El mundo decadente

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CARTER

Caminábamos por un nevado bosque, Annabeth, Leo y Lester liderando como los únicos que de verdad sabían donde quedaba el campamento, y todos los demás por detrás. Todos aquí habíamos hecho viajes por aquel estilo, travesías para poder salvar el mundo de una serpiente que se tragará el sol, de una personificación de la tierra, o de un demente y su barco hecho de uñas de los pies, más recientemente encontrar los núcleos de los héroes y villanos para recuperar el mundo a lo que debería de ser, pero no se sentía un ambiente relajado, para nada, salvo al entusiasmo general que Leo, Lester, Alex y el hermano pequeño de Annabeth parecerían compartir luego de que los dos primeros comentaran sus ideas para salvar el futuro y ya no sólo postergar el apocalipsis, sino directamente detener el Ragnarok.

—¡Lo lograremos! —exclamó Matthew de la nada.

El chico saltó de un tronco a otro con excitación.

Magnus regresó del cielo convertido en un ave, al final recuperó su aspecto humano, casi olvidaba que él mantenía sus poderes de Loki, aunque fueran menos estables que los de Alex, (y eso significaba que no tenía la capacidad de crear ilusiones ya, pero tampoco cambiaba de género como pasó algunas veces en el otro mundo).

—¿Viste el campamento? —Alex le estaba preguntando.

Magnus no respondió, su expresión por completo vacía y un rostro pálido, sus ojos como platos y su boca abierta.

—Vi... vi algo horrible. —afirmó.

—¿Qué...?

Todos empezamos a correr hasta llegar una plataforma elevada, una roca que contrario al denso bosque que nos rodeaba nos permitía ver el cielo, o más precisamente: ver el lejano horizonte. Estaba amaneciendo, o al menos eso se suponía, en el oeste el sol estaba estático apenas saliendo, una aura oscura lo rodeaba, eclipsando su luz como evitando que este saliera del todo...

—El sol... está siendo devorado. —gritó Magnus.

—¿Apofis? —preguntó Zia.

—¡No, Skol! Él se come el sol, él deja a la tierra vuelta un reino de sombras.

Apolo se estremeció... después de todo era el dios del sol.

La imagen resultaba impactante, al astro rey que le daba la bienvenida a la humanidad cada día rodeado de una oscuridad perpetua, de tentáculos como colmillos que se clavaban en su superficie de plasma, no tenía idea de como aquello estaba pasando, astronómicamente hablando aquello no tenía sentido alguno... nada tan grande podría estar en el espacio sin que la gravedad se viera afectada, nada podría comerse al sol habiendo aparecido de la nada, pero por el contrario lo estaba viendo, viendo a una estrella morir bajo la boca de una creatura neblinosa con un aspecto que vagamente me recordaba a la mandíbula de un lobo.

Las destinos alrededor del sol estaban tapadas por la negra neblina en la que el lobo se apoyaba... no tenía otra cosa que terror mientras presenciaba el final de aquel astro.

Tres años sin verano, el sol devorado... no era más que cuestión de tiempo, y ahora teníamos que correr.

Empujé a Annabeth del hombro, no muy fuerte.

—Tenemos que llegar el campamento, acelera... esto sólo nos quietará tiempo.

Hasta nos habían robado el sol, ¿qué clase de futuro era ese?

Miré a Zia, la chica recargada sobre un árbol tenía una expresión boquiabierta. Desde luego el asesino del astro no era Apofis, pero como si era una serpiente o un lobo no importa, la realidad era evidente para cualquiera que se tomara la molestia de mirar un poco hacia arriba: el sol ya no existía.

—Por los dioses... —oí murmurar a Leo.

—¿Eso nunca había pasado? Soy nuevo en esto... ¿Qué tan malo es que el sol desaparezca? —preguntó Matt.

—Demasiado malo... Lo más parecido fue cuando Apofis se comió al sol...

—¿Ese eclipse raro que pasó una vez? —preguntó el hermano de Annabeth.

—Si... esto... es peor.

—Pues... ¿Cómo lo detuvieron la anterior vez?

—Encerrando a Apofis en su propia sombra.

—¿Y no pueden hacerlo con este lobo?

—Las situaciones no se parecen... de hacerlo... no sabría como empezar.

—Ahí te equivocas, Carter —intervino Lester—. Sabemos por dónde iniciar... por ir a Campamento Mestizo.

Asentí... y traté de centrarme en esto... aunque mientras caminaba mi atención se terminaba perdiendo en el cielo, en el oscuro y inquietante cielo, una vez brillante y azul, ahora en un corrupto anochecer que se convertiría en una noche perpetua.

Hasta los árboles resultaban inquietantes, las copas cubiertas de ceniza... y algunos de sus troncos rotos y con flechas o incluso balas incrustadas; esa última fue nuestra guía al campamento

Los árboles rotos eran comunes en una dirección que asumí era el campamento, pero las flechas no eran el único rastro de batalla, espadas y escudos rotos decoraban el suelo, armas de bronce y oro una vez resplandecientes pareciendo hasta oxidadas empuñadas por esqueletos calcinados de lo que una vez fueron personas.

—Quizás ese esqueleto era de Nico, o de los Stoll, o de Will. —murmuró la Chase.

Annabeth no miraba los rezagos de la batalla mientras caminaba, evadía los esqueletos y seguía avanzando con la mirada puesta enfrente.

Estaba temblando... ese bosque, por mucho que los mayores monstruos que se escucharan fueran aquellos que rondaban en la ciudad resultaba perturbador. El cielo, los esqueletos, el olor a ceniza y a humo... Hasta el parlanchín hijo de Hefesto guardaba silencio.

Más adelante encontré algo... una muralla, no era demasiado alta, pero se destacaba entre los árboles por el brillo del bronce incrustado en sus tablones. El muro era de una mezcla de madera y troncos cortados por la mitad clavados en la tierra formando un muro, esquirlas de armas divinas clavadas como las espinas de un cactus, una protección astuta en caso de que un monstruo se acercara.

—Debemos estar cerca... —exclamó Annabeth.

No sonaba emocionada, más bien asustada, «asustada de como estaría el campamento» intuí. Detrás estaba inequívocamente campamento mestizo, o por lo menos un rastro de civilización, cualquiera de las dos cosas me satisfaría.

Nadie del grupo parecía en especial entusiasmado por encontrar el campamento, todos parecíamos tan temerosos y desconfiados, y con razón, con nuestra suerte las cabañas del campamento estarían repletas de monstruos... como mínimo, en el interior tendríamos un refugio, algo necesario en nuestra precaria situación actual.

Un mundo después de los dioses [Cancelado]Where stories live. Discover now