Capítulo 24

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Recuerdos del día iban y venían a mi mente en forma de sueños. Sentí que duraron horas y horas, y no me molestó en absoluto no poder despertar.

Las flores en el velo blanco cubrían parte de mi vista, le atribuí a aquello la neblina con la que veía los rostros de distintas personas bailando y hablándome. Presencié desde lo alto el momento en el que mi abuela nos cubrió con un manto blanco con bordados en hilos dorados. Un baile largo por la noche y parte de la madrugada y mis pies ardiendo, mis manos calientes a pesar del constante sudor, el alcohol en mi garganta.

A Nova sonriendo porque parte de su vestido se había roto bajo los tacones de su amiga. Despedir a todos por la noche, tomar a Nova de la mano y ayudarla a quitarse el vestido. Ella riendo bajo las sábanas. Olía a café. No había café en la boda.

La luz de la ventana me molestó, preferí no abrir los ojos aún. Hacía frío, mas era soportable, y probablemente Una ya habría prendido la calefacción a esa hora. Mi mano derecha cayó a mi costado en la cama, en un lugar que yacía vacío y frío.

Mis ojos se abrieron de golpe y escaneé a mi alrededor. Mi cabeza cayó de vuelta en la almohada, tallé mis ojos.

La garganta me ardía, los residuos del alcohol aún en mi cuerpo estaban comenzando a darme un ligero dolor de cabeza. Busqué por el reloj sobre la mesita de noche; para mi sorpresa, aún no llegaba el mediodía. El olor a café se volvió más fuerte, y se mezcló con otros que parecían ser huevo frito y tocino. Hubo risas.

Recargado en la pared del frente, se hallaba el cuadro que le regalé a Nova antes de la ceremonia. Una foto de su mamá cuando era joven, sonriendo hacia algo en el cielo, un gesto que había visto en Nova antes y que ponía en una imagen lo que yo veía en ella. Me estiré con pesar.

Tomé una ducha. Apenas para entonces caí en cuenta del anillo en mi mano; era extraño. Sonreí solo todo mi rato en la ducha hasta que salí por un cambio de ropa. Había empacado tan sólo un cambio deportivo pensando que todavía debíamos llevar mis maletas a la casa de Nova e instalarme.

Nuestra casa, decía ella.

Aún debía hacerle reparaciones, Instalar un sistema de calefacción adecuada, conseguir muebles apropiados y acondicionar la habitación principal. El jardín podía mejorarse, y la cocina se vería mejor con otro papel tapiz; mi mente ideaba un montón de cosas nuevas para hacer.

Ella había recogido la ropa y la dejó sobre un pequeño sillón en la esquina; doblé todo y lo metí a la pequeña maleta; el vestido con un trozo de tela colgando en la parte inferior, lo colgué en el espacio libre del clóset.

Salí del cuarto sin hacer ruido para no despertar a Gina; se había quedado en el cuarto más próximo a nosotros, y esa madrugada ella había caído inconsciente en los brazos de César después de retar a Thess y en un juego de algún tipo. Mis suposiciones fueron incorrectas, pues salió del cuarto recién bañada y más fresca de lo que yo me veía.

—¡Buen día, Dex!

—Buenos días —Su energía me recordó a Nova—. Pensé que estarías dormida.

Avanzamos hacia la planta baja.

—No, para nada. De hecho, después de que tu primo me dejó en el cuarto no pude dormir, me la pasé dando vueltas. Aún estoy algo mareada.

—Tengo pastillas para eso, aunque te ves mejor de lo que esperaba.

Ella se soltó en risas. —¡Y esto no es nada! Espera a que veas a Nova en uno de esos días.

Mis ojos viajaron hacia ella unos escalones atrás de mí. Le divirtió que mi cara se deformó con sorpresa y curiosidad, aunque al llegar a la cocina, ella cambió el tema cuando saludó a todos y se encargó de la cafetera.

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⏰ Última actualización: Feb 19 ⏰

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