—No, eso no. Hay que buscar otra forma.

Caímos en silencio.

—Samuel... —dije finalmente y sus ojos encontraron los míos—. ¿Tú confías en mí?

Otro pequeño silencio, y pareció eterno, hasta que habló:

—Con mi jodida vida, Lipa —admitió—. Aunque me cueste entenderte a veces.

—Pues déjalo todo a mi cargo. Sed pacientes y esperad a que yo me ponga en contacto. Esta operación ha de funcionar como si Saúl Cambeiro no fuese un problema, como si vuestra atención no fuese en él.

—No es tan sencillo.

Mi expresión detonó la molestia ante su comentario.

—Lo que no es sencillo es ser el jodido topo en todo esto y que el FBI no pare de ponerse en contacto contigo, poniéndolo todo en peligro. He trabajado en esta mierda de misión durante mucho, mucho tiempo.

—Lo sé —recalcó—. Te recuerdo que tu mentor y entrenador fui yo.

A veces me fastidiaba que me echase eso en cara, reviviendo nuestro primer encuentro una y otra vez. Hasta la forma en la que, como dos idiotas adolescentes, acabamos cayendo el uno por el otro.

Samuel fue lo que nunca planeé. Algo imprevisto, que se metió más hondo de lo que jamás pretendí en mi corazón; ese que jamás creí tener. Y se hizo con todo mi mundo.

—Confía en mí y te prometo que el cártel de mi padre quedará totalmente disuelto, además de su muerte.

—Lipa... —dijo, mirándome de esa forma; como si yo tuviese que sentir algo de remordimientos ante una operación así—. ¿Estás segura de todo esto? Sabes perfectamente que puedes retirarte cuando lo pidas. Y que no tiene por qué acabar así.

Me incorporé y apoyé sobre la mesa, hacia él.

—Si alguien va a acabar con mi padre, esa seré yo. Nos jodió la vida, Samuel —dije—. Todo comenzó con mi madre, pero quien va a terminarlo soy yo.

Su mandíbula se tensó ligeramente, aguantando responder o debatirme.

—Hablaré con Thompson. Tú haz lo que necesites y esperaremos tus órdenes e información —accedió—. Hablaremos con la DEA para que "dejen" también de poner su atención en vosotros. Así podrán volver al negocio, tú obtener el resto de información y cuando lo tengas todo, finalizaremos la operación.

—Gracias.

Me levanté de la silla, Samuel haciendo lo mismo.

—¿Ya te vas?

Y supe que no se refería al trabajo. E incluso si quería quedarme, no podía lidiar con esto ahora. De hecho, seguía enfadándome que le enviasen a él. Pero más lo estaba con Samuel por meterse en esta operación y haber tenido que pasar por todo lo que pasó durante casi un año estando de incógnito y trabajando para mi padre.

Había vivido cosas horribles, visto gente morir, sin poder hacer nada al respecto tan sólo por no fastidiar la operación. Todos tuvieron un duro papel, pero él el que más. Porque además conocía su moralidad y todo esto iba prácticamente en contra de sus principios. Y todo por estar a mi lado si algo sucedía, para protegerme.

—Si tardo demasiado sospecharán. Se supone que he ido al centro y tengo escolta. He tenido que escaparme.

Fui hacia la puerta y él me siguió. Al abrirla, él la cerró. Sentí su presencia, pegada detrás de mí, y yo cerré los ojos un instante.

«Joder»

—Lipa... —dijo aterciopelado, poniéndolo todo más difícil. Tuve que morder mi labio para contenerme.

—Samuel..., no —dije y giré sobre mis pies, encontrándome con él. Tan cerca y tan lejos. Si alguna vez fui fuerte, era en ese preciso instante—. Ya la jodimos... Por favor, no me hagas esto.

Sus ojos me contemplaban de un modo que, por mucho que me gustase, necesitaba que parasen. Era como si tan sólo con eso, su mirada, quitase todo el aire a nuestro alrededor. Sentirle tan cerca, después de tanto tiempo, tras todo lo que pasamos, me hacía perder el poco juicio que me quedaba. Y si no hacía algo para detenernos, acabaríamos devorándonos.

—Sam... —susurré, intentando mantener la cordura.

Noté cómo batalló mentalmente, conteniendo las ganas y dando un pequeño golpe contra la puerta; esas que yo misma tenía y ansiosa quería hacer desaparecer... Pero la realidad fue más fuerte.

—Quedamos a la espera de tu próxima llamada.

Esas fueron sus palabras, apartando la mirada y dejándome libre. El nudo en mi garganta creció por un instante antes de poder controlarlo y escapar de allí.

Salí del piso franco y tomé el coche. Volvía al spa.

El camino fue tortuoso, mi mente intentando complacer a todos y serme fiel, pero era imposible. Mi único objetivo era terminar esto y dejar lo demás para después..., si aún había posibilidades. Era consciente de que no era la más querida en el cuerpo, y mucho menos por mis métodos, pero me gané todo su respeto; irónicamente.

Y luego estaba Samuel. Mi mentor, quien me caló desde el primer entrenamiento. Éramos tan distintos en ese momento, de mundos tan diferentes, que obtuvimos el efecto contrario: Encontrar cada similitud y hacerla especial.

Él era bueno. Tenía una filosofía impecable, admirable incluso, que a pesar de su trabajo fue capaz de mantener. Y aparecí yo para demostrarle que existía un color nuevo mientras que él mostró otro a mi mundo. Un color del que ya no quise de desprenderme, porque me enamoré completamente de él hasta perder la poca cordura que siempre tuve.

TODO, POR EL PLANWhere stories live. Discover now