♥ 045 ♥

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Annalise Lim Wise

El sentimiento una vez más me había vencido. Los recuerdos traumáticos de aquel día habían llegado. No pude hacer nada por Nara cuando empezó a sufrir un infarto frente a mí. Mis posibilidades de ayudarla fueron nulas. No podía verla, no podía hacer nada por ella más que gritar por la ayuda de alguien más. Nunca creí que se iba a volver a repetir la situación, y peor aún, esa vez sí veía. Entré a la habitación y el señor Kim se presionaba el pecho con fuerza.

—Anna...

—¿Señor Kim, le sucede algo?

—No... Llama... llama al doctor.

—¿El doctor? Pero... Pero... —no me atreví a dejarlo solo, así que presioné el botón de emergencia. El sonido del monitor alertando que algo no andaba bien, la desesperación del señor Kim reflejada en su rostro... No estaba siendo bonito presenciar ese tipo de situaciones y no poder hacer nada.
Un equipo de médicos entró rápidamente, empezaron a intentar controlar todo. Yo estaba frente a su camilla observando todo como si viendo la situación iba a poder ayudar.

Su cuerpo casi inerte empezó a convulsionar.

—Desfibrilador en 120 —iba a quedar traumada para toda la vida. Estaba segura.

—aumentan a 180, apártense en 1... 2...3.

—Señorita, usted no puede estar aquí. Venga conmigo.

—Pero y el señor... Yo lo debo cuidar.

—Nosotros nos encargamos, venga conmigo —la doctora fue muy consciente de mi shock. La situación era lo suficientemente dura como para que no se dieran cuenta que yo seguía observando todo. Al final me dejaron en el pasillo. Me senté en el suelo rogándole al cielo por lo imposible.

«¿Por qué el corazón de las personas fuertes es el más débil?»

No sabía cuánto tiempo había pasado  nadie había salido a darme ni una señal de que ya podía volver a cuidarlo o algo. Las puertas de cristal se abrieron y los pasos acelerados de varias personas me obligaron a levantar la cabeza. Se trataba de mi suegro y sus guardaespaldas.

—¿Qué haces ahí? Levántate —él, aún sabiendo que su padre estaba a punto de perder posiblemente la vida, me ofreció la mano con una sonrisa en su rostro. Fue una espera de minutos que por dentro se sintieron horas, y solo para terminar pidiendo una disculpa por no poder hacer nada por el señor Kim. Me quería manipular para dejar de sentirme mal diciéndome que era el ciclo de la vida, pero el ciclo de la vida fue tan injusto conmigo que me costaba entender que la gente se tenía que ir de nuestros lados en algún momento.

Me enviaron a la cafetería, donde uno de los guardaespaldas me pidió un té para relajar mis nervios. Me sentía demasiado observada, pero no opacaba el sentimiento angustiante dentro de mí.

Tal vez pude hacer algo.

Tal vez me tardé en llamar a los doctores.

Tal vez la comida que le llevaba le hizo daño.

Tal vez no lo cuidé como debí hacerlo.

Tal vez yo no debí estar ahí.

Quería estar sola, tomar aire sin estar vigilada. Odiaba la sobreprotección que esa familia necesitaba. Como pude, en el descuido de pocos segundos del guardaespaldas me levanté de la mesa y caminé lo más rápido que pude sin ser notada. Sin guardaespaldas encima nadie se fijaba en mí, era demasiado sencilla como para ser el centro de atención de un hospital con enfermos en cada esquina. Llegué a uno de los jardines que más me gustaban, los recuerdos del Señor Kim recorriendo el lugar mientras me regañaba por ser tan dejada me llenaron de nostalgia. No pude evitar llorar, no pude evitar recordar el día que tampoco pude hacer nada por Nara, o la noche que no pude ver el camión que le quitó la vida a mis padres y me arruinó mi vida.

♣️Your♥️Eyes♦️Tell♠️ (♣️House♥️OF♦️Cards♠️)Where stories live. Discover now