28

396 41 3
                                    

D A V I N A

Silencio. Me rodeó un frío ensordecedor y de repente el pequeño espacio entre las paredes del confesionario me pareció demasiado grande y abierto. Como si estuviera completamente solo. Pero no lo era. Acababa de confesarle haber presenciado un asesinato a un sacerdote.

—Davina, esa es una confesión increíble.—Stevey finalmente habló, su voz era seca y se aclaró la garganta antes de decir.—¿Viste quién lo hizo?.

Estaba extrañamente tranquilo. Me alegré por ello.

—No.—Respondí sinceramente.—Ellos usaban máscaras.

—¿Ellos?.—Había sorpresa en su voz pero esperaba que hubiera más. Sólo me hizo preguntarme qué tipo de confesiones corruptas se habían expresado entre estas paredes.

—Sí. Hay dos de ellos.—Se lo dije y algo se instaló dentro de mí, sus preguntas confirmaron que él no era uno de ellos.

—¿Te vieron?.—preguntó.

Lo pensé por un momento. Me habían visto. De hecho sabían que yo estaba allí. Probablemente mi presencia planeada o esperada estaría allí.

Querían que yo mirara... que admire lo que hacían. ¿Pero debería confesar eso?.

—Sí.—Respondí suavemente.

Pasaron uno, dos, tres momentos de silencio.

—¿Y me estás pidiendo que los perdone?.—Stevey luego preguntó, lo cual me pareció extraño y confuso.

—No.— Su perdón no está en mis manos y tampoco creo que deba estarlo. No importa cuánto disfruté viendo morir a Montague.

Por eso estaba pidiendo perdón. Por mi propia cordura.

—Entonces dímelo, Davina.—Stevey comenzó.—¿Qué te gustaría que te perdone?.

Las palabras estaban en la punta de mi lengua. Mis ojos se detuvieron en ese grabado, no merezco ser perdonado.

—Yo—Empecé pero luego dudé, pensando por un último momento. Mi mente me recordó cuando era niña, las manos del novio de mi madre tocándome, los ojos de los hombres merodeando sobre mí.

Pensé en todos esos años que pasé en moteles con hombres mayores que no conocía, acostándome con ellos por su dinero. Pensé en cómo Montague me usó, me besó y me tocó. Cómo lo dejé, pero de alguna manera no quería nada más que cortarle las manos del cuerpo.

Pensé en todas esas crueles palabras que me dijo.

Entonces decidí que ya estaba harto de que los hombres me pisotearan. Controlándome. Haciéndome sentir débil y avergonzado.

—Me alegro de que lo hayan hecho.—Confesé.—Me alegro de que lo hayan matado y me alegro mucho de que lo hayan hecho de forma lenta y dolorosa.

De repente sentí que podía respirar de nuevo. El aire se sentía menos denso. Sentí mi garganta libre.

—Tu odio hacia él debe haber sido muy profundo.—Dijo Stevey, lento y cuidadoso. No oí en su voz ningún juicio que yo temiera.

—Lo fue.—dijo.—Obtuvo lo que se merecía.—murmuré.

Escuché el arroyo del bosque a mi lado como si se hubiera movido en su asiento.—¿Planeas contarle a Harrington o a las autoridades lo que has presenciado?.

—No.—Dije, un poco demasiado rápido.

Entonces le pregunté.—¿Tu lo harás?. ¿Se lo vas a decir?.—Odio haber sonado espantosa.

SCREAM FOR ME | DRACO MALFOYNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ