CAPITULO 17

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Salvatore.

Nunca he sido bueno controlando mis impulsos.

Mucho menos aquellos que siempre me terminan llevando a cometer una estupidez como la que estoy cometiendo en este mismo instante.

Una de la cual no me arrepiento en lo absoluto.

Una en la que me condené a quemarme en el mismo incendio que yo provoqué desde hace semanas.

Nunca me había sentido tan necesitado de tocar a una mujer como hace unos minutos que la rabia me consumía, que no quería detener mis golpes en la cara de ese hijo de perra que se atrevió a tocar aquello que yo llevaba días negándome a tocar.

Perdí el control y no me arrepiento, no estoy dispuesto a disculparme.

Y tanta es mi necesidad de consumirla que no pongo resistencia alguna en lo que mi instinto me pide al recorrer su cuello con exigencia hasta que desciendo por sus brazos delgados acabando en su cintura.

Mis manos pican con ansias con cada segundo que me repito que debo dejar de recorrer su cuerpo, pero no cedo, no atiendo razones de mi cerebro y vago por su cintura hasta que mis pulgares se resisten y dejan de moverse.

Mi boca no piensa lo mismo, y la suya parece que tampoco porque con la descoordinación que me está volviendo loco, me devuelve temerosamente cada uno de los besos que no quiero detener y que me están incinerando desde adentro mientras sus suaves labios luchan por mantener el ritmo de los míos.

Parece una maldita droga a la cual me he vuelto adicto con solo una probada.

Y no quiero dejar de consumirla.

Muerdo sus labios solo por escuchar el lastimero jadeo que trata de abandonar su boca solo para ser ahogado con la mía. Ese sonido tan suave y temeroso me endurece la polla que presiono contra su muslo con necesidad de que sienta lo jodidamente loco que me tiene.

No me aguanto las ganas, quiero más y con su boca no me basta. No me es suficiente el enrojecimiento en sus labios rosados que me detengo a mirar por un breve segundo antes de volverlos a atacar. Tan húmedos y temblorosos que me instan a devorarla.

Quiero comérmela entera mientras ruega por más con mi cara enterrada en su coño.

Nunca había tenido tantas ganas de arrancarle la ropa a una mujer como ahora. La necesidad de ver lo que se esconde bajo ese ligero top negro y rasgar esos vaqueros gastados está acabando con la poca cordura que me queda.

Alessia coloca sus manos sobre mi pecho, le tiemblan tanto como lo hacen sus labios y escucho el desbocado latido de su corazón que seguro equipara al mío que solo se impulsa a latir más fuerte al ver las manchas de sangre colándose en su pálido cuello producto de las manchas que dejaron los golpes que le propiné al idiota que la tocó.

El calor de su piel me paraliza al momento en que subo por su cintura y mis pulgares rozan su piel bajo el pliegue del top.

Su boca se abre, mantiene los ojos cerrados y un gemido casi inaudible golpea contra mi boca que se apropia de la suya para robarlo.

—Abre para mí, cara —hablo contra sus labios los cuales muerde un poco al momento en que me alejo.

Sus párpados se separan, sus ojos buscan los míos y el debate crece en ellos, gritándome de mil formas lo mal que está esto incluso para mí.

Tan malo que no puedo dejar de hacerlo.

Sus labios se separan con el recorrido de mis pulgares los cuales se curvan bajo sus pequeños senos que ahora quiero mirar y recorrer con mi boca.

SALVATORE [+21]Where stories live. Discover now