Iris Elliot confía en que una buena organización ayuda a cometer el mínimo de errores, pero cuando un viaje espontáneo y unas copas de más en la ciudad del pecado, después de la ruptura de su ya no perfecto compromiso la llevan a casarse con un desc...
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Cyrus
Agosto
Soy alguien que disfruta de los viajes. Conocer nuevos lugares te permite ampliar tu mente, ya que existen infinidad de sitios con paisajes y colores distintos, pero en particular me gusta visitar aquellos en donde se hayan grabado películas que marcaron un antes y un después en mi percepción del cine.
Al tener una hermana cinco años mayor fui introducido a películas románticas y fantasiosas en donde la chica se quedaba con el apuesto príncipe que la rescata, o cosas de ese tipo. La parte romántica siempre la veo como algo muy objetivo dentro de una película: besos, confesiones y tal vez alguna escena picante, todo esto llevado dentro de un escenario minuciosamente elegido porque no es lo mismo confesarle los sentimientos a alguien en un supermercado, que en un restaurante lleno de gente situado en un pintoresco pueblo irlándes después de darte cuenta que tenías todo lo que querías pero nada que en realidad necesitarás.
¿Entendiste la referencia? Yo espero que sí porque por mucho que las películas románticas no sean mi primera elección, debo admitir que hay producciones que dejan todo porque el escenario sea una parte importante dentro de la historia. Eso fue lo que me llevó a Irlanda en mi primer verano después de entrar a la Universidad.
La princesa prometida es la película favorita de Candace, mi hermana mayor, otra obra cinematográfica que destaca a los acantilados como un popular atractivo turístico y que mejor que conocerlos con alguien que supiera del tema. Así fue como conocí a Zack, mi ahora mejor amigo quien evitó que bebiera un líquido denominado erróneamente como whisky (una ofensa a su cultura).
Congeniamos con la idea de mudarnos a Estados Unidos. Dejé de vivir en Sidney después del fallecimiento de mi abuelo, así que desde hace dos años he vivido en diferentes sitios, regresando muy brevemente a Australia pero no a Sidney.
<<Aún no estoy listo>> Me repito cada vez que me planteo la idea.
Zack y yo terminamos juntos en Nueva York, con él abriendo un bar irlándes que con pocos meses de llevar abierto, ya se ha ido haciendo un nombre por la zona de Harlem que es en donde está situado.
Pura decoración irlandesa. Zack es fiel creyente en la suerte, tréboles de cuatro hojas y que no es bueno hacer un viaje en domingo, ¿O era en Martes? Con tanto que a veces cambia la información necesito mi propia guía para entender a un irlándes.
Sentado en la barra del bar que aún no ha llegado a su hora más concurrida, tengo que volver a soportar su idea de que haber ganado la lotería me hace un hombre con demasiada suerte, pero dadas las circunstancias mi fe sobre eso está mermando. Sospecho que solo está feliz porque se ha deshecho de mí ,ya que antes de irme a vivir con Iris, me estaba quedando "temporalmente" con él.
-Tu solo tienes que esperar-insiste mientras limpia uno de los vasos de whisky-La suerte tiene formas raras de presentarse pero no necesariamente va a ser como tú lo esperas.
