CAPÍTULO 13

17 4 0
                                    

Migajas disfrazadas de amor.

Incómoda y cansada.

Así describiría la reunión.

Cada que un estudiante pasaba a explicar su informe, una oleada de críticas de nuestro sargento se levantaba con el.

Fui la única en solo recibir un comentario desagradable y despectivo, pero es obvio que se debe a que yo no terminé de explicar mi carpeta.

Algo que me tiene indiscutiblemente molesta e indignada.

—¿Qué tan mediocre debes ser para que el jefe no te deje terminar de hablar? —escucho a mis espaldas y casi en automático suspiro, acelerando mis pasos.

No soy mediocre.

Lo que sucede es que el jefe es un imbécil.

Tengo tantas ganas de quejarme, que solo anhelo la hora de salida para estar con Justin, creo que él es el único —además de mis padres — que me hace sentir segura de inmediato.

Pero para eso todavía faltan un par de horas. Así que, con el mejor ánimo que intenté reunir, me acerco a los equipos de trabajo para continuar con mi investigación.

Cada cosa que leo acerca de este caso, es más confusa que la anterior. Entre las nuevas pruebas, se menciona otro ADN en las pertenencias de Leila. Masculino, pero desconocido para la base de datos.

Estoy tan intrigada que poco a poco mi molestia se pierde en el enorme vacío de mis emociones.

«¿Por qué un padre mataría a su propia hija?»

Sucesos como este, hacen que mi esperanza, con lo que hoy nos queda de humanidad, decaiga en picada.

Ciertamente, casos como estos hay muchos, pero en la mayoría, se tiene posibles móviles para que el asesino cometa un crimen como ese. Algo que en este caso, no existe. No se tiene la certeza para afirmar que Enrique Franco asesinó a Leila, su hija, y luego la tiro al río para no dejar rastro.

Y lo más retorcido de todo, no es eso, es que él mismo haya ido a reportar su desaparición y eventualmente a reconocer su cadáver.

Es un ser humano bastante repulsivo.

Desde su apresamiento, no ha participado en una conversación, según estas líneas, no ha dicho ninguna palabra coherente desde que la policía estatal dio con su captura.

Creo que mi entrevista con él hombre no va a ser muy provechosa que digamos.

«¿Tendrá alguna enfermedad mental no diagnosticada?»

Mis ganas de solicitar el apoyo del señor Reynolds aumenta con creces cuando me siento estancada en la misma parte de la historia.

Tres de marzo de este año, once de la mañana, última vez que fue vista Leila con vida. Por su, en ese entonces, pareja.

Julián Reyes.

Creo que comenzaré la travesía con este personaje tan importante para entender este crimen. Luego de pasar a mi móvil los datos de Reyes, cierro todas las ventanas que utilicé en el equipo y apago todo.

La Sombra De Tu PresenciaWhere stories live. Discover now