Capítulo 1

87 4 0
                                    

La última curva, la que daba justo a la calle donde comenzaba la vida comercial de la villa, era la más peligrosa de la carretera. Cualquier incauto que se dejara llevar por ella podría ocasionar un accidente mayor. No solía suceder debido a la poca afluencia de gente externa a nuestro territorio; la autopista era de todas formas mucho más rápida y nuestro camino no solía aparecer en los mapas.

Esa noche, sin embargo, fue la gota que derramó el vaso. Desde hacía meses, algún grupo de adolescentes habían comenzado a robarse la paz del lugar, tomando la ruta hacia la villa y despertando a la gente a media noche. Incluso por la madrugada, en algunos edificios se leían grafitis explícitos dedicados a los habitantes.

—¡Ahí! ¿Los viste?

Giré el volante regresando al camino que llevaba a la villa. Estábamos encomendados a atraparlos y entregarlos a la policía como otra prueba de sus acciones. Sus autos, no obstante, eran más modernos y grandes que los nuestros, algún último modelo de Jeep comprado por sus padres.

—Van muy adelante.

—Entonces acelera, no hay nadie por aquí a esta hora.

Mi primo, César solía agitarse cuando sucedían disturbios a la villa; su amor por ella le removía los sentimientos y era capaz de pelear con alguien tan sólo por pensar en insultarla.

Aceleré lo posible sabiendo que la última curva se aproximaba entre los pinos y la vegetación de la temporada. Mi visión era casi nula. Y luego oímos un estruendo.

Nos observamos por un segundo.

Bajé la velocidad el último tramo antes de que pudiéramos visualizar lo ocurrido.

La camioneta del escuadrón de vigilia se hallaba detenida frente al estacionamiento del taller de autos del viejo Ron; en la pared de concreto y sin haber ocasionado mayor daño a la estructura, se había estampado uno de los Jeeps de los culpables del disturbio y echaba una fumarola blanca desde el motor.

A medida que nos acercamos, vimos salir a Miles y Tiberius de la camioneta con sus uniformes intactos y sin rastros de algún incidente, tan sólo aspectos impresionados.

—¿Están bien? —preguntó César después de bajar la ventana a prisa, Miles levantó su pulgar.

—Perdimos a los otros. Creo que hay tres allí dentro —señaló Tiberius apuntando el desastre.

Me detuve a distancia prudente, bajamos sin vacilar para inspeccionar la gravedad del asunto.

—¿Qué sucedió? —César adelantó el interrogatorio mientras caminaba al frente de todos.

Tiberius se le unió a su paso; una visible diferencia de estatura que le sacaba a César no hacía al otro verse como alguien menos imponente. Cuando mi primo se molestaba, no se andaba con juegos.

Tiberius respondió—: Los idiotas aceleraron justo en la curva, casi salen volando en el desnivel y perdieron el control.

—Mi papá va a matar a alguien cuando vea esto. Si es que no están muertos ya.

—Miles, cállate —reprendí sacando mi linterna del bolsillo, los demás también traían una consigo.

Lo que vi no me gustó.

Justo al medio y apenas visible a través de las bolsas de aire, entre los asientos de adelante se hallaba el cuerpo de uno de ellos boca abajo y sobre el panel de controles. No se movía.

Los otros dos sujetos se quejaban en voz alta, lo tomé como buena señal.

—¿Están bien? —Preguntó César antes de abrir la puerta del piloto.

lampyris ©Onde as histórias ganham vida. Descobre agora