Los Chase

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ANNABETH

Estaba un poco asustada... había pasado por miles de cosas, había caído al Tártaro, había luchado por salvar el mundo occidental (dos veces), mi primo había enfrentado el fin de los nueve mundos, y había perdido amigos... pero nada podía prepararme por lo que acababa de pasar. Estaba en el futuro... meses, quizás años que nos habíamos perdido, tiempo que nos habíamos saltado en el que Nueva York había caído, y quizás el resto del mundo.

Por una vez me permití dar cuenta de que la situación me superaba por completo, no era evitar el fin de todo, era que todo ya había acabado y no había estado ahí. Miré a mi hermano pequeño, quien con una expresión lúgubre miraba aquellas figuras carbonizadas de dioses... ahora sería mi responsabilidad cuidarlo.

Y recién habíamos escuchado un rugido, uno proveniente de un animal grande.

—Alex, ¿puedes revisar el cielo en forma de ave? Una vista de la zona sería de ayuda, localizar a nuestro enemigo es urgente. —pidió Carter sacándome de un trance.

—No creo que sea necesario, Carter. —denotó Leo.

Miré al hijo de Hefesto, que inexpresivo señalaba hacia una de las tantas calles con cierto pánico...

Junto con Zia me acerqué un poco cautelosa a donde señalaban... pero cuando estaba recién mirando hacia allá me topé con una desagradable sorpresa. Era un lobo... eso era lo único que podía decir sin temor a errar, uno de dos autos de alto, con un pelaje plateado cubierto de la ceniza de las llamas y de humo negro, su mirada como la sangre, sus colmillos como espadas y sus garras como el armamento de una centuria romana.

En los tobillos de sus cuartos traseros había grilletes que sostenían fragmentos de una rota cadena, eso fue justo el detalle que me hizo descartar la remota posibilidad de que se tratase de Luperca.

—Es un perrito, no puede ser malo... ¿verdad? —preguntó Matt algo entusiasmado.

—Amigo... ese lobo es malo. —informó Jack.

—Fenrir... —dije.

El lobo sólo nos miraba, como si se sorprendiera de notarnos.

—Magnus Chase... —dijo el lobo, si dijo, no como Jack que podía transmitir mensajes vía psíquica, sino literalmente.

El mensaje se transmitió por su hocico con sus labios moviéndose de una forma extraña para un lobo.

—Fenrir... —repitió mi primo.

—El mismo, en carne, hueso, sed de sangre y cadenas.

—¿Qué Fenrir no era ese lobo malo del que me hablaste? —preguntó la peliverde.

—¿Malo? Hermanita, me encerraron desde que no era más que un simple cachorro, desde antes de que cometiera algún daño. No fue hasta que me liberaron que maté por primera vez, y fue por justicia, tus dioses no son tan buenos.

—Lo sabemos —interrumpió mi hermano—, lobito, he escuchado todo lo que mi hermana dice por teléfono, sé que los dioses son horribles, déspotas, corruptos, irracionales, tarados, oportunistas, canallas, y algunos hasta machistas... no es que digas nada nuevo. ¿Qué te parece si nos saltamos esta parte de reencuentro y vamos directamente a mi pelea? Este es como, ya sabes, mi primera pelea, y quiero que sea especial.

Fenrir miró al niño.

—Un pequeño Chase... parece que hoy tendré tres, y apenas será el desayuno. Así de suertudo soy... tal vez con eso perdonaré que hayas desaparecido por tanto tiempo mi heraldo... Surt decía que él mismo te había matado, pero no lo podía creer, y aquí estás.

Un mundo después de los dioses [Cancelado]Where stories live. Discover now