Capítulo XXIX: Bloody Mary.

444 57 12
                                    

El amor es sólo una historia que pueden probar.

Un acto peligroso que te deja ciego de mente y corazón, hay muchos formas de experimentar ese fatídico sentir en carne propia y sufrir por él cómo ese hombre hace muchos años sufrió por el inmenso amor que le tenía a la raza humana según un extraño libro lleno de cuentos mórbidos.

Aguantó piedras, insultos, golpes con látigos y cargo una cruz en sus hombros mientras observaba a su "amor" traicionándolo por unas cuantas monedas. Por una simple sospecha, por un juicio injusto.

Y los perdonó antes de morir. 

Quizá esa era una prueba similar para Chifuyu.

Entonces, sólo camino y camino, con sus manos en la cabeza entrando a la última prueba de su amor por ese salvador que tuvo impacto en su vida. Ciego en razón, y de cuerpo ante el primer impacto contra su rostro, sin olvidar sus ojos fríos y notar esa pequeñísima pena en ellos. 

Perdónalo antes que haya muerto. 

Porque en su penoso momento lucido supo que no habría otra salida que la muerte, sin embargo era una cosa que Matsuno se negaba a creer fervientemente.

Las cosas iban en un ritmo muy repentino que no le dejaron más alternativa que seguir a ese despiadado chico de nombre Kazutora, con tan solo breves momentos fue capaz de demostrarle lo poco que es capaz de hacer en tan poco tiempo, fue aterrador de experimentar con ese constante peligro estando a su lado caminando, cada vez el lugar se ponía más y más deshabitado, con claros indicios de ser una zona para vagabundos o claro; El Escondite de Valhalla. El Ángel sin cabeza pintado en un viejo lugar de juegos.

Todas las alternativas de lo que había allí dentro no eran para nada algo bueno lo presentía. Toda la determinación de hace un rato se drenó fuera de si al primer paso, adentrándose en le territorio de posibles ex-convictos cómo el chico tigre, percatándose que quizá él seria el sacrificio definitivo. 

Takemichi no se puso a pensar que tal vez lo estaban llevando a una trampa, pobre tonto.

Calles más atrás Masao los venía siguiendo usando la ropa de Takuya, tomando el consejo de Mitsuya de no usar su chaqueta roja y usar un cubre bocas para taparle la cara, también acomodándose el cabello con una cinta en la frente y parecer un chico mucho más convincente. Todas sus energías estaban concentradas en vengarse de ese idiota bicolor y sacar a Takemichi de la zona de fuego. 

Esa visita tan inusual no era más que una trampa demasiado confiada. 

Su corazón luchaba por no salirse de su pecho, era demasiado incluso para ella lograr meterse sin que le sacarán o peor, la capturarán y todo se pusiera complicado para Takemichi y ella. Masao era fuerte, pero 300 pandilleros en contra de uno que sabía defenderse y uno que no, era una cifra irreal con cero probabilidad de librarse de todos. 

No es que no quisiera pelear, no podía ser tan idiota y lanzarse al peligro y que pareciera no conocer sus propios límites. 

Con un último aliento, suspiro y con un temblor en las piernas entró una vez que Takemichi y ese chico parecieron dispersarse en la oscuridad. Rezando por ser tan invisible cómo un fantasma o que no la toparán de una vez.

Una pocilga con olor a sobaco y cigarros, chicos de chaquetas con el dibujo pintado afuera, mostrándose rudos y ásperos, Masao se giró a la derecha para dispersarse entre los más altos, que gracias a dios parecieran estar en un extraño transe ante todo lo demás que no fueran sus asuntos, sin embargo la pesadez de sus hombros y pecho no desaparecía, incluso en las clamas pasaban tormentas realmente desastrosas. 

Ese era la cueva de cientos de posibles criminales en potencia rodeando un adolescente. Una pesadilla. 

━━ "No importa por donde trate de mirar, hay tipos peligrosos por todas partes. ¿Cuántos años tendrán? Más importante, ¿Cuántos son criminales?. Ay Takemichi a dónde te dejaste arrastrar y porque si salimos vivos de esta te voy a matar." 

SUKEBAN ││Tokyo Revengers ││Onde histórias criam vida. Descubra agora