela del bien y el malWhere stories live. Discover now