♣️Your♥️Eyes♦️Tell♠️ (♣️House♥️OF♦️Cards♠️)

♠️ Eunwoo ♠️

"No dejes que tu soledad te domine a ti, mejor dominala tú"

Palabras dichas por mi hermano mayor que nunca iba a olvidar. Primera y única vez que lloré por la ausencia de mi madre en mi vida. Solo tenía ocho años y la esperé en mi primera conferencia de finanzas para infantes.

Para mí la ausencia de mi madre la sentí de una forma muy diferente a como lo sentía Mingyu. Él lo anhelaba con rabia. Yo ni siquiera lo anhelaba, no después de un tiempo. De pequeño me sentía irritado, frustrado, más al ver el obvio favoritismo con Yohan y Sohye. Me llevó a cuestionar seriamente...

¿Qué tenía Yohan que yo no?

Yohan era inteligente, alto, apuesto al ojo femenino, tenía porte y presencia en cualquier lado. Yo era un renacuajo olvidado aprendiendo por mi cuenta. Pasarme horas en los libros me hacía no pensar. A los doce años ya había terminado con la mitad de los libros que había en el estudio de mis padres. Libros de psicología, filosofía y hábitos. Uno que otro de romance, misterio y suspenso. Lo que me enseñaban mis tutores solo era un plus para mi capacidad. Los libros de psicología oscura eran mis favoritos. A los trece años podía controlar mis emociones y podía leer las emociones de los demás. Miedo, angustia, vulnerabilidad... Las pude controlar e intercambiar por firmeza, autodominio y fuerza.

Pero era muy ambicioso.

Llegué a admirar tanto a Yohan, que quería ser como él, incluso más que él hasta el punto de dejarlo por debajo de mí. Mi ego herido no me permitía querer seguir admirandolo. Para mí y mi inocente sentimiento de envidia Yohan lo tenía todo, fue tarde cuando descubrí que no tenía más que cosas materiales y el amor de mi madre. Lo último no lo necesitaba, al final ella iba a necesitar de nosotros y era cuando no pensaba extender mi mano.

¿Cruel?

No me importa. La amaba, no lo negaba, pero yo no me quedaba con nada. No servía para reclamar nada, prefería quedarme callado y moverme sigilosamente. Odiaba necesitar de alguien y odiaba que necesitaran de mí. Los apegos no eran lo mío. Siempre miraba hacia arriba, enamorándome de lo imposible hasta que se volviera posible.

Como mi primer amor: Jeon Nara.

No entiendo cómo se me cruzó por la cabeza enamorarme de la que se suponía que iba a ser mi cuñada, pero no lo podía negar, ella sabía llegar a los corazones de los necesitados, tal como lo hizo con Yohan a darle el apego que le permitió tener. Tal como hizo con Annalise dándole compañía sabiendo que estaba sola. Tal como yo, que me gustaba la atención femenina que no tenía.

—Puedes tener todo lo que quieras, Eun. Tenemos los recursos, que no se te olvide. Mírame a mí, tengo quince años y mañana puedo morir. Tú tienes doce y la mitad de tu vida has estado sobreviviendo de libros porque tu madre no puede enseñarte el arte de vivir. De los cuatro, te veo más potencial a ti de tener el mundo a tus pies. Yohan es muy impulsivo, Sohye es muy estúpida, y Mingyu no deja de creer en Santa Claus. Debe conservar tu rostro de ternura, pero tu alma hablará de ti. Apuesto y gano que todos hablarán mal de mí cuando muera, pero mi alma estará contenta.

—Pero yo no veo el mundo a tus pies.

—¿Para qué quiero tener el mundo a mis pies si al final lo dejaré? Piensa en todos lo que no podemos tenerlo, tú solo no tienes una mamá, yo básicamente me estoy quedando sin vida. Mira a Annalise, se quedó ciega y sin padres y luego se quedará sin amiga también. Si tú no te sientas a pensar en ti, nadie lo hará. Vive por nosotros los que no podemos. Sin distracciones sería mejor.

Ella se había convertido en mi única distracción. Había empezado a leer libros de medicina y cardiología. Me estaba empezando a interesar la medicina demasiado. Quería darle el mundo a alguien por primera vez. Yohan no tenía la capacidad para eso viendo todo lo que tenía encima. Empecé a ir más tardes a casa de mis tíos Jeon cuando se mudaron a Corea de vuelta. Le pedía que me enseñara temas que yo ya sabía, aún cuando ella tenía la cabeza hueca y no sabía explicar.