Capitulo 50- Circunstancias

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Me alejé de ellos, caminé hacia la puerta de la habitación, la abrí y allí había dos hombres de pie, uno a cada lado de la puerta.

--Que se le ofrece?—preguntó uno con mala gana

--Mi mujer necesita agua caliente y agua fría para prepararle el biberón al bebé, y también unas toallas si no es mucho pedir--  traté de ser lo más amable posible por el bien de todos, los sujetos asintieron y me metí nuevamente en el cuarto.

Tomé asiento en la cama y vi el bolso que Johanna había traído. Lo tomé y revisé lo que tenía dentro.

Pañales, ropa de bebé, un talco, unas toallitas húmedas, un pote con un polvo amarillento; debe ser lo que toma. Dejé las cosas en su lugar y llamaron a la puerta, me acerqué y la abrí.

--Aquí tiene – me dijo uno de los sujetos entregándome una bandeja con dos termos bien cerrados -- las toallas están en el armario—agregó señalando con la cabeza en su dirección.

-- Gracias – dije de forma correcta con la bandeja en manos, me hice hacia atrás y cerré la puerta; dejé la bandeja sobre el sofá, me acerqué al armario, lo abrí con cuidado y pude ver las toallas; tomé dos y se las llevé a Johanna; golpee la puerta antes de acercarme a ella y su hijo – Aquí tengo las toallas, dónde las dejo?—pregunté viendo a su alrededor

-- Dame una, no puedo dejar al bebé solo en el agua—explicó mientras le quitaba algunas gotas de agua de su rostro, me acerqué a ella y le di una toalla. Johanna la tomó y levantó al bebé del agua envolviéndolo en la misma con mucho cuidado.

Se puso de pie y pasó a mi lado sin darme importancia.

--Ellos trajeron el agua que necesitabas—dije desde la puerta del baño, señalé el sofá y agregué – está allí— me quedé de pie junto a la puerta mientras la veía secar y cambiar al bebé. Una vez que terminó, lo dejó recostado en la cama con unas almohadas a sus lados; tomó el bolso que había traído, lo abrió y sacó el biberón y el frasco con el polvo amarillento, dejó todo sobre los pies de la cama y se acercó al sofá, tomó los dos termos y volvió a la cama. Se puso a preparar la mezcla.

Colocó en el biberón una cucharada y media del polvo, le agregó agua caliente, pero solo un poco, lo agitó bastante y luego le puso más agua caliente; se echó unas gotitas en el dorso de su mano, la vi hacer una cara rara, como de disgusto; abrió el biberón una vez más, le puso agua fría, cerró la botella, la sacudió nuevamente y se volvió a echar unas gotitas en el dorso de su mano; sonrió satisfecha.

Sonreí como idiota al verla hacerlo.

Johanna tomó al niño en brazos, se sentó en la cama y le dio el biberón al pequeño.

Yo sabía que ella era una bomba de tiempo, que no podía confiar en que ella se quedaría a mi lado por gusto propio y que de alguna u otra manera ella siempre buscaría la forma de alejarse de mí; pero no la dejaría, haría que vuelva a amarme sin importar el tiempo que nos lleve; eso incluye al bebé, sería como si fuese mi hijo, lo amaré y criaré como si fuese propio, después de todo, él crecería conmigo y su madre.

Estaba pensando en todas las cosas que podría hacer con el bebé y con Johanna cuando llamaron a la puerta, vi como Johanna se puso tensa y sujetó al niño con más fuerza, tomé una respiración profunda y caminé hacia la puerta de la habitación; la abrí y allí estaba Max de pie con una sonrisa en su rostro.

--Amigo—dijo al verme, --Te tengo excelentes noticias, el vuelo se adelantó para esta tarde—dijo mientras entraba a la habitación, miró a Johanna con el niño y se giró para verme –después del almuerzo nos iremos hacia la pista, asique, yo diría que coman algo y dejen sus cosas preparadas y listas para salir, ya sabes que no me gusta esperar – agregó viéndome con una sonrisa de lado,  asentí y él se giró para ver a Johanna, -- Espero no quedar como un entrometido pero, te traje un regalo para ti y para el pequeño – Max chasqueó los dedos y dos hombres entraron a la habitación con bolsas de marca y cajas, las dejaron en el sofá y tomaron la bandeja que estaba allí.

La Bailarina del Luchador Where stories live. Discover now