CAPITULO 30

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Alessia.

La multitud, los gritos y el vibrato del suelo con el retumbar de la música son lo primero que detecto al momento en que llegamos a una enorme pista clandestina a las afueras de Palermo rodeada de frondosos árboles que la esconden en medio de la claridad de la tarde cayendo.

Anochecerá en unas horas lo que aumenta la presión en los corredores que alistan sus autos deportivos los cuales seguro valen más que cualquier prenda de valor que algún día tendré. Los relojes caros, los zapatos brillantes y las diferentes placas moldeadas de los autos y sus conductores provocan que varios quieren acercarseles a medida que Julia y yo caminamos de la mano mientras Alessandro se abre paso junto a Sandro a través de la multitud hasta dejarnos en una zona vacía rodeada de guardias.

Los ojos caen en nosotras, mucho más en Alessandro el cual escanea la pista hasta caer en el inicio y ver a su hermano menor vestido tan diferente a otros mientras da órdenes. Rodeado de hombres uniformados, Demetrio viste solo simples vaqueros gastados, tenis deportivos y una ligera camiseta azul oscuro que fácilmente podría verse negra de no ser por el sol golpeando contra todos.

—¿Cuáles son los de Demetrio? —inquiero en voz baja en el oído de Julia la cual atrae varias miradas de los hombres alrededor los cuales ni siquiera piensan en acercarse al ver a todos los guardias alrededor.

Ella sí que se tomó en serio lo de ser una carrera y los vestidos que normalmente usa quedaron en el olvido. Los pantalones cortos de hilos sueltos caen por sus caderas incluso mostrando un poco de la curva de su trasero si se inclina, pero poco le importa. Una blusa de tirantes holgada blanca cubre un top negro y su maquillaje está impecable haciéndola lucir como el resto de mujeres aquí que se vistieron para la ocasión.

¿Por qué creí que un vestido sería lo ideal para hoy?

Oh sí, porque negué la oferta de Alessandro de no ir a trabajar hoy. Una vez la carrera termine, Sandro me llevará al club a trabajar.

—Los autos de los corredores de los Caruso son los que tienen el zorro a un costado —me indica con suavidad, observando como un halcón todo lo que nos rodea—. Alessandro, ¿Demetrio está discutiendo con ese hombre?

No apunta a ningún lado y me giro para ver al Caruso que nos acompaña solo para quedarme paralizada al encontrarme un par de ojos azules observándome con dudoso cuestionamiento, como si no se explicara qué demonios estoy haciendo aquí.

Junto a Salvatore está un hombre algo mayor el cual parece más interesado en cualquier cosa en la pista que en nosotros. Los gritos me obligan a concentrarme y dejar de mirar al hombre cuyos ojos aún siento en mí.

—Mierda.

Mis ojos se clavan en la pista con la tensión en los ojos de Julia. El conductor de cabello negro al cual no diviso muy bien está frente a Demetrio, imponiéndose ante el hombre que mantiene una sonrisa burlona como si no le importara una mierda lo que pasa a su alrededor.

Las personas temen en acercarse, de hecho varios de los conductores alrededor se alejan en lugar de dar un paso al frente.

—Está enojado —sisea Julia—. Alessandro, él no...

Julia se detiene de golpe con el primer puñetazo siendo lanzado al aire. El conductor mantiene su mano en alto dispuesto a volver a golpear a Demetrio, pero él cierra su mano alrededor del puño del hombre, girándolo sobre su eje hasta que lo tiene de espaldas contra su pecho. Demetrio no luce furioso, solo fascinado y ninguno de sus hermanos mueve un dedo para detener esto.

Alessandro solo baja la cabeza y suelta una carcajada baja rompiendo ese temple serio que lo caracteriza.

¿Qué demonios está pasando?

SALVATORE [+21]Where stories live. Discover now