El trébol

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Amelia

Despierto con el sonido de las máquinas del hospital que muestran que algo grave me ocurrió para estar aquí, pero en ningún momento abro los ojos ya que en mi mente aparece el recuerdo de Emilio acostado conmigo en el pasto bajo la lluvia la cual me hace sonreír levemente pero después recuerdo que no podía respirar y como Esteban buscaba mi medicina, algo preocupada suelto un quejido al no tener las suficientes fuerzas para sentarme pero siento unas manos y escucho la voz de mi padre lo que me hace abrir los ojos

– Lia no te muevas mucho, debes estar acostada - coloca su mano en mi frente asegurándose de que no tenga calentura – voy a llamar al doctor – gira su cabeza hacia un costado – Esteban quédate aquí por favor – deja un beso en mi frente y sale de la habitación, yo giro un poco mi cabeza y ahí está mi mejor amigo con un rostro preocupado acercándose a mi.

– ¿Cómo te sientes? – toma mi mano.

– Siento como la vez en la que nos caímos de la gradas solo que sin fracturas – mi comentario lo hace reír pero aun tiene su rostro preocupado.

– Me asuste mucho, esta vez fue muy diferente a las demás, en serio creí que te perdería – sus ojos empiezan a soltar pequeñas lágrimas – se que debí cuidarte más y tener tus pastillas listas, es mi deber cuidarte y estar alerta – se culpa pero yo niego con la cabeza.

– No es tu responsabilidad tenerlas, yo debía tenerlas en el cajón porque son mis pastillas – enfatizó al decir "mis".

– Aun así Lia, yo tengo tus pastillas de repuesto y me las olvide – comienza a peinar mi cabello y antes de que diga algo entra mi padre en compañía del doctor.

– Te dije que no quería verte en mucho tiempo Amelia – bromea el doctor viendo mi expediente a lo que yo rió un poco.

– Solo quería venir a visitarlo – bromeo y él rueda los ojos con diversión.

– Esperemos que no me visites constantemente – hago un puchero, él ríe mientras cierra el expediente y me ayuda a sentarme para se ver mis pupilas dilatadas, mis pulmones y mi ritmo cardiaco – al parecer estas muy bien a pesar de tu desmayo – escucho su voz con inseguridad pero claro que logra convencer a mi padre y a Esteban ya que sonríen pero se que el doctor debe decirme algo más ya que usa su típica excusa para hablar conmigo a solas – debo revisarla por última vez para verificar del todo esta bien, para ello deben salir de la habitación – les dice, ellos asienten emocionados y salen pero no sin antes escuchar a mi padre decir que llamara a mi madre para decirle que estoy bien. Al ver que salían de la habitación regresó a ver al doctor.

– Eres un pésimo mentiroso – lo acusó, él se encoge de hombros – y me sorprende que te hayan creído – me cruzo de brazos.

– Sabes que era necesaria esa mentira – se ríe por un momento pero al sentarse frente a mi me da una mirada triste – ya sabes de quiero hablar verdad? – estira su mano y desordena un poco mi cabello.

– Sí – asiento con la cabeza y lo miro esperando a que me diga.

– Amelia sabes lo peligroso que es que te expongas al frío, lo hemos hablado muchas veces, hace años casi te perdemos por la vez que escapaste del hospital y esta vez al menos te cambiaste de ropa evitando enfermarte no tan gravemente pero eso no quitó que tus pulmones se obstruyeran y el aire no ingresara a ellos – toma mi mano para frotarla suavemente, eso lo hace cada vez que tiene malas noticias, se que no me gustaran – esta vez estas grave porque el tratamiento no funciona, debes tomar medidas más adecuadas, si te expones va a haber un punto en el que tu corazón junto con tus pulmones dejen de funcionar y pase lo que tu yo sabemos aunque sabemos que ese momento se avecina en seis meses.

El valor de no prometer lo que no podras cumplirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora