Capítulo 62: Sol y Luna

7.3K 540 12
                                    

●★●Sariah Mansour●★●

Deze afbeelding leeft onze inhoudsrichtlijnen niet na. Verwijder de afbeelding of upload een andere om verder te gaan met publiceren.

●★●Sariah Mansour●★●

Sol Y Luna

Un enfermero maneja la camilla en la que me encuentro acostada, Salvatore sujeta mi mano, Romanov aparece a mi lado, sujeto su mano con fuerza, de una forma u otra, verlo aquí me alegra, siento que no estoy sola en esto, miro una vez más a Salvatore.

— Necesito un favor Romanov.— suspiro aguantando el dolor de las contracciones.

— Pídeme lo que sea, prometo hacer lo que sea por ti.— besa mi mano con suavidad.

— Ayuda a Iván, estaré en el hospital por unos días, no podré ocuparme de garantizar su seguridad, pero tú podrás hacerlo.— lo miro a los ojos fijamente, veo de reojo a Salvatore negar.— Haz lo que te pido, solo lo que yo te pido.— le doy a entender que necesito que obedezca mi petición.

— Tu tranquila, yo me encargo de todo lo que sea necesario, a Iván no le sucederá nada, eso lo garantizo.

— Necesitamos que logre testificar, es de importancia su argumento en el juicio.— el enfermero no espera más tiempo y me lleva a la sala de parto.

La doctora Williams ya me espera en la sala de parto, todo se encuentra listo para que pueda traer al mundo a mis hijas, dos enfermeros con cuidado me suben a la cama, me mantengo en una posición inclinada, estoy sentada con ambas piernas dobladas y levantadas, solo llevo puesta la bata de hospital.

— Todo está listo, por lo que veo, tienes los centímetros necesarios para ya poder comenzar a pujar.— me regala una sonrisa y coloca su cubrebocas.

— Gracias por quedarte a mi lado en este momento.— beso la mano de Salvatore.

— Este hermoso momento no pienso perdérmelo por nada del mundo.— besa mi frente, él se encuentra con bata de hospital y todo lo necesario para estar en este lugar.

— Si te sientes lista, comienza a pujar.— lleva ambas manos a cada una de mis piernas, tomo un fuerte suspiro y comienzo a pujar.

— ¡Ah, no aguanta el dolor!— a penas comienzo y ya me estoy quejando.

— Tú puedes, sigue haciéndolo de esa forma, la primera bebé está cerca.— sé que su mano se encuentra en mi zona íntima, tengo anestesia, por eso no puedo sentir sus manos.

— Vamos mi amor, puedes hacerlo.— me sonríe y sostiene mi mano con fuerza.

— No puedo, no aguanto el dolor.— llevo mi cabeza hacia atrás y suspiro con fuerza, no aguanto las contracciones.

— Debes tratar de hacerlo, cada vez las contracciones serán más fuertes.— me anima, una enfermera le extiende una toalla húmeda.

— ¡Ah, por favor necesito terminar!— las lágrimas salen de mis ojos, el dolor es insoportable.

— Ya tengo la cabecita de una de las niñas, necesito que pujes una vez más, con fuerza, por favor.— asiento sujetando la mano de Salvatore.

Pujo con toda la fuerza del mundo, escucho el sonido más hermoso del mundo, una de mis pequeñas llora, la doctora la sostiene y corta el ombligo umbilical, se la extiende a una enfermera, se quita los guantes de látex sucios de sangre y vuelve a ponerse otros limpios.

— Tenemos poco tiempo, ya no queda líquido en la fuente y la otra bebé sigue dentro, necesito que esta vez lo hagas con toda la fuerza que puedas.— me mira y luego mira a Salvatore.

— Ya no tengo fuerzas, siento que no puedo más.— siento mis ojos cerrarse.

— Sariah quédate conmigo, no cierres los ojos.— Salvatore me golpea el rostro para que no cierre los ojos, pero es algo que no puedo controlar.

— Su presión está bajando, tendremos que practicarle una cesárea.— escucho a la doctora Williams hablar desde lejos.

No sé más de mí, navego en mis pensamientos, por más que deseo volver a abrir los ojos, no puedo hacerlo, siento una inmensa paz, el cansancio se va y ya no escucho las voces.

◆══════════●★●═══════════◆

Despierto cansada, siento un fuerte dolor en la parte baja de mi vientre, trato de llevar una de mis manos hacia donde siento el dolor, con cuidado puedo sentir una enorme gaza en el lugar, no hay nadie en la habitación, me encuentro sola, la doctora Williams y Salvatore entran a la habitación.

— Es bueno ver que los sedantes ya han hecho el efecto ¿Te duele la herida?— se coloca a mi lado con una libreta.

— Sí, siento un dolor horrible.— Salvatore se acerca, me observa en silencio, besa mi frente.

— Ordenaré que te inyecten un sedante para el dolor, por lo visto tu presión se mantiene estable, eso es bueno.— observa el suero y anota algunas cosas en la hoja que sostiene en sus manos.

— ¿Dónde están mis hijas?— pregunto cansada.

— Hay algo que debo comentarte, en el proceso de parto tuviste complicaciones, por lo que tuve que practicarte una cesárea, una de las niñas tiene complicaciones respiratorias, producto del accidente que tuviste meses atrás, en estos momentos está en observación y en incubadora.— miro hacia el techo, respiro hondo y vuelvo a mirarla.— Le pediré a una enfermera que venga con tu otra bebé.

— ¿Hay algo más que deba saber?— miro a la doctora.

— Puedes estar tranquila, todo se encuentra en orden, tu bebé va a estar bien.— sonríe y acaricia suavemente mi mano.

— Gracias por todo doctora.— no siento nada en estos momentos, nunca me había sentido de esta forma.

La doctora se despide y sale de la habitación, Salvatore camina por la habitación y se detiene en la puerta, me mira por varios segundos, su mirada se mantiene ida, sé que la situación de nuestra hija le duele.

— Iré por la niña para que la conozcas.— sale de la habitación sin espera de una respuesta.

No entiendo ¿Por qué me siento de esta manera?

Es una tristeza inexplicable, nunca me había sentido así, debería estar feliz por el nacimiento de mis hijas, debería llorar de la felicidad y no de la tristeza, seco mis lágrimas como puedo, una enfermera entra y aplica el calmante para el dolor, se retira y permanezco sola por algunos minutos más.

Salvatore entra con una de las niñas en brazos, una hermosa sonrisa se dibuja en sus labios al ver la niña, cierra la puerta y se acerca con la niña. Se detiene al lado de mi cama, frente a mí, mira a la niña y luego a mí.

— Ella es luna, mira qué bonita está.— hace pequeños mimos en la manita de la niña.

— Llévala a que descanse, necesita dormir.— me volteo con cuidado dándole la espalda a ambos, no quiero ver a la niña, no entiendo por qué la desprecio tanto, si deseaba tenerla en mis brazos a ambas.

— Al menos mira lo bonita que es, dale un beso, es tu pequeña.— hace una pausa.— Es nuestra pequeña.

— Mañana la veo, ahora solo quiero descansar.— cierro los ojos con fuerza sintiendo las lágrimas correr por mi mejilla.

— Como tú digas.— a penas logro escucharlo, escucho la puerta, cerrarse, sé que ya no se encuentra en la habitación.

Me siento cansada, no tardo mucho tiempo en quedarme dormida, descanso, me dejo llevar por el sueño y descanso todo el tiempo que mi cuerpo desea hacerlo.

Pasiones y misionesWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu