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Mientras Agatha las seguía en la fila pudo ver mejor el majestuoso salón de las escaleras. La pared opuesta tenía una S gigantesca pintada de rosa, con primorosos dibujos de ángeles y sílfides revoloteando alrededor de los bordes. En las otras paredes también había letras pintadas, y junto a la S formaban la palabra S-I-E-M-P-R-E en rosa y azul. Las cuatro escaleras de caracol estaban dispuestas simétricamente en las esquinas de cada pared, e iluminadas por grandes vitrales. Uno de los dos tramos azules tenía la palabra HONOR esculpida sobre el balaustre, junto con grabados en cristal de caballeros y reyes, mientras en los otros se leía VALOR, decorada con cazadores y arqueros en relieves azules. Las dos escaleras de cristal rosa tenían las palabras PUREZA y CARIDAD estampadas en oro, junto a delicados frisos esculpidos con doncellas, princesas y animales dóciles.
En el centro del salón, los retratos de exalumnos tapizaban un altísimo obelisco de cristal que se extendía desde el piso de mármol hasta el techo abovedado. En lo más alto del obelisco había retratos, en marcos de oro, de alumnos que se convirtieron en príncipes y reinas después de la graduación. En el medio estaban los marcos de plata, para quienes encontraron destinos menos grandiosos, como compañeros desenvueltos, amas de casa sumisas y hadas madrinas. Y cerca de la base del pilar, salpicados de polvo, estaban los fracasados en marcos de bronce, que habían terminado siendo lacayos o sirvientes. Pero independientemente de que hubieran terminado convertidos en una reina de las nieves o en un deshollinador, Agatha vio que todos compartían el mismo rostro bello, sonrisas amables y miradas enternecedoras. Aquí, en un palacio de cristal en el medio del bosque, se había reunido lo mejor de la vida al servicio del Bien. Y aquí estaba ella, doña Miserable, al servicio de las tumbas y los pedos.
Agatha esperó con ansiedad, hasta que por fin llegó hasta una ninfa de pelo rosa.
—¡Hubo una confusión! —dijo, mientras jadeaba y chorreaba agua y sudor—. Mi amiga Sophie es quien debe estar aquí.
La ninfa sonrió.
—Yo intenté evitar que viniera —explicó Agatha, llena de esperanza—, pero confundí al pájaro y ahora yo estoy aquí y ella está en la otra torre, pero mi amiga es preciosa y le gusta el rosa y yo... bueno, solo míreme. Sé que están escasos de alumnos, pero Sophie es mi mejor amiga, y si ella se queda, yo tendré que quedarme, y no podemos quedarnos. Por favor, ayúdeme a buscarla y así podremos volver a casa.
La ninfa le entregó un pergamino.
(Está arriba)

La escuela del bien y el malKde žijí příběhy. Začni objevovat