𝘌𝘱𝘪𝘭𝘰𝘨𝘰

944 120 3
                                    

Amara soltó una risa cuando su padre la atrapó para llevarla a dormir

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Amara soltó una risa cuando su padre la atrapó para llevarla a dormir. William la levantó en sus brazos, el cabello rubio de la niña pareció brillar como el oro bajo la luz.

—¡No!

Grito entre risas la niña rubia de tres años de edad. O eso aparentaba físicamente. Pues solo habían sido un par de meses. Crecía rápido, lo único que consolaba a Lilith en esa situación era que tendrían una eternidad juntos si Amara lo decidía.

Al parecer, el crecimiento de Amara pararía cuando aparentara dieciocho y para completar su crecimiento habían aproximado un año. Tal vez unos meses más, aunque aún no lo sabían.

—Es hora de dormir—dijo William mientras subía las escaleras.

—Papá—se quejó la niña.

—Qué chillona —murmuró William abriendo la puerta de la habitación de su hija y acostándola en la cama, le acomodó el cabello rubio—. Mírate, toda despeinada, pareces bruja.

—Soy una bruja, como la tía Andy.

—Buen punto —dijo Lilith entrando en la habitación— una bruja con ojos hermosos.

Los ojos de su padre, de un azul brillante, e hipnotizante, Amara miró a Lilith y le sonrió. Cada sonrisa la hacía sentir amada, viva y feliz.

—¿Cuándo vendrá otra vez la tía Andy?

Lilith sonrió a medias. Andrómeda había hecho sus visitas menos frecuentes, una vez a la semana, se convirtió en una vez al mes. Lilith sabía en el fondo de su corazón que en algún momento esas visitas se volverían ninguna.

No podía decirle eso a Amara, era aún pequeña para entender todo.

—Muy pronto y te traerá regalos como siempre.

Amara sonrió aún más. 

—¿Me cuentas una historia, mamá?

Lilith asintió acercándose y William dejó un beso en los labios de su novia. La Corbeanit acarició la mejilla del rubio y este besó su frente antes de alejarse.

—Iré a ayudar a Asthon con su tarea de química—aviso.

—Claro

Susurró Lilith mientras se acostaba a lado de su hija. Amara rápidamente la abrazó para recargarse en su pecho. Lilith llevó sus dedos al cabello rubio de su bebé.

—Una historia, tengo muchas historias.

La mayoría las había vivido en carne propia, prefería no recordarlas, otras eran parte de sí misma y jamás podría dejarlas.

—¿Estás segura? Y si mejor leo un cuento.

—Mami—se quejó 

—Qué desesperada —río Lilith—la paciencia en una virtud, hija mía.

—Soy bella, ¿eso es una virtud?

Lilith volvió a reír, su hija no dijo bonita, ella dijo bella. Pues cada vez que Andrómeda los visitaba, le decía que era un ángel bello.

La belleza era una virtud, sí, no todos la poseían y en realidad las mujeres Benet la habían tenido por generaciones. Amara era una Benet, aunque que no llevara el apellido.

—Si lo es. Hay mucha arrogancia en ese pequeño cuerpo.

Lilith tomó aire y pensó un momento. Si había una historia que no quería que su hija olvidara jamás, era la del ángel negro, su abuela. La mujer que sacrificó todo por su familia.

—Las historias ayudan a dormir o al menos eso dicen muchos.

Los ojos azules de su hija conectaron con los de ella, azul contra verde.

—Había una vez un ángel que fue criada en lo más profundo del infierno por un monstruo cruel y despiadado, la llamaban el ángel negro.

—La abuela Alisha.

Lilith sintió una calidez reconfortante al escuchar el nombre de su madre en los labios de su hija, con su dulce tono de voz.

—El ángel se sentía segura en los brazos del demonio original, que, a pesar de decir que no podía amar, cuidó cada paso que daba el ángel para evitar que se desviara del camino que su padre, el monstruo, le había indicado.

Kol y Alisha, su trágica historia.

—El ángel pasaba las noches esperando un rayo de luz y esperanza. Cuando este llegó, no dudo en decirle al demonio que no entendía lo importante que era esa luz para el ángel.

—¿El demonio no quería a la luz?

—El demonio no creía necesitar una luz en su vida y entonces el ángel decidió abandonar la luz para que creciera segura. Le dijo al demonio que la luz ya no existía y al poco tiempo el ángel negro murió protegiendo lo que amaba.

—¿Y la luz?

—Creció rodeada de mentiras, cuando las descubrió su mundo se vino abajo, pues a veces la ingenuidad es la mayor protección de los mortales y sobrenaturales. 

—¿Es todo?

—Te contaré lo que resta de la historia otra noche, ahora es tiempo de dormir, mi dulce ángel inmortal.
























—🇬 🇷 🇦 🇨 🇮  🇦 🇸 —

La segunda parte de Serendipity ya está terminada. Les agradezco mucho haber leído la historia, comentado y votado. Pronto empezaremos con la última parte de la historia.

Muchas gracias.

No olviden votar y comentar.

Se despide Brenda Moreno 💮

Se despide Brenda Moreno 💮

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


𝘚𝘦𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘱𝘪𝘵𝘺 | 𝘊𝘳𝘦𝘱𝘶𝘴𝘤𝘶𝘭𝘰Where stories live. Discover now