Capítulo 15

496 84 0
                                    

-¡¿Te encuentras bien?! -trató de acercarse el de traje, aunque fué detenido con un gruñido.

-Sí, solo no lo alteres -pedí con una sonrisa. Mis ojos ahora solo estaban un poco hinchados, por lo que no era difícil ver su preocupación.

-¿Cómo te saco de ahí? -preguntó moviendo sus manos ansioso.

-Bueno, está tranquilo por ahora -comenté -te recomiendo unos dardos tranquilizantes antes de que caiga el sol y me vuelva su cena.

-¡Dardos! Claro -se dió vueltas buscando algo mientras susurraba el objeto nervioso.

Su actitud comenzó a estresar al felino, por lo que le seguí haciendo cariño detrás de las orejas esperando que se calmara.

-Tienes que relajarte -ordené -¡Lo estás estresando!

-¡¿Yo lo estoy estresando a él?! -gritó indignado.

-¡Spiderman! -llegó alguien que parecía ser del zoológico -¿Salvaste al...?

Me miró por unos segundos pálido para proceder a sacar un arma de fuego.

-¡Ni se le ocurra! -abracé la cabeza que sostenía -solo hace falta un dardo tranquilizante.

-Es el protocolo niño, por favor quédate tranquilo -le apuntó y yo me tiré encima del cuerpo del animal como protesta.

-¿No se puede el dardo tranquilizante? -preguntó el superheroe -no le está haciendo nada a nadie.

-De acuerdo, pero si se lanza a atacar el código es tirar a matar -cambió de arma y me relajé dejándole la vía libre.

Lo durmieron y se lo llevaron, claramente llegaron policías a verificar que no me haya pasado nada grave.

Spiderman se fué llegando Pravithra a mi lado.

-¿Cómo hiciste eso? -cuestionó mirándome con sus ojos bien abiertos.

-Me enseñó un veterinario -me límite a decir -la mayoría de felinos no te hacen nada si no tienen hambre y les demuestras que pueden confiar en tí.

-¿Hay algo que no sepas hacer? -preguntó entre risas.

-No sé tejer, ni tocar instrumentos... Tampoco skiar, pero sí el snowbord -me quedé pensando.

-Eso no es nada -me tomó de la mano y descendimos la montaña.

-No es que las cosas que hago se me den de forma natural -aclaré -muchas me han costado bastante, otras vienen de anteriores. Como el snowbord, la patineta y el surf del sandboard.

Realmente no quería que pensara que presumía, pero no sabía expresarme bien.

-Entiendo, entiendo -me miró con una dulce sonrisa -no tienes que explicarme nada, solo creo que es fascinante lo mucho que sabes hacer.

Me sonrojé de la vergüenza. Era la primera vez en mi vida que alguien había dicho un halago de mis capacidades.

Generalmente solo recibo malas miradas o insultos. Se siente bien que alguien las tome como algo positivo.

-Gracias -me límite a decir apartando la mirada.

El resto del camino nos fuimos hablando de lo extraño del sujeto y sus posibles intenciones.

-Llegamos -avisó parando en un edificios de departamentos -es la primera vez que mi tía conoce a alguien que no sea indio según sé. No te tomes nada a pecho.

-Está bien -mi tono parecía más una pregunta que una respuesta.

Entramos y me sorprendió muchísimo la decoración.

Había un agran cantidad de colores y patrones por todas partes que no podía dejar de verlos.

-... él es M.J -al escuchar mi nombre volteé para prestarle atención a mi amigo.

¡La señora del cerrito era su tía!

-Hola señora Maya -saludé con una sonrisa de oreja a oreja. Me sentía mucho más tranquilo.

-Así que este encantador jovencito era el amigo del que me hablabas -se acercó y me tomó la cara mirándome bien -al menos ya sé qué dulces te gustan.

-No sé preocupe por lo que como o no como -afirmé -me encantaría probar cada uno de sus platillos. Solo pido que no tengan champiñones, berenjena o quinoa, porque tengo intolerancia a la trehalosa y me tendría vomitando en su baño por horas.

Ella se rió por la última frase y me sonrió.

-Ya veremos -declaró en todo de broma.

-¿Quiere que le vaya a ayudar con la comida? -pregunté, lo que le sorprendió -le prometo que sé cocinar, usted solo me tiene que decir qué hacer si no conozco el platillo.

-De acuerdo -me fuí a la cocina detrás de ella dejando a Pravithra con los ojos bien abiertos.

-¿De dónde vienes? -cuestionó mientras yo me ponía en mandil.

-De Chile -respondí -un país largo y delgado al final de Sudamérica, el último país del continente.

-¿Cómo un país puede ser largo y delgado? ¿Cómo una línea? -se notaba interesada, lo que me hizo sonreír.

La entiendo, la mayoría de países se parecen más a un círculo, triángulo o aún rectángulo en su forma básica.

-Sí, más o menos como una línea media curva al final -pensé -¿Qué vamos a preparar?

-Mi famoso Murgh Makhani -no tengo idea qué es, pero todos los ingredientes en la mesa deben quedar deliciosos juntos.

-¿Necesitan algo? -su tía lo miró extrañada, luego a mí y de vuelta a él -puedes poner la mesa.

Se veía desconcertada, pero al mismo tiempo encantada. Al final le ordenó poner la mesa, a lo que el chico se fué.

-Me enteré lo de tu madre -me miró -mis más sinceras condolencias, yo sé lo que puede ser para un niño el perderla, ¿Tu padre te está ayudando?

-No, él está en Chile después de que se divorciaron y cedió la custodia total -comenté -pero estoy con un familia muy amiga de mi mamá y mía. Me han ayudado mucho, incluso los padres planean el funeral para que "yo no tenga que pensar en eso".  Estoy muy agradecido con ellos.

-Aquí también eres bienvenido cuando sea -me pellizcó la mejilla -cualquier cosa que necesites, puedes pedirla.

-Muchas gracias, vendré cuando se pueda, pero no tengo idea como llegar, así que Pravithra me tendrá que buscar o pasar la dirección aunque con mi sentido de la orientación me perdería casi de inmediato -me reí, a lo que ella siguió.

-Yo me haré cargo de que ese chiquillo no permita que te pierdas, la ciudad es muy grande -comentó.

-No se preocupe, lo que menos quiero es molestarlos y ambos ya han hecho mucho por mí -negué con la cabeza mientras cortaba el pollo.

-Nada de eso -declaró -si te pierdes, él te va a ir a buscar todas las veces que necesites.

-Gracias -fué lo único que pude decir.

En Cada UnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora