Capítulo 2 - Julio

230 20 10
                                    

Hacía un día precioso. El cielo se abría azul y despejado, los árboles eran solo manchas verdes que pasaban a nuestro lado de forma fugaz y la carretera aparecía recta y desierta frente a nosotros. Sonaba en la radio una suave canción en francés que no había escuchado nunca y una voz femenina y dulce inundaba el ambiente. La brisa que entraba por las ventanillas bajadas de la caravana me despeinaba el flequillo y el sol me calentaba los párpados cerrados, traspasando sin dificultad las gafas oscuras que intentaban protegerme de él.

Notaba, incómoda, la camiseta de tirantes pegada a mi espalda a causa del sudor y me revolví molesta en el asiento. Mi pelo estaba enmarañado y empezaba a dolerme la espalda de llevar tanto tiempo en la misma posición, pero todo ello se me olvidó en cuanto el olor del mar llegó a mí. Abrí los ojos rápido, me incorporé y me asomé tan ilusionada como una niña de seis años.

Siempre he sentido una conexión especial con el mar. Como si estar cerca de él me abriese de dentro a fuera, dejándome respirar mucho mejor de lo que lo hacía normalmente. Cuando el imponente océano aparece frente a mí el mundo se desvanece para traer, en su lugar, una calma que pocas veces en mi vida he llegado a experimentar. Hundir los pies en la arena, sentir el pelo revoloteando, escuchar el vaivén de las olas y el sonido de las gaviotas y sentir el olor a sal me hacen ser tan conscientes de mi misma que a veces hasta me asusta. El mar crea en mí una sensación especial. Me hace sentir en casa. Exactamente igual que cuando estoy comiendo la sopa de pescado que hace mi madre los domingos o cuando estoy entre los brazos de Diego.

Diego.

Llevaba todo el camino inmerso en sus pensamientos sin dirigirme la mirada. Lo miré temblorosa. Parecía mentira, pero su presencia aún me cortaba la respiración como el primer día que nos conocimos. Con los años se había vuelto más guapo. Llevaba siempre su pelo negro revuelto, sus ojos se habían aclarado poco a poco para volverse de un gris casi transparente y había decorado su piel con más y más tatuajes cada vez. Sonreí al pensar en el desastroso chico de diecinueve años que era cuando nos encontramos y en cómo había mejorado con los años.

—Estamos cerca —susurré.

Cuando vamos juntos de viaje se burla de mí constantemente (y cuando no estamos de viaje, también), y las bromas comienzan siempre en el momento exacto en que me pongo a gritar emocionada al ver una masa de agua al fondo. La primera vez que me comporté de esa manera delante de él me dijo que parecía que no había visto nunca el mar y me suplicó que, por favor, nunca volviese a gritar de forma tan estridente. Diego odia los gritos.

Él solo asintió y susurró un "sí" casi imperceptible. Esa vez no hubo atisbos de sonrisas, no hizo ni un solo amago de reírse de mí, ni siquiera parecía interesado en llegar a nuestro destino. Únicamente conducía de manera mecánica, me contestaba con monosílabos o, directamente, no lo hacía; como si no existiese. Se mantuvo en su asiento con la vista al frente, imperturbable. Solamente me dio los buenos días cuando fue a recogerme esa mañana. Era la segunda vez que nos veíamos desde aquel día de abril y había tanta tensión que estaba segura de que podría ahogarme en cualquier momento.

Sus manos se agarraban fuertes al volante y tenía la espalda muy recta. Miró por mi ventanilla sin siquiera pasar la mirada por mí e hizo un movimiento con la cabeza en dirección al exterior antes de volver a concentrarse en la carretera. Giré mi cabeza hacia donde él me había indicado y le vi. El mar. Imponente. Azul. Misterioso. Y Diego no daba señales de estar aquí.

Mi sonrisa se volvió una mueca y me recosté en mi asiento. No aparté ni un segundo la mirada de la ventanilla. Necesitaba esa paz que tanto venía buscando, callar a mi cabeza, que esa sensación saliese de mi pecho. Me hacía falta que Diego, ese Diego, desapareciese por un momento y que volviese el de siempre. Apreté mis manos intentando que no temblasen.

Una parte de míWhere stories live. Discover now