Capítulo nueve: Sayah

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Faramir estaba sentado en la cama donde Asphil descansaba entre sus brazos. La cabeza de la chica estaba apoyada en el pecho tibio y suave del joven capitán. Faramir la observaba mientras le acariciaba los cabellos, se sentía muy culpable: era un monstruo, por su culpa ella estaba así, sin despertar desde que la guerra terminara. ¿Despertará alguna vez? Él le rogaba a Eru y a los Valar de que así fuera, pues nunca se perdonaría el haber perdido a su "Dama del Destino":

–Asphil... Querida dama, despierta por favor –le decía mientras la observaba –Asphil... Mi Asphil... –de pronto la estrechó entre sus brazos con locura, como si ese abrazo fuera capaz de hacer que la joven saliera de su desmayo, para abrazarle de vuelta y sonreír como siempre. –Lo lamento... Pero si hay algo que te pido es que vuelvas a mirarme con esos hermosos ojos y a besarme con esos finos labios para sentir en verdad lo que es estar vivo... Y ser amado; aunque tú ya no me ames como dijiste... Yo todavía te amo... –Pero Asphil seguía durmiendo, tal vez sin percatarse de que su adorado caballero la estaba abrazando con mucho amor. Dormía y dormía en un sueño demasiado profundo como para que alguna voz humana pudiera llegar a su alma... Y Faramir lloraba por ello, pues si su amor no podía traerla a su lado, ¿qué haría?
Al llegar los hijos de Elrond a la batalla, la dama Éowyn estuvo a punto de morir atravesada al quedarse como hechizada viendo a un elfo de ojos acerados, quien gritó "¡cuidado!", la salvó y siguió de largo. Ni los fragores de la batalla pudieron hacerla olvidar esos ojos grises, llenos de esperanza. Hacía tanto que Éowyn no confiaba en la esperanza... Solo Faramir le había dado alguna, pero le pareció que se había mostrado distante... Quizá él solo la quería por compasión, y ella jamás aceptaría eso. Sin poder dormir a pesar del cansancio la noche de la batalla paseaba por los jardines, y de pronto escucho la voz del elfo:
–Estoy seguro de haber tomado la decisión correcta, Arwen amada –"Oh, no, otra vez esa elfa me roba un hombre!" pensó, pero antes de que pudiera pensar mal de Arwen, ella respondió.
–Me alegra mucho oír que estás feliz, Elrohir. Solo me entristece pensar en nuestro padre. ¿Qué os dijo?
–Con profunda tristeza se despidió de nosotros, y nos dijo lo que veía en nuestro futuro: muerte. Y la de Elladan parece próxima: él eligió la mortalidad por desear ir más allá de Aman , y ahora está apunto de lograrlo.
–Aragorn ha hecho todo lo que ha podido por él, el destino decidirá... ¿Qué hay de ti, por qué elegiste una vida mortal?
–No lo sé aún... Sentí que debía hacerlo, y padre vio mi futuro junto a una dama triste y hermosa... –Éowyn se sobresaltó y echó a correr. "Esa es la descripción que todos tienen de mí", pensaba, "pero ¿Cómo quieren que sonría si la vida me ha quitado lentamente a todos mis seres queridos? Solo me queda Éomer, y Faramir quizá... ¿De verdad me ama? Necesito verlo, necesito olvidar a ese elfo". Y corrió por la ciudad buscándolo, hasta que al fin le dijeron que estaba en las Casas de Curación, velando a una herida. Y al llegar allí escuchó algo que la dejó helada:
–Aunque tú ya no me ames... Yo te amo todavía–le decía Faramir a la mujer que estrechaba entre sus brazos.
–¡Faramir! –gritó Éowyn– ¡¿Cómo has podido engañarme así!? ¡No quiero tu compasión, ni tu amor voluble!
–Éowyn, espera, ¡te lo iba a explicar! –pero ella huyó rápidamente.
Faramir regresó al lado de Asphil, estaba pensando en lo que había sucedido hacía un par de minutos. Decidió hablar con Éowyn, ella era buena y no merecía que él le hiciera daño. Le hablaría de su amor por Asphil, si ella no lo amaba se alejaría, pero no por eso dañaría a Éowyn fingiendo algo que no sentía. Faramir le tomó una mano a Asphil, y le habló muy dulcemente: "Asphil, mi amor, cada parte de mi ser te pertenece, mi corazón ya no late si no es por ti. Te amo y por eso te prometo y le pido a Eru que sanes y en cuanto eso suceda, yo me alejaré, no te lastimaré mas ni te atormentaré preguntándote por qué dejaste de amarme o si alguna vez lo hiciste. Solo respetaré tus deseos, te amo", terminó diciendo mientras una lágrima corría por su mejilla. –Itlahiä llegó en ese momento y le dijo:
–Faramir, ve a descansar, yo me quedaré a su lado, te aseguro que si hay algún cambio inmediatamente te avisaré–.
–No, quiero quedarme a su lado, tu no entenderías, solo quiero estar junto a ella el más tiempo posible.
–Te entiendo, sé lo importante que es sentirse querido cuando uno está en esta situación, pero a este paso, tú también enfermarás, ¿y qué harás entonces?
–No enfermaré, a menos que me separen de ella.
–Bien, veo que es imposible quitarte de aquí, al menos trata de ponerte un poco más cómodo, te traeré algo de comer. Dicho esto salió, y en el camino tropezó con Siris, Mithrandir y Aragorn, quienes se dirigían a la casa de curación a ver en qué forma podían hacer algo por los heridos por medio de sus poderes. Habló con ellos unas cuantas palabras y siguió su camino, pero al hacerlo vio a Éowyn parada en uno de los balcones con la mirada perdida, así que se dirigió hacia ella.
–Éowyn, ¿qué te pasa, te sucede algo?
–No, no es nada. Dime Ithlaiä, como me ves tú a mí, ¿te parezco solo una persona digna de despertar tu lástima? –Ithlaiä le respondió rápidamente:
–¡ Claro que no! Eres una de las mujeres más valientes que he conocido, todo mundo sabe la forma en que defendiste la vida de tu tío, el Rey Théoden.
–Entonces, ¿por qué me ven solo con lástima, por qué no pueden amarme? Mira lo que sucedió con Aragorn, ¿y ahora Faramir?
–¿No has pensado que tal vez no los amabas tú ? ¿Que solo estabas ilusionada con tener el amor de alguien ? Tu relación con Aragorn ahora es muy buena, son excelentes amigos, y no sientes dolor al ver que él está con Arwen, a quien adora. Tal vez suceda lo mismo con Faramir. Créeme, no tienes que apresurarte, el amor llegará a ti. Sé que ahora te sientes triste porque has perdido a personas que amabas, pero un día llegará a ti alguien que te hará sentir que es todo en tu vida.
–Estoy tan confundida... Tal vez tengas razón, pero por ahora me duele y no puedo evitarlo.
–Es lógico, pero no te sientas mal. Verás que dentro de poco nos darás la sorpresa, y ahora tengo que retirarme, tengo algunas cosas que hacer.
–Gracias Ithlaiä, me has hecho sentirme mejor.
Mientras Éowyn seguía mirando hacia fuera respirando el aire nocturno, Faramir seguía junto a Asphil. Ithaliä le había traído un poco de comida y una gruesa manta para que no tuviera frío.
Faramir contemplaba el rostro de su amada cuando de pronto vio como una lechuza totalmente blanca aterrizaba en la ventana abierta de la habitación. Era una lechuza extraordinariamente bella, y en la noche parecía alumbrar con sus plumas blancas y brillantes. La lechuza ululó suavemente y después voló por el techo dando círculos pero Faramir se dió cuenta de que pasaba algo muy extraño y es que la lechuza susurraba palabras con voz de mujer mientras sobrevolaba el techo, después vio como un polvo caía sobre el cuerpo durmiente de Asphil.
–¡Qué le estás haciendo a Asphil! –gritó Faramir y espantó a la lechuza. De repente vio como Asphil se levantaba de golpe y gritó.
–¿Qué hago aquí...? ¿Dónde estoy? ¿Qué me ha pasado...Faramir...? –dijo Asphil –Tuve un sueño extraño... –Pero no pudo acabar la frase porque Faramir le colocó un dedo sobre sus labios y le susurró.
–Sigue descansando por favor, voy a avisar a Mithrandir de lo ocurrido... –Ayudó a Asphil a tumbarse en la cama. Ella tenía los ojos muy abiertos como si no hubiera estado durmiendo –Esto es un milagro– se dijo. Al ver que Mithrandir estaba en la habitación de al lado se lo dijo y este se quedó boquiabierto. Fue corriendo a ver a Asphil y vio restos del polvo que había tirado la lechuza en su cama.
–Es magia arcana... No te preocupes Faramir, todos esta bien es solo que la lechuza no era una simple lechuza, era una hechicera arcana... ¿Es posible? –dijo mirando los polvos –esto es arena de playa...
–¿Magia arcana? Pero, ¿la magia arcana no suele ser usada para fines maléficos? –preguntó Faramir.
–Si pero has tenido mucha suerte, era una hechicera buena... Mira ha reparado la herida de Asphil.
–Y yo la he espantado... –dijo Faramir.
–Supongamos que ya estará acostumbrada... Pero que extraño, no recuerdo conocer a ninguna hechicera arcana buena... –dijo Mithrandir.
–¡Mira! ¡Se le ha caído una joya! –dijo Faramir. en efecto había un anillo de plata en el suelo en el que que ponía "Sayah".
–Sayah... Conocí una vez a una niña llamada así, la secuestraron y la retuvieron en Angmar... Pero puede que ya haya salido de allí después de nuestra victoria y su derrota. Qué buenas noticias... Aunque no me explico que se haya convertido en hechicera arcana.
–Supongo que volverá a por su anillo.
–Sí, eso creo –se limitó a decir Mithrandir. Después Mithrandir se marchó a ayudar a otros heridos y les contó lo ocurrido a todos. Asphil tenía los ojos abiertos y miraba a Faramir. Faramir miraba a Asphil... El silencio era horrible, Asphil no sabía qué decir, estaba un poco confundida pero había podido recordar todo... Y ahora se preguntaba qué haría. Los ojos grises se mantenían posados en los de ella con gran ternura, como queriendo decirle palabras dulces y hermosas... Vio amor, mucho amor en ellos, pero pena ante una posible respuesta negativa. El corazón de la Dama se oprimió, y unas lágrimas brotaron de sus ojos... Pero entonces sintió un suave roce en sus mejillas que las enjugó dulcemente.
–¿Por qué lloras mi dama?
–Porque estoy feliz de tenerte conmigo...
–Asphil.... Sólo esperaba el momento de verte para entonces decirte por última vez... Que te amo.
Ahora el silencio era pesado, muy pesado, pero más pesado era el dolor en el corazón de la Dama Amarthwen, quien bajó su cabeza para esconderla entre su cabello. Recordó entonces las palabras de Haldir: "Este es un mensaje de vuestra adorada Galadriel: ve a la lucha, con precaución, más no salves a quien le toca ser herido, pues él tiene otro destino que no comparte contigo"; esas fueron las palabras que Haldir le trajera de Lórien, y ella las había desobedecido, pues en la lucha salvó a quién debía ser herido.
–No entiendo por qué ya no me amas, o si alguna vez me amaste... Pero quiero que sepas que tú lo eres todo... Que te adoro y en verdad te amo, ...porque –Faramir también bajó su cabeza ocultando sus lágrimas– porque... –Pero la frase quedó en el aire, un beso de Asphil sellando sus labios lo detuvo y el joven capitán se sorprendió; pero al sentir los labios de Asphil en los suyos, tan finos y delicados, tan dulces, suaves y húmedos, no pudo hacer otra cosa más que besarlos con una ardiente delicadeza. Asphil estaba tan confundida, pero el sabor de los besos de su caballero eran lo más exquisito que hubiera probado nunca. Y cuando finalmente se separaron, ella sólo pudo apoyar su cabeza en el cálido pecho de su caballero.

Faramir había encontrado el amor, pero la dama Éowyn seguía sola. Escucho las noticias sobre la hechicera arcana buena con indiferencia: ¿Que podía interesarle a ella que hubiera una bruja buena? "Hubiera preferido que fuese mala: así tendríamos un enemigo , una guerra y yo tendría una meta en mi vida; ser una doncella guerrera. Pero el tiempo de las guerras parece haberse acabado". Pensaba mientras parada en el espolón de Minas Tirith el viento batía sus cabellos. "Este mundo no parece tener un lugar para mi".
Abrió los brazos y pensó en dejarse caer. Pero una hermosa lechuza voló hacia ella y posándose en su hombro le entregó un collar con forma de un ave preciosa: Éowyn la reconoció: era Elwing, la elfa mítica que fue convertida en ave para salvarse de la destrucción, la que voló al encuentro de su marido, Earendil, estrella de la tarde, la que cada día recibía dos veces a su amado.
–¿Por qué me has traído esto? ¿Quién eres? –le preguntó a la lechuza, pero esta solo gorjeo y partió. Éowyn regresó al palacio, y se quedó dormida contemplando a la dichosa Elwing. Al día siguiente había fiesta en la ciudad, para festejar el triunfo. Veía a las felices parejas por doquier: Légolas y Elemmire, Ophala y Nevrast: Aragorn y Arwen... Faramir y Asphil. Sus ojos se cruzaron con los de él. Faramir susurró algo al oído de Asphil y se dirigió hacia ella.
–Éowyn, permíteme hablar contigo. –ella asintió y salieron a un balcón–Nunca haría nada que te hiriese, te aprecio muchísimo, eres una persona muy especial: estuvimos juntos después de la muerte de nuestros seres queridos, después de tantas desgracia y tanto dolor. Pero quizá era eso solo lo que nos unía. Quizá no nos amábamos –Éowyn asintió con indiferencia. –Dime algo, por favor, lo que sea.
–¿Lo que sea? –pregunto Éowyn con enojo– A ti parece gustarte mucho lo que sea: te da lo mismo una mujer que otra, eres un mujeriego Faramir. ¡Cómo te has burlado de mí! De la pobre niña tonta, que se deja besar frente a toda una ciudad y se cree las palabras hermosas que le dicen. Y no tienes palabra: juraste casarte conmigo. ¿Qué les dirás a Éomer?
–Si eso es lo que quieres...
–¡Por supuesto que no! ¡No quiero la lastima de nadie, y menos de ti, eres despreciable –dijo y se volvió. Faramir la tomó del brazo y ella lo mandó volando de un puñetazo. Salió corriendo por los pasillos. Se sentía mal, sabía que Faramir tenía razón; lo suyo fue más un cariño de amigos que otra cosa, pero en aquel momento se sentían tan solos. Lamentaba haberle pegado, sabía que había sido grosera. Llegó a su habitación y se vio al espejo: lucía hermosa con su vestido blanco y el collar que le regalara la lechuza. Se miró a los ojos y le sorprendió ver tanta tristeza en ellos. "¿Qué me pasa? ¿Qué es lo que quiero? Amor, un hombre que me ame con todo su corazón y que sea totalmente mío y corresponderle con todo mi corazón. Eso es lo que quiero. Pero si el destino me lo niega entonces no quiero nada: ni una vida degradada, ni un amor compartido ni un honor envilecido". Y con firme resolución tomó su espada, salió a los hermosos jardines detrás del palacio, y a la luz de la luna llena aseguró su espada en el suelo; se paró frente a ella calculando que al desplomarse sobre ella le partiría el corazón. Tomó aire y se dejó caer. Sintió el filo de la espada cortando su piel. Dolía, pero estaba acostumbrada al dolor y no le temía. Entonces sintió unas manos suaves y fuertes, de contacto tan placentero que no podían ser de este mundo. Sonrió feliz, en las mansiones de sus antepasados permanecería con orgullo. Lo primero que volvió a ver fue a Elrohir, mirándola fijamente con sus hermosos ojos. Se tocó la herida: había vendas. "Estoy viva" –pensó con tristeza.
–Sí lo estás, por un milagro– respondió él– Te seguí y te sostuve un segundo antes de que te atravesaras. ¿Por qué lo hiciste?
–No tengo porque darte explicaciones. ¡Dime tú por qué me seguiste!
–Por esto,–dijo tomando su collar– era de mi madre. Lo perdió cuando fue secuestrada por los orcos en Angmar.
–Oh, no lo sabía... A mí me lo trajo una lechuza.
–Era Sayah, la hechicera –Éowyn se asombró: no recordaba haber oído esa parte –Y mi padre Elrond de Rivendell me dijo...
–Lo sé, que en tu futuro había una dama hermosa y triste. Te escuché una noche.
–Ya veo. Pero lo que no sabes es que a esta joya le profetizaron que solo sería dada a la mujer que la mereciera. Concede la alegría. Deja la tristeza Éowyn de Rohan: has hablado en sueños y se lo que quieres –Éowyn estaba consternada. Sentía algo muy curioso en su corazón, como un cosquilleo y una llama, muy intensos, que le hacían sentirse muy cómoda y segura al lado de Elrohir.
–Éowyn... ¡Ámame!

Mientras, Légolas había salido a recoger agua de una fuente y se quedó de piedra al ver que en la fuente había una mujer desnuda lavándose. Estaba de espaldas y Légolas no sabía quién era. La muchacha tenía una larga cabellera ondulada de color rojo fuego y su piel era blanca como la nieve. Al escuchar que alguien venía por detrás, la joven se escondió tras una roca y lo miró desconfiada. Sus ojos verdes esmeralda relucieron con el reflejo del agua. La joven debía tener unos 18 años. Légolas al principio se quedó de piedra pero luego reaccionó y preguntó:
–¿Quién eres? No tengas miedo, no sucederá nada –para la joven, la voz del elfo mostraba confianza y era agradable. La joven habló:
–Por favor, tráeme un poco de ropa... Solo tengo eso –dijo señalando un viejo trapo sucio que servía únicamente para "tapar".
–De acuerdo, quédate ahí, ahora vuelvo –dijo Légolas. El elfo volvió minutos más tarde con un camisón, –esto es lo único que tengo, pero si entras en el castillo te darán ropas más dignas –dijo Légolas. La muchacha se puso el camisón. Iba descalza y su pelo estaba totalmente mojado. Temblaba de frío. Légolas le puso un brazo alrededor y le contó quién era él y que en el castillo la trataron muy bien. La joven casi no podía caminar. Sus fuerzas se apagarían si no comía pronto. Las sirvientas le ayudaron a secar su pelo, la peinaron y la vistieron. Cuando se miró al espejo se sintió como una princesa y sonrió. Después la acompañaron a las cocinas y le dieron algo que comer. La joven se sentó al lado de la chimenea de una sala de estar. Allí Légolas la volvió a encontrar.
–Aún no me has dicho tu nombre. ¿Cómo te llamas? –dijo con una sonrisa que reconfortaba a todo aquel que lo mirara. La joven lo miró con sus ojos color esmeralda con reflejos de fuego esta vez.
–Mi nombre es Sayah –dijo ella. Légolas se quedó de piedra. Así que esa era la hechicera que usaba magia arcana para buenos fines –me escapé de Angmar cuando tuve suficiente poder. El camino fue horrible y tuve que luchar contra bestias inmundas... –Al decir eso un escalofrío recorrió todo su cuerpo y puso una expresión de miedo –Solo tenía 8 años cuando escapé –dijo con un hilito de voz. Légolas la abrazó. No soportaba ver a muchachas llorar. Nací hace 18 años en una celda de Angmar... Mi madre murió en el parto pero conocí a una elfa que me cuidó como si fuera mi madre. Me enseñó todas las cosas que puede tener la vida aunque seas una esclava, me dijo que ella era madre y cada día pensaba en sus hijos... Yo no comprendía cómo podía aguantarlo, pero admiraba su fuerza así que intenté ser tan fuerte como ella. –dijo Sayah con la mirada perdida –Me tenían prisionera, pero no me dejaban estar con los demás prisioneros porque me usaban para algo... –Decían que tenía un don para la magia y así fue como comencé a aprender sobre la magia arcana. Pensé que llegaría el día en que me mandaría a la guerra para matar a gente... Hasta que un día, escuché que estaban haciendo planes para una gran guerra, y me rebelé. Reuní todo mi poder y saqué a todos los esclavos que pude, incluso a la elfa que siempre me cuidó... Pero la mayoría no pudieron escapar de las bestias que les atacaban y murieron en la batalla. Yo y la elfa nos salvamos y pudimos salir de aquellas tierras inmundas. Pero la elfa casi no recordaba la tierra media y yo nunca había salido de Angmar antes así caminamos hacia el sur. Ella dijo que si llegábamos a Minas Thirith quizá nos ayudarían pero cuando faltaban pocas leguas para llegar atacaron a la elfa y no pudo andar más. Así que yo caminé hasta aquí dejando atrás a la elfa en una cabaña protegida por una burbuja de magia... Pero no se si aún estará viva... Tenemos que ir, ¡por favor! ¡Ayúdame!
–Lo haré, ¡vamos! –dijo Légolas decidido. Corrió y salió fuera a los establos y allí escogió a Asfalot el caballo de Arwen y cabalgaron hasta la cabaña. Vieron que la elfa estaba viva pero estaba inconsciente y tenía una herida grave en la pierna derecha. La elfa era bastante vieja, de la edad de Elrond y Légolas al verla la reconoció y dijo:
–¡Es la madre de Elrohir!
Juntos llevaron a la madre de Elrohir hasta la ciudad y a las casas de curación Légolas corrió a decírselo a Elrohir. Era una gran noticia. La hechicera, Sayah anduvo a la sala de espera y por el pasillo se encontró a Faramir. Sayah vió que su anillo colgaba con una cadena del cuello de Faramir. Gracias por guardarlo –dijo ella y le desabrochó la cadena rodeándolo con los brazos, sacó el anillo, se lo puso y volvió a darle la cadena a Faramir –Tu dama se pondrá bien muy pronto, cuida de ella y haz que se sienta bien a tu lado... Soy Sayah –dijo con una voz casi en susurro y sopló sobre su mano, una pluma blanca voló y fue a parar a la mano de Faramir. Él supo que ella era "la lechuza". Sayah se marchó y Faramir volvió a la habitación de Asphil contemplando la pluma.

–Éowyn , ¡ámame! –exclamó Elladan.
–Solo si me amas hasta la muerte –respondió ella con un hilo de voz.
–No.
–¿Cómo dices?
–Que no te amaré hasta la muerte. Te amaré más allá de la muerte, y juntos partiremos más allá de Aman, cuando llegue el momento. –Éowyn sonrió, completamente feliz, pues en los ojos de él encontraba un pozo insondable de amor. Hacía tanto que no sonreía así. Pero no sonrió por mucho tiempo, Elladan tomó tiernamente su rostro en sus manos y la besó. Y Éowyn jamás había disfrutado tanto un beso, jamás había besado a nadie con tanto amor... Hubieran seguido besándose si Arwen no hubiera irrumpido en la habitación gritando:
–¡Madre! ¡Elladan, madre está aquí!
–¡No es posible, ella murió a manos de los orcos!
–Eso creíamos, pero está viva, ha venido con Sayah. La hechicera se ha presentado.
–¡Vamos! –dijo Elladan y Éowyn lo siguió. Llegaron a la habitación donde Elrohir aún se debatía entre la vida y la muerte, y a su lado, maltratada y acabada, una elfa que había sido hermosa tomaba su cabeza entre las manos y murmuraba antiguas palabras de curación. Sayah se acercó y colaboró dándole a beber al herido el contenido de un frasquito cristalino. La madre de Elrohir abrió los ojos.
–Madre –dijo, y rompió a llorar, Elladan y Arwen se acercaron y el reencuentro de Celebrian y sus hijos.
–Lo que habrás sufrido, madre querida –dijo Arwen.
–No hablemos de eso ahora. –el rostro de Celebrian se contrajo en un gesto de dolor.
–Pero no todo fue desdicha: encontré una nueva hija. Acércate a Sayah. –Muchos rostros expectantes esperaban que Sayah hablara. Y entonces, Sayah se acercó a los dos hermanos, Elladan y Elrohir y les tomó una mano a cada uno.
–Vosotros sois Elladan y Elrohir. Gracias al amor que os tiene, vuestra madre ha conseguido sobrevivir tanto tiempo en una prisión tan horrible como la de Angmar. El sentimiento de saber que la estaríais esperando cuanto pudiera escapar de allí, hizo que tuviera suficientes fuerzas... Ahora ella sigue necesintandoos, no la dejéis sola y se pondrá bien –después susurró algo en élfico y los dos elfos cerraron los ojos unos segundos y volvieron a abrirlos. Los dos hermanos se situaron uno a cada lado de la cama de Celebrian. Arwen abrazó a Sayah y le dio mil gracias por haber estado junto a su madre.
–Ahora también ella es mi madre... Es la única persona que me quiere en este mundo.
–No temas Sayah y no caigas en la soledad pues nosotros también somos tu familia ahora. –Entonces aparecieron Ithlaiä y Mithrandir.
–¡Es Celebrian...!-se sorprendió el mago. Enseguida hizo todo lo posible para ayudarles y Aragorn intentó ayudarla con la flor de reyes y otras infusiones. Ithlaiä se alegró muchísimo de tener a su tía viva y se unió a Arwen, Elladan y Elrohir, sus primos. Légolas estaba contando a Elemmire lo que había sucedido cuando apareció Athel, se notaba cansado, y les preguntó.

–¿Habéis visto a Ithlaiä? Necesito hablar con ella. –él necesitaba saber porque el cambio de actitud o si nunca lo había amado, nunca habló con él y eso lo tenía desconcertado.
–¿Es que acaso no sabes ? Encontraron a Celebrian, y varios de nuestros amigos están con ella en su habitación, incluyendo a Ithlaiä.
–¿Celebrian ? ¿Cómo ? Bueno, será mejor que vaya yo mismo para allá. –Elemmire se quedó mirando como Athel se alejaba y se preguntó de qué quería hablar con su amiga, a ella le daba la impresión de que él seguía enamorado de ella.
–¿En qué piensas, amor? –le preguntó Légolas.
–Nada especial, solo que a veces me gustaría que todos tuvieran la misma suerte que yo tengo.
–¿Suerte?
–Si, la de tenerte a mi lado. –Légolas le levantó la cara tomándola de la barbilla y le dijo:
–No Elemmire, el afortunado soy yo, y me duele el corazón tan solo de pensar que algún día pudiéramos separarnos, te amo tanto que mi vida solo depende de tu amor.
–Entonces puedes estar tranquilo, porque vivirás para siempre. Te amo, y no puedo encontrar cualquier cosa mejor en este mundo que estar así, contigo abrazándome, escuchando el latido de tu corazón, y sintiendo tus labios sobre los míos, y diciendo esto los dos se unieron en un apasionado beso, hasta que Légolas se separó.
–Basta, no soy tan fuerte, y estoy llegando a un punto en que tus labios no bastan para mi. –Elemmire se separó con una sonrisa, y le dijo que lo entendía, pero lo que no le explicó es que a ella le sucedía exactamente igual.

Mientras, Ithlaiä salió de la habitación donde se agrupaba toda su familia y se encontró con Thurok revisando a los hombres enfermos.–¡Hola noble guerrero! Has luchado con mucha valentía en batalla.–Sí lo sé pero tu si que has luchado con coraje, algunas mujeres de aquí sois realmente fuertes.–Oye gracias, conseguiste que gran parte de nuestros enemigos se conviertieran en nuestros amigos.–No hay de que...siempre me estás dando las gracias.–Lo siento, no lo puedo evitar.–Me lo imaginaba, eres demasiado buena –dijo él con una sonrisa irresistible.–También puedo ser mala... –dijo ella con cara de picarona.–No lo dudo... –dijo él–pero eso habría que verlo...Entonces Thurok cogió la mano de ella y entró en la primera habitación vacía que encontró. Allí empezaron a besarse apasionadamente durante un buen rato y cuando la cosa estaba más que caliente, él frenó por el honor de ambos. Echados en la cama mirándose el uno al otro a los ojos, él acariciándole el liso y suave cabello, le contó algo que la dejó helada:–Creo que no volveremos a vernos Ithlaiä, Estrella del Amanecer...–¿Por qué dices eso? –dijo ella entristecida.–Porque debo volver a mi tierra, allí está mi lugar... Y este es el tuyo.–Siempre ocurre lo mismo... Cuando estoy a gusto con alguien, se va... –dijo tristemente.–No digas eso, mi dama, encontrarás a alguien digno de ti... –él la besó en la frente. Ella lo imitó.–Si pudiéramos pasar más tiempo juntos esa historia sería algo más... –dijo Ithlaiä.–Si, pero no puede ser. Me debo marchar ya, mis hombres ya están curados y descansados.–Siento que esta despedida no será un adiós para siempre y eso me tranquiliza... Me gustaría volver a verte pronto –dijo ella.–Fue corto pero intenso, Ithlaiä, los dos sabemos que nos atraemos, pero no estaría bien.–Hasta pronto... –dijo Ithlaiä y se besaron por última vez. Thurok salió por la puerta sin mirar atrás para que ella no viera su tristeza, y seguido de sus hombres salió camino de Harad con los ciudadanos agradeciendo el haber luchado con ellos. Ithlaiä lo miró partir desde su ventana hasta que ya no se vió nada más que el horizonte vacío. De repente vió que Sayah estaba detrás de ella y no la saludó. Simplemente la miró y Sayah comprendió su tristeza. La mujer la tomó de las manos y dijo:No te apenes estrella del amanecer... Otros hombres y elfos surgirán y no será la última vez que lo veas, volverá... –Sayah se convirtió en lechuza y silenciosamente voló fuera de la ventana. 

Magia y Amor en la Tierra Media: Memorias de La Cuarta EdadWhere stories live. Discover now