CAPÍTULO 10

28 4 0
                                    

Desviada

Un mensaje colectivo interrumpe la clase, el profesor no está muy complacido y se empeña por volver a ser el centro de su concentración.

De un momento a otro el ambiente cambia. 

Ya no hay ganas de escuchar y aprender, las risas se hacen presentes frente a un chiste no verbalizado. Las miradas a mí dirigidas, facilita rápidamente el contenido de aquel mensaje.

—Sí así es como quieren pasar el semestre, no llegarán muy lejos, se los digo. —el señor Reynolds es muy contundente al hablar, pero no por esto se apacigua el salón.

—Siempre puedo arreglar las cosas de otra forma con usted. —una chica al fondo grita haciendo reír a la clase entera.

—¡Otro comentario de ese estilo y quedarán todos suspendidos! —ya no había calma en su manera de hablar, la paciencia había llegado a su límite.

—¿Por qué se pone así? ¿Amber no lo ha hecho bien hoy? —con un gesto obsceno, otra ola de bullicio y risas llega como anillo al dedo para lograr que el señor Reynolds estampe su puño contra la mesa.

—¡Suficiente! —el grito espanta a muchos, yo, ya lo esperaba hace rato —¡Saquen una hoja! ¡Y este examen valdrá un 60%! ¡Ahora!

A regañadientes hacen lo ordenado, no hay más comentarios, solo protestas por el sorpresivo y complicado examen.

No pude concentrarme, lo máximo que hice en esa hoja fue escribir mi nombre.

Este era mi gran temor, no quiero estar arruinando las clases o incomodando a profesores. Si no es posible llegar a un acuerdo con Mara, esto se saldrá de control. Y no solo para mí, si no para las personas involucradas, esto afectará lo que tengo planeado para mi vida, metas e intereses. Esto debe parar ya.

Tengo muy claro que hablar con Mara en este momento solo amplificaría su rabia y desprecio hacia mí. Aún no logro entender, cuando acabó todo, cual fue el momento exacto donde dejó de ser mi amiga para convertirse en esa persona que tronca mi camino, que hace lo que sea con tal de destruirme.

Salgo luego de entregar mi examen, dedicando una mirada de perdón hacia el hombre en el escritorio. Uno que, por cierto, no me devolvió la mirada.

Vagué por los pasillos ignorando las sonrisas pícaras y comentarios desagradables. Me duele la cabeza y estas personas me dan nauseas.

Siento que el día se me hace eterno entre cada clase e interrupción precoz para una burla castigada por algún profesor. Y eso que hoy tengo que trabajar, eso de ser independiente y tener que lidiar con estupideces como esta, me sacará de quicio dentro de poco.

—Hola... —una pequeña sonrisa acompaña a un rostro apenado —Apenas me entero. Lo lamento.

—No es tu culpa, así que por que lamentarlo.

—Se les irá olvidando, no te preocupes. —al no recibir respuesta se apresura a encontrar otro tema —¿Cuándo inicias en la agencia?

—El lunes, por la tarde, creo que ese va a ser el horario habitual. —pensar en eso me recuerda que debo organizar mi agenda.

—Sí, será asombroso, en la mañana clases aquí y en las tardes clases allá. Enhorabuena.

—No me des tantos ánimos, que me abrumo. —es la de las primeras sonrisas sinceras del día y ya cada vez esta más cerca de oscurecer.

—¿Tienes otra clase ahora?

—En efecto. La última, gracias al cielo. —demuestro mi notable cansancio en aquel estirón y bostezo.

—Te esperaría, pero tengo que llegar a casa. —Steve, tan atento como siempre, se excusa.

—No tienes que hacerlo igual. Te veo mañana. —despido su presencia con un casto beso en la mejilla.

—Verás que pasará. —susurra antes de emprender camino hacia el estacionamiento.

Agradezco un poco de apoyo durante estos momentos.

La clase que sigue, en particular, hela mis huesos. Tal vez, porque es la única que trata sobre leyes, lo que la convierte en la más complicada para mí. O tal vez, porque es la única clase que comparto con Mara, en toda mi carrera, ella era quien me ayudaba con la terminología desconocida en mi vocabulario y ahora ya no está.

Entrar en la aula se me antoja un gran desafío, buscar un asiento vacío, triplica mis nervios y recibir miradas agrias, arman el postre perfecto del rechazo.

—¡Hagan parejas y debatan el parcial anterior! —llega muy campante nuestra profesora en leyes y educación.

¿Puede ser esto más incómodo?

Ver a Mara al otro lado de la sala, hace que entre en conflicto, como me encantaría conectar su mirada y tener la entera certeza de encontrar una sonrisa completa en sus labios.

Pero eso no sucederá. Mientras la docente reparte y explica la actividad, reconoce a cada pareja, para así, poder evaluar.

—¿Con quién estás? —la pregunta temida llega a mis oídos.

De hecho, la mujer parece confundida al no ver a cierta morena a mi lado.

—¿Puedo hacerlo sola? —inquiero, con voz delgada.

—Oh... Claro.

Al final, la actividad se me hizo sencilla, no había mucho en los que pensar, así que todo se basó en lo que ya habíamos hecho.

Salir fue todo un alivio, no medié palabra con Mara, en realidad, yo ya había creado todo un escenario de película, donde ella apenas entraba y se empezaba a burlar de mí o soltaría comentarios imprudentes, pero no fue así. Solo me ignoro. Fue como si no existiera. Como si nunca nos hubiésemos conocido.

El camino al restaurante, transcurre sin mucho que valiera la pena recordar. Eso sí, tal vez mis ojos estaban empañados, pero todo a mi alrededor estaba bañado en un fino tono de gris.

Que dramática.

Cada vez que veía a alguien reír o simplemente ser feliz, intentaba mirar mal, para que notaran mi incomodidad por su falta de empatía a mi lamentable estado anímico.

Saludar y cambiarme, siguió como algo monótono y rutinario. Salir sin una gota de maquillaje tampoco fue una buena idea, porque apenas pasé fuera del baño, me encontré de frente con el jefecito.

—¿Señorita? —su voz aguda no ayudaba mi ánimo —¿Esa es la presentación de los empleados de este restaurante? —pregunta en voz alta, para ser escuchado por el resto de presentes.

—No... —es muy vaga la respuesta recibida.

—No. No lo es. —se dirige de nuevo a mí —Por favor, le pido que se esfuerce más en su presentación antes de darle la cara al público y a los clientes.

Me trago las ganas de mandarlo por donde vino y finjo una sonrisa un tanto tétrica.

—Que no se vuelva a repetir cosas como estas. ¿Está claro?

—Sí.

Al regresar al tocador me doy cuenta que solo cargo con un labial de tono marrón rojizo en mi bolsa. Que desastre.

Aplicó este en mis labios a toques sutiles hasta expandirlo por toda la pequeña plenitud de mis labios.
Recuerdo, entonces, ese vídeo corto de hacks de maquillaje y empieza la travesía de utilizar el labial como sombra y rubor. Al terminar, no es tan terrible el resultado, ha de admitir que luce hasta bonito.

Mi ánimo aumenta un poco en ese pequeño lapsus de tiempo. Y me enfrento a clientes delicados, sensibles y melodramáticos con una mejor actitud.

—Muy buenas noches, bienvenidos. — me escucho decir sin despejar la mirada de el pequeño cuaderno —¿Les ofrezco la carta o ya tienen claro su orden?

—Es la primera vez que venimos. —la voz de la mujer, algunos años mayor que yo, era dulce y amable —¿Qué nos recomiendas?

—Tenemos una gran variedad. ¿Tienen alguna cosa en mente? ¿Algún antojo? —ambas se toman unos segundos ojeando la carta y pensando mi pregunta.

—¿Se te antoja algo, amor?

La acompaño a la hora de mirar a la segunda mujer, quien está muy entregada a mirar los nombres de los platillos.

—La ensalada siempre suena bien para mí. —con una sonrisa coqueta, responde.

—¿Ensalada? —ella arruga sus labios —¿Es nuestro aniversario y tú quieres una ensalada?

Al escuchar la palabra aniversario, se me ocurre un idea al instante.

—Creo que les puedo sugerir algo. —atraigo su atención— en la segunda página, donde dicen ocasiones especiales, ahí, son dos platos de salmón bañado en aceites naturales y verduras salteadas, ese plato trae con el una entrada de un cóctel frutal.

Termino de vender el plato y ellas lucen convenidas. Al final lo piden junto a dos copas de vino.

—Feliz aniversario, por cierto. —sonrisas cursis son mi agradecimiento.

Dejando la orden en cocina y yendo a por más pedidos, se me hizo imposible no oír la conversación de mi compañeras.

—¿Viste a las de la mesa dieciséis? —pregunta una a la otra, con una mueca de asco poco justificable.

—Sí. ¿Cómo no? No han parado de besarse y tomarse las manos desde que llegaron. —fingen limpiar vasos para mantener su prejuiciosa conversación a flote.

—Que asco.

—Ojalá no dejáramos entrar a esos anormales en el restaurante, menos mal y no las estoy atendiendo yo. No podría. —esa fue la gota que derramó el vaso.

—Tal vez, solo tal vez, se toman de la mano y se besan, porque son pareja. —mi incapacidad de mantener la boca cerrada cuando no estoy de acuerdo con algo, hace de las suyas de la mejor manera.

Las mujeres, un tanto asombradas por mis palabras, lucen escandalizada ante mi forma de pensar.

—¿Me vas a decir que tu también eres así?

—Disculpe mi ignorancia, parece que se contagia, pero ¿Cómo es ser "así"? —algunas cabezas se giran hacia nosotras.

—Desviada, ¿eres una desviada? —la otra señora parece dispuesta a entrar de lleno a la disputa.

—Si por "desviada" se refiere a el ángulo de su ceja, esta en lo correcto, pero si la palabra que trata de comunicar es "homosexual", lamento tener que ser yo quien la informe que se está confundiendo de términos.

—Mira, muchachita, no quieres tener problemas. Regresa a tus asuntos y cierra la boca. —mi gesto relajado se llega a encrespar por lo que se conoce como una milésima de segundo, pero rápidamente soy capaz de ocultarla.

—Pues si siguiera sus propios consejos, este sería un ambiente laboral estupendo.

—¡¿Qué dices?! —en el momento oportuno, el hijo de nuestro jefe se acerca a nosotras con una gran mueca de enfado muy mal disimulada.

—Las tres a mi oficina. Ahora. —señala el pasillo que lleva a la oficina de su padre —Y ustedes, a trabajar.

El resto del personal corre lejos de sus antiguos puestos de chismoseo.

—¿Se puede saber que les sucede a las mujeres hoy? ¿Les llegó la regla a todas o qué? —no pudo iniciar su discurso de una mejor forma, el muy imbécil.

—¿Disculpe?— las dos mujeres parecen aún más ofendidas que yo.

—Dejen. ¿Qué sucedió allá fuera?

Fue nada más preguntar para que iniciara la danza de palabrería justificante a su ignorancia y falta de educación.

Interrumpiendo la narración más insólita y prejuiciosa que había escuchado jamás, el verdadero ocupante de la silla en la que se encontraba el hombre frente a mí,  llega como la esperanza capaz de arreglar el desastre.

Soy la única que nota su llegada, ya que no hago parte de la disputa oral de la sala.

—Buenas noches, Amber. —el silencio era encantador.

—Buenas noches, señor Christian. ¿Cómo estuvo el vuelo?

—Tranquilo, gracias por preguntar. —tras dar un par de pasos queda de pie junto a su asiento ocupado.

—Padre —se levanta rápidamente y de igual forma su padre toma el lugar —estaba tratando de arreglar un problema.

—Se nota que tratabas. —le dedica una mirada severa —Ahora, ¿qué pasa? —antes que mis compañeras reanudaran su relato, el señor Christian las paró de golpe —ya escuché demasiado de ustedes. ¿Amber?

—Dejaba la orden unas clientes cuando escuché a mis compañeras hablar y no hubiese interferido si el tema principal de su conversación no fuese la orientación sexual de las personas que atendía. Lanzando comentarios abiertamente homofóbicos. En un tono, completamente capaz de ser escuchado por algún otro cliente.

—¿Eso es cierto? —el señor Christian, pregunta.

—Nosotras solo hablábamos cuando esta tipa nos... —

—Responda la pregunta.

—Sí, pero... —

—Debe quedarles en claro una cosa, este es un restaurante, no un centro de opinión, no les pago para que discutan sus ideologías, les pago para que lleven comida a las mesas de las personas que vienen aquí, sin importar si son hombres, mujeres, heteros o gays. Si pagan se les atiende y punto. ¿Está claro?

—Sí, señor.

Yo no lo hubiese dicho así, pero la esencia del mensaje está ahí.

—Regresen a sus puestos, ya.

—Señor, antes de regresar a mi trabajo, me gustaría hablar de un asusto con usted. —pido desde mi asiento.

—Claro, hablamos después de tu turno. ¿Está bien?

—Sí, esta bien.

La Sombra De Tu PresenciaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang