CAPÍTULO 24

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Para otro

—Es muy raro. —concluye Regina, sentada en el sillón.

—Ten cuidado con ella. —no estamos muy acostumbradas a la versión seria y madura de Sergio, pero esa es la que hallo al escuchar sus palabras. —Si descubrimos que vuelve a armar mentiras contra ti, no me importa el cariño que le puedes guardar a una persona como ella, pero nos iremos por la vía legal. Sus tonterías podrían joder tu vida laboral, tu futuro… —sus cejas empiezan a chisparse—No. Definitivamente, no.

Sus manos están entrelazadas y la luz de la tarde escaseaba por mi ventana abierta de par en par. La brisa estaba helada, pero poco importaba, mi apartamento lucía adornado por mis amigos, aunque el foco de conversación no era de mi agrado.

—No creo que sea necesario llegar a esos extremos. Estoy segura que lo que ocurrió fue cuestión de momento, de la rabia que pudo sentir, pero ahora ella también entró y… y ya. Dejamos las cosas como están. —intento tener la última palabra sobre el tema, pero no lo logro.

—No, Amber, esta vez estoy totalmente de acuerdo con Sergio, no podemos pasarle una más.

—Explícame otra vez cómo es que ella entra después de dos meses. —exige.

Jugueteo con el móvil, recordando con más claridad el momento después de salir de la oficina de Erick.

—Según Sam, ella entró como reemplazo de Hunter, el tipo con el que tuve un pleito, el sargento logró que anularan su puesto dentro de la agencia y pues, Mara fue una de las finalistas en la selección, así que supongo que  consideraron que sería la mejor opción.

—Pues se equivocaron. —alega con fastidio, chasqueando su lengua.

—Es suficiente. Ya dejemos el tema ahí. Más bien, hablemos de otras cosas, como por ejemplo, tu intermitente relación con el Jefecito.

—No se qué tema me gusta menos, la verdad… —pone los ojos en blanco, levantándose por algo de beber. Lo veo alejarse arrastrando los pies y registrando mi cocina.

—No le hagas caso, cuéntame todo lo que ha ocurrido hasta ahora.

—Pues…, no mucho, la verdad. Dijo que lo mejor era darnos un tiempo, estábamos discutiendo mucho, está en semana de parciales finales y puede que no sea su mejor versión ahora mismo. —Es evidente que el tema no la entusiasma, de hecho, parece ligeramente sosegada por sus pensamientos durante unos instantes.

—¿Y qué sientes tú? —cuestiono.

—Yo… estoy confundida, me gusta, pero lo detesto al mismo tiempo. Un día me trata como a una princesa y al otro me ignora. También odio sentirme escondida, el señor Cristian no sabe nada de nosotros. —gesticula con sus manos movimientos exagerados— Es como si le avergonzara… de mí, de nosotros.

—¡Yo sé que significa eso! —grita Sergio con la boca llena y un vaso en la mano— No. Le. Gustas.

Remarca cada palabra con una pausa, casi suena cruel y desalmado, pero son las palabras que han corrido por mi mente desde que iniciamos.
Si le interesas realmente a alguien no hay espacio para malos tratos.

—O tal vez si le interesas, pero…

—No lo suficiente. —Sergio termina por mí.

—¿Soy una idiota? —su voz baja un par de decibeles.

Y justo cuando pensaba acercarme a convencerla de lo contrario, veo como él se arrodilla frente a ella.

—¿Idiota tú? Vamos Regina, eres muchas cosas, cosas buenas. Eres realmente increíble, tú… —se detiene arrugando su frente— Quita las manos de tu cara y mírame, si ese… él, no es lo suficientemente hombre para decirte con claridad lo que quiere, entonces no te merece. ¿Entiendes eso?

La Sombra De Tu PresenciaWhere stories live. Discover now