23 años

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MAGNUS

Esto tenía que ser una broma. No había otra explicación más creíble. Todavía me batallaba conciliar la existencia de la mitología como algo real, como algo más allá de meros cuentos para niños, y ahora estaba presente contra una de las cosas que estaban en mi cada vez más corta cosas que si que consideraba imposibles: un viaje en el tiempo; y a su vez, una más se sumaba a las cosas imposibles que se volvían realidad, como un neoyorquino que para variar fuera agradable.

Reyna, y Frank, así como ese misterioso chico que se negaba a hablar nos guiaron por las ruinas del campamento, rumbo hacia el bosque. Tenía mil preguntas cruzando en mi cabeza, todos las teníamos... preguntas sobre como solucionar el asunto, sobre cómo sobrevivir si es que no podíamos regresar.

—23 años... —repitió Alex en voz baja.

Me le acerqué, escuchando sus palabras.

—Bueno... nosotros de por si hubiéramos permanecido esos años de esta forma.

Ella me miró.

—Con que ahora si te dignas a hablarme. —reclamó.

—Alex... sabes que es difícil para mí.

—Lo sé, lo sé. Mi otro yo te apuñaló en el otro mundo, pero ese no fui yo. Yo sólo sé que mi mejor amigo de un día al otro estaba enfadado conmigo por algo que ni siquiera hice.

—Alex. No lo entiendes... te vi apuñalarme, tu rostro, tus facciones, hasta en personalidad eras tú. Necesito tiempo... pero... me preocupa todo.

Ella hizo una expresión de disgusto.

—¿Podemos centrarnos en un problema a la vez?

—Claro... sí.

—El asunto es claro: estamos en el futuro, teníamos que luchar en el Ragnarok... y estamos en el Ragnarok. Ah, sí... y seguimos sin tener idea de donde demonios está Percy Jackson.

—Menudo lío, ¿no, chavales? —intervino Jack, estaba algo animoso.

—Jack, por favor... no es momento de estar con esos ánimos.

—Claro que lo es. Es momento de destruir el mal, ¡Si!

—Y si la profecía es cierta, también es momento de que nos traiciones —echó en cara Alex—. No te lo recomiendo, este chico llora demasiado luego de una única e inocente puñalada... no es como si no lo hubiera decapitado antes.

Hice una mueca ante el intento de chiste de ella. No era lo mismo, no lo era para nada.

—Ya llegamos. —dijo Reyna, por delante.

Estábamos a las faldas de una pequeña montaña rocosa, el sitio tenía varias cabañas, más rusticas que las del campamento, pero mucho mejor cuidadas. Había varias personas a sus afueras, adultos, adolescentes, un par de niños, todos con un aspectos delgados, silenciosos, con una mirada fría, y una piel pálida... casi parecían fantasmas, si eran mortales no parecían impresionados de ver a Jack flotando a mi lado, si eran semidioses, o magos, ellos no parecieron reconocer a los griegos o a los egipcios.

—¿Dónde estamos? —pregunté.

Mi prima se quedó quieta, mirando una cueva a lo alto de la montaña.

—Esto es unas parte del campamento, una lejana, ahí está la cueva de la oráculo. Creo que no estamos muy lejos de donde estaba la entrada al laberinto.

—Así es —confirmó Frank—. Después de que el olimpo cayese tras una invasión de gigantes de fuego y escarcha el poder se desvaneció en gran medida... sólo pequeños lugares, ni siquiera el campamento entero, siguen teniendo poder divino suficiente para mantener las barreras.

Un mundo después de los dioses [Cancelado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora