– Mamá no llores – limpio sus lagrimas – de saber de ti hubiera tenido los cuidados necesarios para quedarme a tu lado pero ya es muy tarde – rompo en llanto – perdón por alejarme de ti cuando ya me recuperaste – la abrazó y lloró en su brazo – espero me perdones algún día.

– No llores hija, no tienes que pedirme perdón por vivir tu vida, se debe vivir cada día como si fuera el último – sonríe para mi.

– Gracias mamá – intento recostarme nuevamente pero no me deja y me levanta.

– Ya no más lagrimitas, quiero pasar el mayor tiempo posible contigo y se que aun tienes dudas pero todo a su tiempo, mejor ven quiero presentarte a alguien – corre a su escritorio para buscar su cartera y con cuidado que no me vea le robo unas galletas que estaban en la mesa y al meterme la última galleta justo se gira y me ve – Adhara no debes comer tantas galletas por tu enfermedad.

– Pero por algo las pusiste ahí – al hablar salen migas por mi boca provocando risas de su parte – no te rías – término de masticarlas.

– Eres graciosa meine liebe – no se que significa eso pero se escucha muy lindo – ahora ven vamos a casa – creí que estaríamos juntas no que me llevaría a mi casa donde de seguro me van a dar la hablada de mi vida por haber salido sin avisar a alguien, al parecer pasar tiempo conmigo es distinto para ella.

– Bueno, pero por favor explicale a papá que estuve contigo – muy decepcionada me acerco a la puerta para salir y esperarla fuera.

– Adhara vamos a ir a mi casa no a la de Armando – giro y corro a abrazarla, ella si cumple su palabra – liebe eres en este momento y para siempre lo más importante de mi vida y si no me crees mira – señala los cuadros de su oficina y me saca al pasillo de entrada donde están los cuadros que ya vi familiares – esos cuadros los pintaste tu – no puedo creerlo, para asegurarme de que es mio cada cuadro tiene mi nombre en la parte trasera así que me separo de mamá y me dirijo a un cuadro para verlo por detrás y efectivamente ahí está mi nombre.

– Pero como? – ¿En qué momento los obtuvo? Ni siquiera recuerdo haberlos pintado.

– Cuando empezaste a pintar me contacté con algunos de tus profesores de arte – recuerdo que fui a algunos cursos pero dejé de ir porque decían que no capturaba la esencia que cada pintura debía mostrar al espectador – así que les pedí que retuvieran algunos de los cuadros que tú hiciste.

– Ellos dijeron que los retenían de ejemplo para mostrar lo que no se debía hacer – ese día me sentí tan ofendida que me prometí a mi misma nunca volver a dejar que alguien critique mi arte.

– Eso no debían decirlo pero mira cada que alguien viene a mi oficina presumo la gran artista que es mi hija – su voz suena con un orgullo sincero, como me hubiera gustado recibir estas palabras cuando estaba por terminar con el mundo del arte.

– ¿Enserio te enorgullecen esas pinturas? – ¿Cómo puede estar orgullosa de algo tan mediocre?

– Claro que si, todo lo que hace es motivo de orgullo para mí – toma mi mano – cualquier cosa asi sea minima me llena de orgullo porque mi hija es la que lo hizo – besa mi cabeza – vamos – me lleva al ascensor, en serio estoy ansiosa de conocer su casa.

Nos despedimos de su secretaria que por cierto se llama Nadia, en el auto le conté algunas cosas de mi, como que mis canciones favoritas son las antiguas, me encantan los inciensos y el olor de las velas e incluso le conté la gran colección de velas que tengo, entre tantas cosas que le conté descubrí que somos muy parecidas, a las dos nos encantan los tulipanes, nuestra comida favorita son las hamburguesas sin los pringles porque nos dan nauseas tan solo probar una esquina.

El valor de no prometer lo que no podras cumplirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora