Capitulo 48- Especial

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Especial.

--* Ya lo verán, saldré de aquí e iré por lo que me pertenece, si yo no puedo tenerte, nadie lo hará y no me importa si esta vez tengo que matarlo a él y a todos los que te protegen, definitivamente vas a regresar conmigo de una u otra manera, eso lo puedo jurar!*--  dijo el hombre mirando un recorte del periódico pegado en la pared gris de la celda en la que se encontraba encerrado; Rodrigo no dejaba de pensar en Johanna ni por un segundo, incluso aunque ya habían pasado dos años desde que lo habían metido a prisión --* Pronto saldré e iré por ti cariño, solo falta un poco más, solo un poco más y estaremos juntos aunque sea muertos, esta vez, nadie podrá separarnos*--  una sonrisa escalofriante se formó en su rostro, y la determinación se veía en sus ojos, sus ahora, oscurecidos ojos.

En la prisión, Rodrigo esperaba a que se confirme su sentencia por secuestro, violencia física e intento de homicidio. A pesar de su buena conducta allí adentro y de no causar ningún tipo de problemas, el juez que llevaba su caso era conocido de Hunter y Stephanie, él prometió hacer lo posible para que no saliera de allí y se pudra por lo que había hecho.

--* Entonces, será hoy?*-- preguntó Rodrigo a un preso que estaba allí con él limpiando la biblioteca, su nombre era Max; el era solo unos centímetros más bajo que Rodrigo, tez blanca y con el cuerpo lleno de tatuajes; Max sonrió y asintió

--* Si, esta noche mis contactos nos harán salir de aquí, pero recuerda nuestro trato, te sacamos y a cambio nos llevas a tu país, si no cumples, ya sabes lo que te va a suceder, cierto? *--  amenazó Max a Rodrigo, este asintió. Sabía lo que le sucedería si no cumplía con su parte del trato, lo torturarían, luego lo matarían y finalmente se desharían de su cuerpo para que nadie pudiera encontrarlo.

Esa noche hubo un motín en la prisión donde muchos presos murieron y solo algunos de los policías; no sabían cómo algunos presos lograron escapar sin ser vistos.

Rodrigo junto con Max y otros dos presos lograron salir sin ser vistos.

--* Ahora llegó el momento de que cumplan con lo suyo, cada uno irá por su lado, pero si en dos días no están en el lugar acordado, estarán muertos, entendieron? *-- Max los amenazó para que no se olvidaran de su palabra, los hombres asintieron con algo de temor y luego de eso, cada uno se fue por su lado.

Rodrigo se escondió en un galpón abandonado donde alguna vez se escabullo para planear cómo se llevaría a Johanna a Buenos Aires. Había escondido armas y algo de dinero en su momento y se sorprendió al encontrarlos aún allí.

--* Veamos en dónde estás ahora cariño…*-- dijo él tomando un viejo teléfono celular y haciendo una llamada; contestaron del otro lado

--* Quién?*-- una voz masculina se escuchó y al parecer no estaba de buen humor

--* Soy Rodrigo, necesito que me pases la dirección de ahora de ella*--  Rodrigo sonaba nervioso, sabía que no contaba con mucho tiempo y que no podría jugar con ella como lo había hecho antes

--* Maldito hijo de putx, no puedo creer que aún sigas con vida y que sigas yendo tras esa mujer; deberías dejarla en paz y largarte de aquí, tu suerte se esta acabando y ella terminara ganando; cuantas veces van ya? Qué, unas cuatro o cinco veces? Y en todas ella te dio una paliza jajaja que idiota eres, deberías rendirte por tu bien y escapar lo más lejos que puedas de esa chica*-- La voz de su informante sonaba como si la situación fuese muy divertida, ese maldito se atrevía a burlarse y darme ordenes, quién se cree que es?

--* Dame la dirección y el resto no te incumbe, ahora, haz tu trabajo*-- ordenó Rodrigo al borde de perder la paciencia, del otro lado se escuchó una risa

--* Bien, pero no digas que no te lo advertí; te la mandaré por mensaje y, borra mi número, no quiero que se diga que fui yo quien te ayudo a suicidarte jaja*-- dicho eso, se cortó la llamada y Rodrigo arrojó el celular con furia hacia el piso provocando que éste estallara en pedazos. Luego de que se tranquilizara, tomó el chip del teléfono y lo colocó en otro, lo encendió y un mensaje le llegó con la información que había pedido antes.

Rodrigo se armó con un bolso lleno de armas y municiones, cinta plateada y sogas; la cosa era sencilla, si ella no venía por las buenas, entonces la traería a la fuerza, pero que estarían juntos, estarían juntos.

El hombre salió decidido a ir por lo que él creía le pertenecía, se escondía de la gente y trataba de no ser visto. La nueva casa de Johanna quedaba a unas horas yendo a pie, esa era la única opción si no quería que lo detuvieran nuevamente y que su plan fracasara.

Eran las tres de la mañana cuando finalmente logró llegar,  se quedó de pie frente a la bonita casa en silencio por algunos minutos hasta que se puso en marcha nuevamente.

Caminó sin hacer ruido hasta la puerta trasera de la casa, dejó el bolso en el suelo, tomó unas ganzúas y abrió la puerta. Levantó el bolso, agarró un arma y entró a la casa cuidadosamente.

Revisó la planta baja y no había nadie, solo algunos juguetes desparramados en el suelo; subió las escaleras y revisó las habitaciones.

En la primera, había una niña durmiendo con una luz de noche color azul que salía de una pequeña lámpara en forma de luna, cerré la puerta con cuidado y avancé hacia la segunda habitación, allí había un bebé; me acerqué lentamente para poder observarlo mejor. El niño se parecía a ella, tenía sus ojos, su boca y su cabello. También dormía de la misma mala manera que Johanna, con un brazo sobre la cabeza y las piernas cruzadas; tomé al niño en brazos sin hacer que se despierte.

Caminé hasta la última habitación, abrí la puerta y ahí estaba ella, durmiendo con otro hombre.

Se veía tranquila, en paz, una paz que jamás la vi tener estando conmigo.

Mi sangre comenzó a hervir, me acerqué a su lado y acaricié su mejilla, ella sonrió primero y luego abrió sus ojos lentamente.

--* Buenos días cariño*-- dije en voz baja cuando me vio, --* Shh shh! No queremos que nadie se despierte y salga herido verdad? *-- amenacé apuntándole al hombre a su lado, ella guardó silencio y se levantó de la cama; sus ojos estaban llenos de lágrimas y su rostro se había tornado rojo por la ira que estaba conteniendo en ese momento. --* Vamos a dar un paseo, tomá un abrigo y algo para el bebé; no te olvides que si haces un movimiento raro o algún sonido, vas a tener que despedirte del fortachón y de la pequeña en el otro cuarto*-- la apunté a ella ahora y se puso en marcha, tomó un abrigo, se puso unas pantuflas y caminamos hasta el cuarto del bebé, agarró un bolso, le puso algunas cosas, tomó una manta gruesa y quiso agarrar al bebé, negué con la cabeza, la conocía, si ella agarraba al bebé,  estaría perdido.

--*Dame a mi hijo Rodrigo, él no tiene nada que ver en esto, es cosa nuestra, si querés que vaya con vos,  lo haré, solo dejá a mi bebé*-- ella se veía desesperada, caminó solo unos pasos hacia mi y estiró sus manos para tomarlo, me alejé de ella con el niño en manos

--* cubrí al pequeño con la manta y no intentes nada*-- la amenacé una vez más, ella respiró profundo y cubrió al bebé. Salimos de la habitación, bajamos las escaleras en silencio y salimos por la puerta trasera, nos subimos a su auto y la hice manejar todo el camino hasta llegar al punto de encuentro con Max, si bien salíamos mañana, yo le había dicho cual era mi plan y que quizás necesitaría un lugar para esperar hasta que el avión despegara.

La Bailarina del Luchador Where stories live. Discover now