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𝐇𝐔𝐄𝐕𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍

Rhaenor se había adelantado ya que dacar a Vhagar demoraba más, yo salí de la habitación minutos después que el, ambos nos habíamos quedado dormido así que llegaríamos justo cuando el barco en el que iban los demás llegaba a Rocadragón

Camine por los pasillos mientras acomodaba el cinturón en mi cintura, me había puesto pantalones puesto que era mucho más cómodo para montar dragones.Camine hasta que llegue a Pozodragon

Frente a mi estaba Caraxes, sonrei

—Creo que tienes algo que me pertenece — escuche la voz de Daemon, estaba apoyado en la pared con los brazos cruzados

—Daemon, Caraxes dejó de pertenecerte hace 8 años — conteste mientras arreglaba la silla de montar de Caraxes

—¿Y cuando dejaste tu de ser mía?— preguntó y aquello resonó

—Nunca fui tuya Daemon— conteste terminando de atar unos cordones

—Pues eso no lo decías las noches que pasamos juntos — sonrió, esa típica sonrisa cínica que tenía el mismo día que lo conocí — Quiero a mi dragón de vuelta —

Aquello tenía un doble sentido

—Los dragones no son de nadie, creo que eso nunca lo aprendiste — Acaricié a Caraxes —Ellos deciden con quien irse, así que vamos, si crees que Caraxes aún es tuyo tómalo — hice una seña

—Bien— dio un paso a Caraxes— Por los años juntos querido amigo — Daemon iba a poner una mano en su hocico y el dragon rugio

El rugido fue tan fuerte que las paredes temblaron, de sus fauces se pudo ver el indicio de un carmesí, estaba a nada de escupir una llamarada

—Lo viste por ti mismo— rei para subirme en el dragón, Daemon estaba pasmado, Caraxes empezó a avanzar hasta que salimos del lugar

Mientras los primeros rayos del sol se deslizaban sobre el horizonte. Montaba a lomos de Caraxes, sintiendo el vigoroso latir de sus potentes alas bajo mí. Cada batida del dragón era como una sinfonía en el aire, una melodía que nos elevaba hacia las alturas.

En el cielo, una figura majestuosa surcaba el espacio. Rhaenor, montando a Vhagar, y su presencia añadía aún más magia a la escena. La luz dorada del amanecer hacía que las escamas de Vhagar centellearan como joyas preciosas, y sus alas se extendían con una gracia que solo los dragones podían lograr.

Juntos, ascendimos hacia el cielo. La brisa fresca del amanecer me acariciaba el rostro, y el mundo se extendía ante nosotros como un lienzo en blanco. El mar, azul y vasto, se extendía hasta donde alcanzaba la vista, y el sol comenzaba a teñir las aguas con un brillo dorado.

Rocadragón se alzaba ante nosotros, majestuoso y vigilante, rodeado por las aguas del mar. El suave murmullo de las olas se mezclaba con el zumbido de nuestras monturas al aterrizar en el patio de la fortaleza.Con una gracia innata, descendimos de nuestros dragones

Rhaenor y yo esperábamos en el muelle de Rocadragón. El viento marino mecía suavemente nuestras capas mientras aguardábamos con expectación la llegada del barco que traería a Brynden y Kyran. La brisa llevaba consigo el aroma salado del mar, y el sonido de las olas rompiendo contra las rocas cercanas llenaba el aire.

Mi mano encontró la de Rhaenor, entrelazando nuestros dedos . Nuestros ojos se posaron en el horizonte, escudriñando el mar en busca de cualquier señal del barco.

Finalmente, divisamos la silueta del barco a lo lejos.El barco finalmente atracó en el muelle de Rocadragón, y antes de que pudiéramos parpadear, la escotilla se abrió y dos figuras pequeñas, llenas de emoción y energía, salieron corriendo hacia nosotros. Era Brynden y Kyran, nuestros queridos hijos, que no podían esperar un segundo más para abrazarnos.

Rhaenor y yo extendimos los brazos en un gesto de bienvenida, y en un abrir y cerrar de ojos, estábamos rodeados por sus brazos pequeños pero fuertes. Kyran, con su cabello oscuro y ojos violetas llenos de curiosidad, nos abrazó con fuerza, mientras que Brynden, se aferró a nuestras piernas, riendo y llenando el aire con su risa contagiosa.

— El abuelo es genial — dijo Brynden, mire a Viserys bajar con ayuda de Alicent— La tía Nyra me estuvo contando algunas historias mientras Kyran jugaba con Jacaerys y Aegon—

El cielo se oscureció brevemente, una sombra, era Canibal pero al parecer tenía un jinete

Daemon


[...]

—Elije el más grande— le dijo Viserys a Brynden

—Elije con el que tengas mayor conexión — repeti

Estábamos en la cueva donde los dragones habían puesto una anidada

La cueva estaba iluminada por la luz de las antorchas.Brynden, con determinación en los ojos, se acercó a una serie de huevos de dragón cuidadosamente dispuestos. Estaban en una variedad de colores y tamaños, pero uno en particular llamó su atención: un huevo de dragón completamente negro, como la noche. Extendió su mano y tocó suavemente la superficie del huevo. Sintió una conexión instantánea y supo que este era el que tenía que ser suyo. Con cuidado, lo recogió y lo sostuvo con delicadeza, como si sostuviera su futuro en sus manos.

Kyran, sin embargo, tenía una conexión diferente en mente. Caminó un poco más allá de los huevos de dragón y se detuvo junto a una pequeña cría de dragón, de tonalidad azulada y ojos brillantes. La cría miró a Kyran y emitió un suave graznido, como si lo estuviera llamando. Kyran sonrió y extendió sus brazos. La cría se levantó y se deslizó sobre el hombro de Kyran, como si estuviera reclamando a su compañero humano.

Aemond, también estaba presente. Se acercó a los huevos de dragón con una confianza impresionante. Escogió un huevo mucho más grande que los demás, de un color rojo intenso, como el fuego mismo. Lo sostuvo en alto y declaró con orgullo que este sería su compañero.

—Veremos si este no se le rompe — dijo Aegon y Jacaerys se rió

El rostro de Aemond se ensombrecio por unos segundos, me acerqué a el

—No los escuches, veras que tu también tendrás un dragon como ellos — dije con una sonrisa y Aemond me sonrió

—Gracias — dijo en voz baja —Cuando mi dragon crezca seras la primera a la que lleve a volar—

Me levante y agite su cabello

Me levante y agite su cabello

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