—Sólo si tú quieres —respondió Jungkook con una respiración profunda.

—Yo lo estoy deseando —admitió Taehyung. Y era la verdad. Habría dado cualquier cosa por tenerlo en ese mismo momento, o incluso antes. Por besarlo con pasión, tocar todo su cuerpo, demostrarle con su propio tacto cuándo lo quería y cuándo lo deseaba.

De forma intuitiva, Taehyung llevó sus manos a través de la columna del más joven cuando éste curvó su espalda: tanteó cada vértebra, sus ojos sobre los ojos de Kook, sus labios sobre sus labios. Sus dedos se enredaron en el pelo azul del chico cuando llegó a su nuca, empujándolo más cerca de él, sus bocas abiertas y explorando, deseosas de saborear, conocer, lamer, morder.

Taehyung deseaba perderse en ese momento, igual que había deseado perderse en otros muchos momentos desde que conoció a Jungkook.

No se conocían cara a cara desde hace mucho, pero ¿qué más daba? Si el sentimiento era tan intenso y poderoso, y si ambos estaban dispuestos a darle una oportunidad a eso que florecía entre ambos... ¿Qué más daba?

¿Qué más daba si al día siguiente se iban a separar, sin saber cuándo se volverían a ver? ¿Qué más daba que Taehyung lo quisiera tanto, tanto, tanto? Qué más daba, si lo tenía entre sus brazos en ese preciso momento y Jungkook acunaba sus mejillas, y acariciaba su pecho, y enredaba sus piernas en su cintura para no dejarlo ir, si lo besaba y lo acariciaba con tanto, tanto amor.

Jungkook tomó la iniciativa y lo empujó para hacerlo girar en la cama, colocándose sobre su regazo y volviendo a inclinarse para besar el cuello de Taehyung.

El pelinegro llevó una de sus manos a las nalgas del chico, y con el otro brazo rodeó la cintura para mantenerlo aún más cerca, echando su cabeza levemente hacia atrás para dejarle espacio. Los labios de Jungkook eran suaves sobre su piel. Firmes, expertos, pero delicados: sin dejar marcas visibles, pero que arderían en su cuerpo cada vez que las recordara.

Sabía dónde tocar, cómo tocar. Qué hacer para hacerle perder la cabeza. Jungkook era experto en debilitar sus rodillas y encantarlo. Su simple cercanía le ponía alerta, cada partícula de él completamente atento al chico.

Lo adoraba.

No podría explicarlo, pero adoraba a Jungkook de manera casi inefable.

—¿Tienes condones? Por favor, dime que esta vez sí —suplicó el peliazul con parte de sarcasmo al recordar lo ocurrido en Incheon.

—Por suerte para ti, sí tengo —Taehyung rodó los ojos y le indicó que se levantase de su regazo para poder estirarse a su mesilla de noche y abrir el último cajón—. De sabores, además.

—Buen chico, ¿ahora, me quito la ropa o me la quitas tú? —Insinuó, sentándose de forma provocativa en la cama, tentando a Taehyung.

—¿Me estás diciendo que tengo la opción de desvestirte? ¡Podrías habérmelo dicho antes! —Exclamó, señalándolo de forma acusatoria, haciendo que el menor soltara una carcajada.

Lo recibió en sus brazos, sus labios buscando los del mayor de inmediato, las manos calientes de Taehyung colándose por debajo de su camisa; acariciando la cicatriz de la cesárea, subiendo por su ombligo, llegando a su pecho cálido, rozando sus pezones... todo de forma lenta, pausada, desesperando sus instintos que exigían sus manos sobre él de forma voraz.

El pensamiento de llegar hasta el final lo ponía ansioso: Sería su primera vez juntos y no podía con el deseo y la anticipación. Quería que fuera lento, suave, una forma de trasmitirle todas esas cursis para las que no sabría encontrar palabras. 

—Me encantas —susurró Jungkook, levantando levemente la camisa del pijama del pelinegro para acariciar su espalda; sus omóplatos sobresalían un poco por la posición en la que habían acabado:

Tik Tok Tae! [kth + jjk]Where stories live. Discover now