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D A V I N A

No esperaba entrar en una de las habitaciones más hermosas que jamás había visto. El salón del comedor parecía más bien un gran salón donde se podía celebrar un baile extravagante o tal vez incluso alguna boda real. Techos altos esculpidos creados por quienes asumiría que eran dioses con esa cantidad de detalles.

Las mesas estaban esparcidas por el pasillo y cada una estaba llena de estudiantes. No noté sus miradas ni me importó: estaba demasiado hipnotizada por este hermoso lugar.

Pero entonces mis ojos bajaron del techo y vi una mesa larga al fondo del pasillo donde Harrington estaba sentado en el medio. Sus ojos se encontraron con los míos y escalofríos instantáneos cubrieron todo mi cuerpo, levantó la mano y agitó ligeramente.

Simplemente me di la vuelta, siguiendo a Pansy hasta la mesa donde estaban sentados Blaise, Theo y Adrian y otros dos que no conocía. Una chica rubia bonita y un chico alto de pelo negro.

—Ah, hola de nuevo, Davina.—sonrió Blaise, y juro que esa sonrisa podría hacer que cualquier chica se arrodillara.

Sonreí pero si estaba siendo honesto, fue forzado. No soy una persona sociable, me gusta la soledad y la paz que conlleva. En mi antigua escuela, durante el almuerzo, buscaba un rincón tranquilo y fumaba el cigarrillo que llevaba escondido en el sostén.

—Hola, mi nombre es Daphne.—sonrió la bonita rubia y casi me sorprendió su alegría caótica y audaz. Tenía cabello largo y rubio, mejillas sonrojadas y grandes ojos azules.

—Davina.—le devolví la sonrisa.

—Eres muy bonita.—dijo, apoyando la barbilla en la mano. Antes de que pudiera agradecerle, giró la cabeza y agarró al chico alto de cabello negro.—Este es mi novio, Montague.

Montague estaba recostado en su silla con su gran brazo apoyado en el respaldo de la silla de Daphne. Sus ojos se encontraron con los míos y odié amar la forma en que me miraba, como si él me odiara.

Él era lo opuesto a Daphne, ella irradiaba energía brillante y alegre, mientras que él era oscuro y tenía una mirada que podía asustar a cualquiera. Ella era una rosa y él era la espina que crecía en el tallo.

—¿Entonces qué hiciste para que te encierren en este manicomio?.—me preguntó, su voz era tan profunda como esperaba que fuera. Y aunque su chica estaba justo a su lado, dejó que su mirada cayera hasta mis piernas y no se avergonzó al saber que lo vi hacerlo.

—Sí, ¿qué hizo señorita Arden?.—Theo arqueó una ceja y todos en esta mesa estaban claramente ansiosos por descubrir mis secretos más oscuros, pero esos me los llevaré a la tumba.

—Prendí fuego a mi escuela.—dije claramente y luego agregué.—...accidentalmente.

Adrian se río entre dientes mientras tomaba un sorbo de su vaso de agua y todos los demás parecían divertidos.

—¿Accidentalmente?.—Pansy cuestionó, deslumbrante curiosidad en sus ojos.

—Sólo se suponía que debía prender fuego a un salón de clases, pero se me fue un poco de las manos.—le expliqué.—traté de correr pero me atraparon y arrestaron. Ahora estoy aquí.

—¿Por qué sólo una clase?.—Preguntó Daphne.

—El maestro era un pervertido.—me encogí de hombros, había más, pero no soy alguien que entre en detalles sobre mi vida.—así que destruí todo lo que él apreciaba; era un profesor de arte y todo eso, las obras de arte eran su vida. Ahora está todo en cenizas.

SCREAM FOR ME | DRACO MALFOYWhere stories live. Discover now