Capítulo IV: The Real Slim Shady

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¿Cómo pueden comer carbohidratos con carbohidratos?. Eso pensó mirando a sus compañeras comiendo unos panecillos rellenos de Yakisoba, le gustaban ambas cosas, pero tener dos masas revolcándose en la boca, no era de su gusto. 

──Vimos tu pelea de esta mañana, ¡No cabe duda alguna que eres la mas fuerte!. -Comentó una de las chicas durante el receso, eran cuatro en total si le contaban, eran uno de lo pocos momentos en que JuicyJuice descansaba se su rostro amargo, y solo dejaba un rostro frívolo sin expresión. 

── Fue aterrador verte pelear con ese sujeto, mira que ni siquiera han sanado tus heridas por el incidente en la azotea. -Habló otra preocupada. 

Hace poco en la azotea del instituto estaba por ocurrir una desgracia, no era sorpresa para nadie que los habitantes de Japón fuesen, de alguna manera, la representación del ser humano perfecto, y eso que era muy ególatra decir eso cuando ni ellos mismos lo creían, pero si venias del extranjero cómo Masao y su madre, y en especial en un país conflictivo cómo Colombia, pues, siempre escuchas buenas cosas de otros países. 

Nadie hablaba de la horrible presión que sufrían los adolescentes y niños Nipones por tener buenas calificaciones, problemas familiares, y lo poco que se hablaban de las emociones o la importancia de la salud mental de ellos. A consecuencia, los suicidios de jóvenes con futuros promedios. 

El incidente de la azotea, fue de una estudiante que tenia buenas calificación, pero no las necesarias para entrar en la escuela que quería, se deprimió tanto que en un momento de escape de conciencia decidió subir a la azotea y acabar con todo. Varios alumnos hicieron lo humanamente posible para que no pasara una tragedia, incluido Masao, al final cuando la chica salto pego impulso para evitar caer en la carpa de los muchachos, su cometido fue interrumpido gracias la velocidad de todos, sin embargo varios resultaron heridos por el impacto y la mala trayectoria de la manta. 

Masao solo se lastimo los dedos, nada grave. 

Pero luego de ese incidente, se puso a pensar, ¿cuántas personas hay así en la ciudad?. ¿Cuántos escondían sus aflicciones y preocupación detrás de un reconocimiento?.

¿Por que no hablaban?. 

── El almuerzo de hoy estaba delicioso. 

Observo la ventana del salón en silencio.

El cielo era particularmente azul, todo de pronto se sintió en completa e inquieta calma. No se sentía otro día cualquiera, donde el aburrimiento era infinito y las clases infernales, un recorrido normal.

Este sentimiento era aplastante a su propio cerebro. 

Al final de las clases Masao se despidió de sus compañeras, amablemente le invitaron a salir al centro comercial, pero se negó alegando que debía practicar mas en matemática o terminaría yendo a los cursos de verano, las chicas comprendieron y se fueron. Despidiéndose de ella con una sonrisa. 

En el camino Masao no dejaba la inquietud de hace un rato, tenia una especie de premonición, cómo si un suceso especifico fuera a pasar ese día que cambiaria el rumbo de las cosas, ¿pero por qué?. Tal vez era su propia paranoia, pero nunca debía despreciar estos llamados.

──¿Vas a apostar en esta pelea?. Escuche que el chico ni siquiera es tan fuerte, ¡Van hacerlo pedazos en cuestión de segundos!. -Espeto dentro de una bola de jóvenes que salían del edificio.- ── Kiyomasa esta empeñado en esas peleas callejeras cómo si fuera un verdadero negocio. 

Las burlas de esos buitres eran irritantes, pero decidió ignorar el el hecho de que su existencia era insignificante, ese nombre era clave, Kiyomasa, entonces, ¿Aquel chico también estaría ahí?. 

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