Capítulo 30

9 2 0
                                    

En cada marco estaba el retrato de un alumno, junto a un dibujo de libro de cuentos del personaje en que se había convertido luego de graduarse. Había un marco de oro con el retrato de una niña traviesa, y junto a él, una magnífica ilustración de ella convertida en una bruja repugnante, parada junto a una doncella en coma. Una placa de oro abarcaba las dos ilustraciones:
         Catalina del Bosque de Zorros Pequeña Blancanieves (villana)
   En el siguiente marco de oro estaba el retrato de un niño cejijunto de sonrisa malévola junto a la ilustración de su personaje, ya grande, a punto de degollar a una mujer:
         Drogan de las Montañas Murmuradoras Barba Azul (villano)
   Debajo de Drogan, en un marco de plata, estaba la imagen de un muchacho flacucho y cabellera rubia, convertido en uno de los muchos ogros que arrasaban una aldea:
         Keir del Bosque Inferior Pulgarcito (secuaz)
   Luego, Sophie vio un deteriorado marco de bronce en la parte de abajo, con la imagen de un niño diminuto, calvo y de ojos desorbitados. Ella conocía a ese chico. Se llamaba Bane, y mordía a todas las chicas bonitas de Gavaldon hasta que había sido secuestrado cuatro años atrás. Sin embargo, no había ninguna ilustración junto a la imagen de Bane. Solo una placa oxidada que rezaba:
     Aplazado

Sophie observó el rostro aterrorizado de Bane y se le retorció el estómago. ¿Qué le sucedió? Levantó la mirada y vio miles de marcos de oro, plata y bronce que ocupaban cada centímetro del vestíbulo: brujas que asesinaban a príncipes, gigantes que devoraban hombres, demonios que incendiaban niños, ogros abyectos, gorgonas grotescas, jinetes sin cabeza, despiadados monstruos marinos que algún día habían sido torpes adolescentes. Ahora eran retratos de maldad absoluta. Aun los villanos que tuvieron muertes horripilantes —el enano saltarín, el gigante de las habichuelas mágicas, el lobo de Caperucita Roja— eran dibujados en sus mejores momentos, como si hubiesen salido victoriosos de sus cuentos. A Sophie volvió a retorcérsele el estómago cuando vio que el resto de los niños contemplaba los retratos con fascinación reverencial. De pronto lo vio con claridad: compartía la fila con futuros asesinos y monstruos.
Le invadió un sudor frío; tenía que encontrar a alguno de los profesores, alguien con autoridad para buscar en la lista de alumnos inscriptos y se diera cuenta de que ella estaba en la escuela equivocada. Pero hasta ahora, lo único que había encontrado eran lobos que no sabían hablar, y mucho menos leer una lista.
Al dar la vuelta hacia un corredor más ancho, Sophie vio a un enano de piel roja y cuernos que, subido a una escalera altísima, martillaba más retratos en una pared vacía. Apretó los dientes, esperanzada, mientras se acercaba hacia él en la fila. Mientras pensaba cómo podía llamar su atención, de repente vio que en los cuadros de esta pared había caras familiares. Estaba el del muchacho que parecía una pelota de masa, el que había visto antes, titulado BRONE DE BREZO ROCOSO. Junto a él estaba el dibujo de una niña con unsoloojoypelopajoso:ARACHNE DEL BOSQUE DE ZORROS.Sophieescudriñólosretratos de sus compañeros de clase que esperaban ser transformados en villanos. Su mirada se detuvo en el niño comadreja: HORT DE ARROYO ENSANGRENTADO. Hort, parece el nombre de una enfermedad. Siguió avanzando en la fila, preparada para hablarle al enano...

La escuela del bien y el malWhere stories live. Discover now