Una posible respuesta

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El autobús escolar estaba volando. Había visto cosas locas a lo largo de todos mis años, era amiga de una cabra, había estado parada encima de un arcoíris, y mi madre había construido un barco hecho a partir de uñas, pero nada de eso se comparaba en rareza en lo que en aquel momento estaba encima: un autobús volador.

Viajamos hacia al oeste rumbo a dar la vuelta de un día entero, sobrevolando todo Estados Unidos gracias al dios Apolo en un vehículo repleto de singulares personajes.

—No, Tyson. No puedes conducir... eso podría enojar a ese tipo, Zeus. —le dije amablemente al ciclope.

—¡Pero quiero ir rápido! —reclamó este.

—Y yo también... en el Argo III habría sido mejor, se los aseguro. —intervino Leo Valdez.

—Valdez, deja de proponer un barco volador o te voy a golpear. —soltó di Angelo.

—¿Otra vez? Ya todo el campamento me golpeó una vez como para justificar no más violencia contra mí.

Le di un zape al semidios.

—¿Y eso por qué fue? —reclamó.

Me encogí de hombros.

—Por que se veía divertido, dah.

—¡Quiero probar! —soltó Tyson, y levantó la mano apuntando a la cabeza de Leo.

—Creo que es momento de parar con la violencia, ¿no les parece? —reclamó Samirah, mi hermana que estaba dos asientos atrás, al lado de aquella tal Thalía que estaba más ocupada en abrazarse al asiento con pánico de mirar a la ventana.

—¡Gracias Sam! —le gritó Valdez agradecido.

Tyson bajó la mano con decepción.

—No te preocupes, grandote, ¡ya tendrás cosas a las que pegarle después! —solté.

—¡Yupi! —gritó este.

Alguien más gritó en el camión, no con alegría como el hermano de Percy, sino con cierto enfado y sorpresa.

—¿¡Matt!?, ¿qué haces aquí? —preguntó Annabeth.

—Acompañando a mi hermana, dah. Creí que ya habíamos aclarado eso.

—Pe...pero papá te dijo que no podías ir. —recriminó la hija de Atenea.

—Bobby me ayudó a escabullirme.

—¿Y no te atrapó tu madre? Puedo decir mucho de ella... pero tiene ojos en la espalda.

Ahí fue donde al mortal se le ensanchó la sonrisa.

—Si, pero cuando me encontró me dio permiso.

—¿Qué hizo qué? —preguntó Anne genuinamente sorprendida.

—Eso dije, me dejó venir, así que, ¡todos tienen Matt para rato! —gritó el pequeño Chase.

—¡Bien ahí niño! —le grité desde mi lugar.

Mi entusiasmo seguía sin ser compartido por Annabeth, quien me dio una mirada de muerte, intentando no notarla miré a su lado... encontré a Magnus. Él también me vio a los ojos, y al hacerlo me obligó a ocultarme.

—¿Qué ustedes dos no eran novios? —preguntó Valdez al notar mi expresión.

—Nunca lo fuimos oficialmente. —aclaré.

—Pero se besaban, eran tiernos juntos... y todo eso, ¿no?

—Nos besamos, nos queríamos... tiernos... yo no soy tierna con nadie.

Un mundo después de los dioses [Cancelado]Where stories live. Discover now