CAPITULO 6

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Salvatore.

El silencio resguardando la casa es algo a lo que estoy acostumbrado. Cuando no hay ruido alrededor es cuando más alerta están mis sentidos, esperando el momento en que el más mínimo movimiento me prevenga de un posible ataque.

Mis enemigos me persiguen, mi casa no es el lugar más seguro en el que puedo estar, pero sí al que se pensarían diez veces antes de ingresar sabiendo que, dentro de la fortaleza Caruso, hay más trampas mortales que en cualquier otro escondite en el que podría estar.

El peso de las amenazas que tengo en mi contra me hostiga desde que ocupé el lugar de mi padre, el hombre que más desprecio y admiro por igual, el bastardo que me devuelve la mirada azul desde el cuadro que se encuentra en la tercera planta de mi casa, luciendo tan cruel y violento como yo a su lado.

Si él no hubiese dejado que lo mataran, yo no estaría aquí, habría vivido a su sombra como quería, haciendo lo que me diera la gana sin importar las consecuencias. Habría tomado el puesto al envejecer, cuando me hubiese hecho un nombre por mi cuenta, no a la fuerza como tuve que hacerlo porque nunca me dejó entrar en el negocio y sus hombres no me respetaban para cuando él murió.

Maté a la gran mayoría.

La Camorra, una de las organizaciones criminales más temidas de Italia, se quebró durante tres años. Muchos quisieron robar mi puesto y el de mis hermanos, pero un Caruso no se esconde, al contrario, atacamos, recuperamos nuestro poder y conseguimos reclutar soldados más fieles.

La vieja guardia se perdió en años de traiciones, restauré mi familia desde los cimientos y el nombre de Bruno Caruso quedó perpetrado en su legado, en sus hijos: Salvatore, Alessandro y Demetrio Caruso.

—¿Qué? ¿No piensas que es necesario quitar ese viejo cuadro de papá de este piso? —No determino la voz de mi hermano menor acercándose. Demetrio solo sabe utilizar la burla a su favor, pero sabe que conmigo no funciona—. Ice.

—Espero que estés aquí arriba, en el lugar en el que claramente tienes prohibida la entrada, para decirme que ganaste una buena cantidad en las carreras.

Aprieta los dientes al igual que los brazos que tiene flexionados al cruzarlos sobre su pecho. El tatuaje de nuestra familia, el zorro ártico, se marca en su pecho al igual que el mío en mi brazo. Mientras que nuestros hombres más antiguos toman su puesto de manera oficial a los catorce, nosotros asumimos nuestro rol a los trece, haciéndonos nuestro primer tatuaje en nuestra iniciación, marcando nuestra piel con lo único que importa: nuestra familia.

—Cuando tenía tu edad, ya estaba en el puesto de Don, Demetrio —le recuerdo. Su mirada tan fría recae sobre mí, pero no habla. Sabe cuándo callar, y hoy no estoy de humor para soportar sus estupideces—. Y tú no has podido asumir el cargo de un jodido negocio, uno solo de los muchos que yo controlé cuando subí.

—Yo no soy tú —sisea, furioso. Creo que en cualquier momento se quebrará la mandíbula por la fuerza con la que la presiona.

—Eso me queda claro. —Respiro hondo, dándole la espalda al retrato de nuestro padre—. Si de aquí, a tu cumpleaños número veintiocho, no te has posicionado como el mejor en las carreras, comenzarás desde cero y alguien más ocupará tu puesto, Demetrio.

Sus ojos llamean, espero la explosión de ira, y la obtengo. Su nariz se ensancha, sus puños caen sueltos al costado de su cuerpo y da un paso al frente, tan fuerte que no puedo evitar que mis labios se curven vagamente en una sonrisa.

—Tienes menos de un año, en vez de usar los puños, usa el cerebro.

—Eres peor que yo, no vengas a dártelas de santo.

SALVATORE [+21]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu