Capitulo 4. Sinceridad

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Llevo aquí dos semanas, aquí me siento segura y no sé si feliz. Pero estoy bien. Mis heridas están casi curadas. Ayer el doctor quito las grapas de mi operación, no puedo hacer esfuerzos durante al menos otros quince días pero no me quejo.

Ya me levanto sola y me aseo, mi rostro ya no está hinchado y aunque todavía no está de su color normal no me veo mal del todo.

Nana me ha traído un pantalón, solo con verlo he llorado creo que es la primera vez en toda mi vida que puedo usar uno. También me ha traído unas zapatillas pero no sé cómo se sujetan. Nunca en toda mi vida he tenido unas, cuando vivía con mamá solo tenía unas botas y cuando me fui a ese lugar solo llevaba zapatos de tacón.

Me miró en el espejo y me sorprendo mi jersey es calentito y los pantalones son cómodos el único problema son las cuerdas que caen de las zapatillas, no hago nada más que pisarlas y ya he estado a punto de caer dos veces.

— Niña eres un desastre, pero uno bueno— dice Nana sonriendo y anundando las cuerdas.

Me he fijado bien, espero poder hacerlo yo sola pronto.

Estoy emocionada, pero también nerviosa y asustada. En la casa se que vive Jhon, Nana y también he conocido a George, a parte de ellos no ha venido nadie más a la casa o eso es lo que creo.

Bajo hasta el comedor, la casa es bonita y acogedora. Vaya otra vez siento ganas de llorar.

Desayuno junto a Nana, ella me ha contado que no tiene familia, digamos que su única familia es Jhon, le he preguntado donde nos encontramos pero me ha dicho que debo esperar a que Jhon vuelva y el me explicara y aclara todas mis dudas.

— Nana, podríamos salir fuera?—

Veo como Nana se tensa, quizás he preguntado algo inapropiado.

— Lo siento Nana, no quería ponerla en una situación difícil, de verdad que lo siento solo quería tomar un poco de aire.—

Se levanta de la silla, recoge el desayuno y me pide que la acompañe.

La sigo despacio, está abre la puerta y me pide que la siga, no encontramos en un jardín, un jardín muy bonito hay flores y un pequeño banco, Nana  se sienta en el banco, yo por el contrario camino y tocó todo, me quito las zapatillas y los calcetines. La hierba me hace cosquillas. Me tumbo sobre ella y miró el cielo.

— Cielo no estes mucho tiempo tumbada ahí, vas a coger frío—

Esas palabras remueven algo en mi interior, mi madre también me decía eso aveces, es como si me sientiese querida de nuevo.

Quito esa idea de mi cabeza, no me merezco el amor de nadie, yo no soy nada, no valgo nada.

El teléfono suena, Nana se levanta del banco y pasa hasta la casa. Me quedo un momento más ahí tirada disfrutando del aire fresco. Me levanto del suelo cuando comienzo a sentir frío, escucho unas risas, me acerco hasta el cercado y veo a dos niños montados en bicicleta, ellos me miran y me sonríen.

Veo como se alejan y paso al interior, me siento en el sofá cerca de la chimenea, a lado hay una estantería repleta de libros, me levanto y cojo uno. Espero no haber olvidado como se lee.

Historia de la Manada Blue Moon

Tardó un poco en leer el título pero al final lo consigo. Abro el libro y veo una ilustración muy bonita un lobo le aulla a la luna.

— Cielo estabas aquí, me he asustado cuando he salido y no te visto— dice Nana preocupada.

— No voy a escapar— digo sin levantar la cabeza del libro.

Ella es humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora