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─ ¡Ikari-chan, llegas justo a tiempo! – exclamó el rubio mientras movía 2 pequeños papeles – No encontraba los tickets de ramen, pero luego recordé que ...
Lo habías puesto atrás de tu banda de regulación para que no caiga de tus pantalones – el rubio había quedado con el rostro sorprendido y una leve abertura en su boca – ¿No recuerdas quien te dio esa brillante idea? – dijo de manera juguetona mientras tomaba asiento.
El Uzumaki seguí procesando la información y antes de sentarse dio los últimos parpadeos de ojos – Jeje ... cl-claro que recuerdo, de veras – la chica por su parte lo miró curiosa esperando una respuesta – ¡Es obvio que fuiste tú!
La azabache pasó a soltar una risa mientras negaba, haciendo avergonzar al chico – Fue Jiraiya-san, pero aun así gracias por considerarme una opción.
A la mesa llegó una orden de ramen caliente para cada uno, sacándoles una sonrisa de oreja a oreja mientras agradecían - ¡Está riquísimo, Teuchi-san! – dijo chica disfrutando el sabor – No hay nada mejor que un buen plato de ramen después toda esa comida en el hospital.
─ Parece que necesitarás más vitaminas – el mayor le dio un aumento en el plato al igual que el rubio quien se sorprendió – Coman, coman ... ambos tienen que dar lo mejor y tú Ikari debes curarte pronto.
─ ¡Claro que lo haremos, dattebayo!
La Hatake por su parte asintió con una sonrisa para volver a comer, aunque esta vez se le hacía algo complicado pues había mucho y ella solo tenía una mano – Tranquila Ika-chan, yo te ayudo.
Ella aceptó gustosa cuando Naruto le llevó a la boca los palillos junto a fideos, pero justo cuando acercaba el segundo una voz a sus espaldas los hizo voltear.
─ Tenía que verlo para creerlo, pero ¿Qué clase de cita es esta?
Ambos se sonrojaron con aquella insinuación – Hablando del rey de Roma ... - dijo ella para al instante devorar los fideos que su amigo le daba, ignorando el comentario.
─ Acaso ¿No comen otra cosa que no sea ramen, chaparritos?
─ ¡QUÉ TIENE DE MALO EL RAMEN! – gritaron tanto los chicos como el cocinero, siendo este último el que amenazaba a Jiraiya con su cucharon.
─ Ay amigo, que sensible ... – habló el peliblanco para darse media vuelta, informando a los niños que los esperaba a la vuelta de la esquina.
